Un viaje sin retorno hacia el nuevo Museo Fallero de Correos

Habrá una falla en el vestíbulo y confían en que funcione en 2027

El concejal Ballester visitó 
con los técnicos el edificio de 
Correos para preparar la 
presentación del cartel
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El concejal Ballester visitó con los técnicos el edificio de Correos para preparar la presentación del cartel levante-emv / MOISÉS DOMÍNGUEZ. VALÈNCIA

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

El próximo 15 de diciembre marca un punto de no retorno en una de las promesas más llamativas que se han planteado para el actual cuatrienio y, sin duda, la que más para el mundo de las Fallas.

Ese día, y con su punto de «performance», se desvelará la imagen gráfica de las Fallas 2024. Lo importante no es el qué sino el dónde, puesto que el evento abandona el Salón de Cristal para marcharse al hall del Palacio de Correos y Telégrafos de Valencia. Lugar escogido porque, en plena campaña electoral, fue anunciado y prometido por la alcaldesa María José Catalá para abrir allí el de momento llamado Museo de las Fallas Patrimonio de la Humanidad pero que, con el paso del tiempo, será el Museo Fallero. Una denominación que tiene ahora mismo el que existe en Monteolivete pero que, por lógica de contenidos, pasará a ser el Museu del Ninot Indultat o del Ninot Faller o similar.

Llave en mano

En cualquiera de los casos, recuperar para uso público el edificio de la plaza del Ayuntamiento se ha convertido en una promesa y, por consiguiente, algo que perseguirá al equipo de gobierno popular. El paso, siendo simbólico, es importante por ser el primero: el ayuntamiento ya tiene las llaves del local. Pero falta plasmar jurídicamente el acuerdo entre Generalitat Valenciana y Ayuntamiento para la cesión del mismo. Una cesión que, evidentemente, garantizaría el empleo del inmueble para las próximas décadas.

El concejal Santiago Ballester, en el emblemático vestíbulo

El concejal Santiago Ballester, en el emblemático vestíbulo / RLV

Proyecto de legislatura

El proceso que llevará, o debe llevar, a la apertura del nuevo Museo Fallero será largo y dependerá en gran medida de la diligencia con que se desarrollen los acontecimientos. El tiempo empieza a correr y la idea sería poder inaugurarlo en el tramo final de la legislatura. El proceso es, si no sencillo, previsible: licitación y redacción del proyecto y su materialización.

Salas temáticas

Lo primero que llama la atención es la cantidad de espacio disponible. Necesario, por otra parte, para poder habilitar lo que serán secciones destinadas a cada elemento que conforman el Patrimonio de la Humanidad. El museo está pensado para albergar zonas temáticas de la falla y su proceso de construcción, la pirotecnia, indumentaria y orfebrería, música, poesía, gastronomía y el proceso asociativo que supone la comisión de falla, así como, obviamente, la propia historia de la fiesta. Ha de ser un museo muy dinámico, de paseo rápido, que hable por sí solo y que, a la vez, sirva para dar a entender qué son las Fallas, una fiesta que sigue siendo, a pesar de todo, extraordinariamente desconocida fuera de sus límites naturales.

Falla en el vestíbulo

Desde el primer momento se planteó que en el gran recibidor se plantará una falla. Que, en principio, será de una altura lo suficientemente importante como para ser representativa pero que, a la vez, pueda combinarse con el principio de seguridad. Dicho de otra forma, será en gran medida una falla «falsa» en su interior, con más refuerzo de hierro para garantizar su perdurabilidad, aunque también se cuenta con que sea una falla rotatoria, que cambie cada cierto tiempo. Tampoco se descarta jugar con el contraste de plantar una falla contemporánea y, al lado, una del principio de los tiempos -como ya existe la «Falla del Miriñaque» en el actual museo.

Viaje de Ninots de Monteolivete

El edificio de Monteolivete alberga la sede de la Junta Central Fallera y el actual Museo Fallero. ¿Qué se traería desde allí? Obviamente, una muestra representativa de figuras para el apartado «Indult del Foc».

También se rescatarían las fotos de las falleras mayores de València -algunas de las cuales precisa de una reedición por su deteriorado estado- y que, en la actualidad, se encuentran en una sala sin prácticamente ningún uso. Tampoco se descartan los retratos, para los que también empieza a faltar espacio en Monteolivete. Por ejemplo, el de la última fallera mayor.

Sitio para el archivo

También, en función del espacio disponible, se piensa llevar el archivo de la Junta Central Fallera. En la actualidad ocupa un espacio muy abigarrado en el piso superior de Monteolivete, sin posibilidad de llevar a cabo una ordenación metódica o disponer de zona de consulta y preservación.

El director, básico

No menos importante será la elección del diredctor del museo, el experto que, en base a criterios museísticos, debe ser quien coordine la incorporación de contenidos. Es, infraestructura al margen, el máximo responsable del éxito o fracaso de la iniciativa.

Benicalap, descartado

La sede fallera no se trasladaría a la plaza. La Junta Central Fallera se considera una oficina «de batalla», donde se va a lo que se va: a tramitar infinidad de gestiones. Dispone de salón de actos para reuniones y salas para ensayos y hasta una zona ajardinada para eventos. No perdería vigor y, en todo caso, podría ganar algo de espacio. Además, dispone de una zona importante de aparcamiento. También aleja la posibilidad de que la JCF acabara yéndose a la Ciudad del Artista Fallero a un edificio de nueva planta, dejando Monteolivete para el súper-museo. Incluso hay redactado un ambicioso proyecto para convertir toda la zona en un Distrito Creativo. Pero esa alternativa, para la que hace falta dinero, se fue congelando con el tiempo, dejando unos augurios poco prometedores para el polígono de Benicalap.

"Gadgets"... que deben funcionar

Dentro de la promesa electoral se cuenta con el uso de la realidad virtual, un gadget que, posiblemente, para cuando se inaugure el museo, esté mucho más que evolucionado, pero que planteará la necesidad de un mantenimiento tecnológico. Nada es peor que algo que deja de funcionar.

Autofinanciación o externalización

Y es que, precisamente está en juego una cuestión no menos importante: ¿quién paga toda esta cabalgata? En principio, sobre los planos, el ayuntamiento apuesta por la gestión propia y no por la concesión. El cálculo que tienen consolidado es que el actual museo genera sobre los cien mil euros en ticketing, contando con lo módico de la misma (dos o un euro según condiciones y numerosos casos de entrada gratuita). Se cuenta o prevé que las entradas suban y también se da por hecho que habrá una tienda oficial. Una cantidad que sería la de partida para afrontar una cuenta de gastos que no será cualquier cosa. También se cuenta con el uso de personal funcionario para los distintos cometidos profesionales.