Memorialistas lamentan que en 8 años no se hayan recuperado las trincheras

Mientras en distintas ciudades de España el turismo cultural relacionado con la memoria democrática avanza, la red de fortificaciones que construyó el Ejército republicano en la comarca de l’Horta y el Camp de Túria (la línea Puig-Carassols) sigue teniendo pendiente un proyecto integral de gestión y puesta en valor. 

Así lo han valorado los expertos asesores de la Asociación de Municipios de la Inmediata (el nombre popular de la línea) coincidiendo ayer con la fecha del 14 de abril, jornada de conmemoración de la proclamación de la República. Estos estudiosos, que dedican su tiempo de forma altruista a investigar, consideran que en ocho años (en los que los gobiernos de izquierdas han sido mayoritarios en los ayuntamientos) apenas se ha avanzado en lo que se refiere a un aspecto global: la protección de la Inmediata como Bien de Interés Cultural (BIC) y la elaboración de un plan director que rija las intervenciones.

Si bien los memorialistas reconocen que se han llevado a cabo actuaciones «aisladas» por parte de algunos ayuntamientos, que han puesto en valor una pequeña parte, consideran que no son suficientes y que ese patrimonio republicano «sigue siendo muy desconocido y está degradado».

Por ello, lamentan que la creación, en la pasada legislatura de la Asociación de Municipios de la Inmediata, con el objetivo de promover la gestión conjunta de la línea, no haya servido realmente para agilizar el proceso de puesta en valor. «En los primeros cuatro años se impulsaron algunas iniciativas y parecía que la cosa iba en serio. Pero en este mandato, la pandemia paralizó todos los proyectos, que no se han retomado. Todo está por hacer ocho años después», critican.

Actuaciones municipales

Los memorialistas elogian, por ejemplo, que Bétera haya realizado dos campañas de rehabilitación del centro de resistencia del Corral de Quino, y que esté pendiente una tercera campaña. También recuerdan que se han publicado libros que sobre la línea en Riba-roja («ya desfasado con los hallazgos posteriores»), el Puig de Santamaría o Rafelbunyol, y que incluso este último municipio haya catalogado los vestigios y haya rehabilitado el centro de resistencia de Germanels. Además, hay alguna actuación «puntual» en Vilamarxant.

No obstante, estas iniciativas no están coordinadas ni en lo que se refiere a los procedimientos ni tampoco de cara a colocar una señalética unitaria que identifique la red en cada pueblo.

Y además, a todas ellas se suman dos en negativo. Por un lado, la destrucción de una plataforma en el Puig, municipio que alberga junto a Riba-roja la mayor parte de los restos. Por otro, el polémico PAI de Colinas de San Antonio, que amenaza con destruir o desvirtuar un conjunto de elementos de alto valor. Hace días se aprobaba la modificación del plan «sin garantías» para la salvaguarda de ese patrimonio, en opinión del grupo memorialista.

Primera planimetría

Otro de los avances fue la decisión de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias de elaborar una planimetría de toda la línea, que se realizó el año pasado. «Es algo incompleta pero es el primer documento oficial en ese sentido y puede ser la base para establecer el ámbito de protección del BIC», explican. 

"La mayor parte de la línea está en mal estado porque está acolmatada de tierra y está oculta en entornos desconocidos"

Pero la realidad es que la mayor parte de la línea «está en mal estado porque está acolmatada de tierra y está oculta en entornos desconocidos», valoran los expertos, quienes insisten en que la puesta en valor «requeriría de una inversión pequeña en comparación con otros procesos».

Por ello, dadoque en unos días se celebrará la última sesión de la Asamblea de Municipios de laInmediata de esta legislatura, piden un compromiso firme y conjunto para preparar los informes que aseguren que el Consell declare BIC la línea.

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