El hallazgo de un nuevo refugio en El Puig de Santa María

Interior del refugio, de apenas 1,4 metros de altura

Interior del refugio, de apenas 1,4 metros de altura / Julio Badenes

Julio Badenes

Julio Badenes

Hace unos meses recibí la llamada de Carlos Mayordomo Mayorga y de su pareja Anna Soriano Marín, para comunicarme que habían descubierto un refugio de la Guerra Civil, similar a los que han sido hallados en otras zonas de El Puig de Santa María, y que el periódico Levante EMV ha dado a conocer. La pareja me invitó a visitar su casa para mostrarme el importante hallazgo, y poder estudiarlo y conocerlo.

Me acerqué a su domicilio, situado en la calle de Els Furs, número 32, y Carlos y Anna me contaron una curiosa historia. Él es madrileño y ella catalana, sin embargo, les atraía el territorio valenciano y desde hacía unos años iban buscando en él una vivienda en la que estar a gusto. Visitaron, por ello, varias poblaciones de la Comunitat Valenciana, mas cuando llegaron por primera vez a El Puig de Santa María, afirman que fue como un amor a primera vista. Quedaron prendados por el pueblo, su gente, sus costumbres, su rico patrimonio histórico, y decidieron comprar, en el año 2019, una casa situada en la calle Els Furs, en la parte baja de la misma ladera de la montaña de la Patá.

Cuando comenzaron a preparar la casa para habitarla no había ningún indicio de refugio alguno, sin embargo, un día, adecentando el corral se desprendió un trozo de pared y quedó al descubierto un hueco que se adentraba en la misma montaña. Carlos y Anna habían consultado el libro La Línea de Defensa Inmediata en El Puig de Santa María y se percataron de que se trataba de un refugio de la Guerra Civil, es decir, que poseían todo un referente histórico en el interior de su nueva residencia, y tenían muy claro que lo iban a conservar y proteger.

Las dos entradas al refugio, excavado en la montaña

Las dos entradas al refugio, excavado en la montaña / L-EMV

Se trata de un refugio privado de 1,40 m de altura. Tiene dos entradas, y de una a otra hay 7,5 m de distancia, de manera que el interior en donde se refugiaban los moradores y, seguramente, los vecinos, siempre permanecía ventilado. Hablamos, por tanto, de un refugio privado-vecinal, el único que, por ahora, conocemos en la parte oeste de la montaña de la Patá.

Este nuevo refugio es otro elemento de la defensa pasiva de El Puig de Santa María que como protector de la ciudadanía nos lleva a reflexionar sobre los valores de la democracia, y lo nefastas que son las dictaduras, sean del signo que sean. La ciudadanía pugenca republicana, de una ideología, de otra, o de ninguna, tuvo que defenderse de los ataques fascistas de la Pava, nombre que recibían los aviones del ejército franquista que no respetaban una política democrática en la que estaban representados los diferentes partidos.

Cavar y perforar el rodeno

En El Puig de Santa María, muchos vecinos tuvieron la suerte de que sus casas estaban construidas en la misma ladera de las montañas de la Patá y de Santa Barbará. Ello posibilitó que los mismos particulares o vecinos agrupados pudieran, por su cuenta, construir con medios rudimentarios sus propios refugios antiaéreos. Sólo tenían que cavar y con paciencia ir perforando el duro rodeno. No se trataba de construir ningún elemento arquitectónico defensivo-protector sino que la clave estaba en las mismas colinas, en realizar galerías que las penetrasen para poder refugiarse.

Carlos y Anna junto a una de las bocas del refugio

Carlos y Anna junto a una de las bocas del refugio / Julio Badenes

Estos refugios son fruto del miedo, del terror, de la indefensión ante unas bombas que caían indiscriminadamente del cielo, ante la mirada impotente de mayores y de niños, más allá de cualquier credo político. Ante tal barbarie, los pobladores tenían la posibilidad de construir un refugio en su casa y compartirlo con el vecindario, o acudir al refugio público-escolar situado en la montaña del monasterio mercedario.

ADN cultural

Mi agradecimiento a un madrileño y a una catalana que se han convertido en pugencs de adopción, y en todo un ejemplo para la ciudadanía actual de El Puig de Santa María al valorar su patrimonio y estar dispuestos a conocerlo y conservarlo. Para mí esta es la mayor prueba de amor hacía El Puig de Santa María, pues, sin ninguna duda, el patrimonio histórico es nuestro ADN cultural, el que define cuál es nuestra personalidad histórica, nuestra identidad. Y desde la reflexión ético-histórico-política nos permite construir un pueblo y una sociedad más democrática y solidaria.