El espectáculo del pueblo

"No parece casar el hecho de fijar altos precios en todos los festejos de la Feria de Fallas con el cambio de perspectiva del nuevo asistente a un espectáculo taurino"

Imagen de archivo de los tendidos de sombra de la plaza de toros de València llenos.

Imagen de archivo de los tendidos de sombra de la plaza de toros de València llenos. / MIGUEL ANGEL MONTESINOS

Jaime Roch

Jaime Roch

Los toros, desgraciadamente, ya no son el espectáculo del pueblo. Y no lo son solamente por los cambios sociales que se han devenido sibilinamente en el nuevo siglo ni el rechazo generalizado por parte de los políticos, que tampoco ayuda nada. Los toros ya no pertenecen al pueblo porque, directamente, el pueblo no puede ir a una corrida de toros. No puede gastarse sus ahorros en asistir a un festejo taurino que les garantice la emoción. Pero, no nos olvidemos, esa incertidumbre de una tarde de toros es una de las mayores grandezas de este acontecimiento único.

Centremos el tiro: Espacios Nautalia 360, la marca de Nautalia Viajes que gestiona la plaza de toros de València, ha vuelto a fijar precios abusivos en la próxima Feria de Fallas de una forma adversa, injusta y casi depredadora. Son altos precios para un público de ocasión. Y todo ello con la imagen reciente del año pasado, una temporada en la que Rafael García Garrido debutaba en València y en la que no se llegó a poner el cartel de "No hay billetes" en un ningún festejo de la temporada. Quiero decir, que en los tendidos valencianos veíamos crecer la ruina cada día de la Feria de Fallas y de la Feria de Julio donde antes residía la esperanza con llenazos de aforo.

Como digo, hay que sumar que la afición a los toros, concretamente en la plaza de toros de València, ha mutado a un público de ocasión, de circunstancia. No es el mismo público de Madrid, plaza en la que García Garrido superó todas las expectativas de aforo el año pasado. Pero es que, lamentablemente, la afición de València no tiene otra. Es verdad que el nuevo público es aquel que persigue la novedad o las circunstancias del éxito sin mayor intención que pasarlo bien, como demuestra la nueva época que ha instaurado la luminosa tauromaquia de Andrés Roca Rey.

Roca Rey durante un muletazo de rodillas en la Maestranza.

Roca Rey durante un muletazo de rodillas en la Maestranza. / Joserra Lozano

Pero la sociedad de hoy en día, esa que todavía se relame las heridas de la pandemia, no puede gastarse 40 euros en la última fila del tendido de sol en todos los carteles. Habrá quien sí se los gaste para ver a los primeros espadas, pero Nautalia Viajes debería de haber reflexionado sobre las entradas vendidas el año pasado y fijar distintos precios respecto al nivel y la entidad de la corrida de toros en cuestión. Y más todavía cuando el primer día de venta de entradas sueltas no se pudieron hacer fotos de las colas en la explanada de las taquillas del coso de la calle Xàtiva.

Claro, no parece casar el hecho de fijar altos precios con el cambio de perspectiva del nuevo asistente a un espectáculo taurino. Y, además, todo ello parece diluirse en un narcisismo plagado de borrosidad en el futuro donde la emoción de una tarde de toros es lo único que no se podrá sustituir. Pero sí abaratar por el bien de todos.

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