Luz y memoria en Pego

El archivero municipal muestra en una Casa de Cultura repleta de vecinos fotografías y documentos de la posguerra que reflejan la represión, la sordidez y el terror de la dictadura de Franco

La concejala de Cultura y el archivero municipal, al iniciarse la conferencia sobre la posguerra en Pego

La concejala de Cultura y el archivero municipal, al iniciarse la conferencia sobre la posguerra en Pego / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

“Las tinieblas terminan en tinieblas // Que no terminan”. Es un verso de Jorge Guillén. La memoria es luz en las tinieblas. Pego hace memoria. Su archivero municipal, Joan Miquel Almela, rescata fotografías y documentos de la posguerra. Los vecinos llenan la Casa de Cultura y rememoran o descubren ese pasado no tan lejano de represión, terror y dictadura.

La concejala de Cultura, Laura Castellà, destaca la asistencia: “Sin vosotros no hay nada que hacer. Estamos en un momento en el que la memoria es más necesaria que nunca”. Almela inicia la conferencia y se va la luz. Apagón. Es el signo de los tiempos. Un par de minutos después vuelve la electricidad. Vuelve la memoria. Sí, la reflexión es esa: estos ciclos de memoria democrática son más necesarios que nunca. Pego y Dénia (“Memòria i futur”) se rebelan contra el olvido y la manipulación. Almela subraya que la memoria es el antídoto contra las “fake news”, la mentira y la ignorancia. Max Aub relata en “La gallina ciega”, el libro de su fugaz regreso en 1969 del exilio, que encontró un país “metido hasta el cuello en la ignorancia”. Luz y memoria contra las tinieblas.

Uno de los bocetos de la cruz de los caídos

Uno de los bocetos de la cruz de los caídos / A. P. F.

El archivero de Pego reivindica la memoria justa. Inicia su charla con fotografías del homenaje que en las primeras fiestas tras acabar la Guerra Civil se tributó a los “mártires del terror rojo”. La parafernalia de la dictadura, la Falange y el terror se infiltraba en la vida, la ahogaba. Mientras, la represión era brutal. Los juicios sumarísimos enviaban al paredón a los vencidos. Se ejecutó a 20 vecinos de Pego mientras que otros muchos sufrían exilio, represión o morían en los campos de exterminio nazi (los “Cinc de Pego”).

Asistentes a la charla sobre la posguerra en Pego

Asistentes a la charla sobre la posguerra en Pego / A. P. F.

Otra de las fotografías es la del retrato de Franco que presidía el salón de plenos de Pego. Aquella corporación dominada por la Falange nombró al dictador hijo adoptivo el 1 de abril de 1940. También se depuró la biblioteca municipal. Un tiempo de prohibición de libros es un tiempo de ignorancia. Falange creó su propia biblioteca, cuyo primer libro fue “El sitio del Alcázar”. Almela proyecta las fotografías de 22 de diciembre de 1942 de la concentración falangista de Pego. Asistió el entonces gobernador civil de Alicante, González Vicén, un exaltado “camisa vieja”. Jerarquía, exaltación de la dictadura y una puesta en escena militarizada que infundía terror. Las fiestas de julio también servían para exaltar al dictador.

Fotografía del campo de fútbol de Pego durante los años del franquismo

Fotografía del campo de fútbol de Pego durante los años del franquismo / Levante-EMV

En otra fotografía aparece el lúgubre sacerdote Elías Olmos Canalda. Almela recurre al término “arquitectos del terror” acuñado por el historiador Paul Preston. Este religioso fue uno de esos “artífices del odio”. En sus artículos en “El eco de la Marina” utilizaba una dialéctica siniestra, instigaba el odio y despreciaba a las mujeres. Hablaba de las “tres fuerzas que agusanaban el mundo: el marxismo, la masonería y el judaísmo”. Eso durante la República. Luego, en la posguerra, exaltó al “caudillo enviado de Dios”.

El archivero también proyecta fotografías que retratan ese tiempo de “autarquía, estraperlo y hambre”. Lee una carta que guarda el Arxiu de Pego de un trabajador del cementerio de filiación socialista que, tras la guerra, reniega de sus ideas y se humilla para tratar de mantener el empleo y poder huir de la miseria.

Emigración a Orán: huir de la miseria

La miseria también salta a la vista en una foto de pegolinos embarcados en Torrevieja para emigrar a Orán. La ruta de la emigración, de las pateras y los cayucos, es ahora a la inversa. La memoria también ayuda a entender y promueve la tolerancia y la solidaridad.

El archivero municipal desvela fotografías y bocetos de la cruz de los caídos, monumento atiborrado de símbolos de la Falange y la dictadura. Primero fue de madera. En 1944, el arquitecto José Antonio Pastor Pastor dibujó la apabullante cruz de obra. La primera fase se inauguró en 1952. En 1964, estaba acabada. La cruz se erigió en lo que es hoy el Passeig Cervantes y junto a la escuela construida por la República. Contraste: fanatismo frente a enseñanza. Allí también está el campo de fútbol, en cuya puerta, en la dictadura, también se enaltecía a Franco. La dictadura invadía todos los ámbitos de la vida.

La conferencia de Almela aviva la memoria. Saca a la luz un tiempo no tan lejano, un tiempo de represión, miedo y olvido.