Un retrato con fondo negro y firma de Marina Puche

La artista desvela hoy, durante la entrega de "ninots indultats", el retrato de Laura Mengó para el Museo Fallero

Marina Puche y Carmen Martín, el año pasado, en la entrega del primer retrato

Marina Puche y Carmen Martín, el año pasado, en la entrega del primer retrato / M. Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

El Museo Fallero se enriquecerá esta tarde con un nuevo retrato de fallera mayor de València. Aunque queda poca pared para colgarlo -y poco espacio para seguir acumulando ninots, que tambén se entregan hoy-, Laura Mengó pasará a formar parte de la particular pinacoteca en un retrato de tamaño funcional, similar al del año pasado de Carmen Martín, bastante más mesurado de tamaño que los anteriores de la serie histórica, que son de tamaño natural. 

Marina Puche es, por segundo año, la encargada de firmar la obra, que finalizó antes del verano. Y cuando se destape esta tarde, lo primero que va a verse es un golpe de imagen. Una previsible congruencia con lo visto el pasado año, donde el fondo era verde. "Si. Era una de las directrices: que el fondo fuera negro". Ni más ni menos que el color del espolín con el que se presentó en la exaltación. "A ella le gusta el negro y es un color que, a lo largo de la historia del arte, está presente en muchos cuadros. Da sobriedad, contraste... lejos de ser un problema, para mi es toda una oportunidad. Y, personalmente, me pareció súper valiente que lo luciera en su traje más importante". La obra de Marina Puche tiene la virtud de la versatilidad. La Marina retratista nada tiene que ver con la Marina diseñadora de bocetos de fallas. Son trazos completamente dispares, como se demuestra empíricamente en la propia sede de la Junta Central Fallera, donde ya aparece con esas dos texturas: el retrato de fallera mayor (hasta ahora, uno; a partir de ahora, dos) del Museo y la decoración del salón de reuniones del organismo fallero.

Que se "vea" a Laura

El cuadro, de esta forma, guarda congruencia con el que Marina pintó el año pasado a Carmen Martín, cuyo fondo era verde. "No quiero reinventarme. Lo que quería era hacer un buen retrato, que ella esté contenta y que se reconozca. Y, a la vez, que la gente "vea" a Laura, la que ha visto en fotos, en televisión, la que la ha visto de cerca... un reflejo de ella misma". 

Se conocían del barrio

Para materializarlo es importante la impregnación de primer plano. "Me reuní con ella para escucharla y que me hiciera sus aportaciones. Intenté fijarme en sus rasgos, la forma de hablar... luego el trabajo se remata con la guía que supone la fotografía. Pero con lo que tenía yo asimilado". Además, con una particularidad en este caso: "Es mi barrio y la he visto crecer. Yo me fijo mucho en las personas y la tenía vista en la memoria. La he visto cambiar la fisonomía y procuro fijarme en las expresiones". 

No es un retrato cualquiera. "Es complicado porque reúne muchas cosas: va a estar en un museo, debe ser espectacular, captar ese halo de ser una reina pero también una persona cercana". Y ser sometida a un análisis que no tiene un retrato convencional, como prácticamente todo lo que se mueve en las Fallas.