'Bunyols' a precio de oro en Fallas

Estaban los bomberos todavía rastreando entre las montañas de cenizas y dolor del edificio quemado en Campanar cuando, en el otro extremo de la ciudad, aparecía ya la avanzadilla de las Fallas: los puestos de 'bunyols'. Este año, a 10 euros la docena. La inflación manda.

Las churrerías ya están aqui.

Las churrerías ya están aqui. / Miguel Angel Montesinos

Isabel Olmos

Isabel Olmos

Estaban los bomberos todavía rastreando entre las montañas de cenizas y dolor del edificio quemado en Campanar cuando, en el otro extremo de la ciudad, aparecía ya la avanzadilla de las Fallas: los puestos de 'bunyols'. Bueno, para ser sinceros, puestos de buñuelos, churros, churros con chocolate, porras, patatas rellenas, fritas... En fin, esa orgía de aceite hirviendo que cubre, como un manto, el cielo de la ciudad, en dura competición con la reina incuestionable de estos días: la pólvora.

Obviando el hecho de que, sin duda alguna, los 'mejores buñuelos están en Madrid' (modo ironía para quienes van justos de percepción), en València la tradición bunyolera también viene de largo. Muchos de nosotros todavía hemos conocido, y existen aún, los tradicionales puestos de 'bunyoleres' en los bajos de las casas, esos locales que servían de dispensario de este manjar tan propio pero también de lugar de encuentro social del barrio. Poco a poco, los controles sanitarios y el siglo XXI, fueron llevando al rincón a muchos de estos espacios hasta convertirlos en invisibles. Por contra, aparecieron los carromatos o, como gusta más decir ahora, los 'food trucks'.

Sea como sea, parece que la inflación impacta fuerte este año. Si ustedes llevan décadas diciendo aquello de 'hay que ver qué barbaridad' mientras recogen el cambio y se retiran discretamente de la cola con su cucurucho de buñuelos a rebosar, prepárense: este año el monedero tendrá que estar más lleno si cabe. Quien lo tenga, que aproveche para descargarse de ese dinerillo en B que atesora porque la docena de buñuelos pueden subir hasta dos euros más que el año pasado. Si entonces el precio oscilaba entre los 6 a 8 euros (más que nada, en función de los metros de distancia del punto de venta con respecto al centro de València), en 2024 llegaremos a las dos cifras, como si de un gin tonic se tratara. Claro, que ahora parece que todo lo que suene a ADN del terreno se ha puesto de moda. 'Esmorzars' a 10 euros, 'bunyols' a 10 euros, 'blanc i negre' a 10 euros, 'esgarraet' a 10 euros.... Qué pena que las únicas palabras que el turista vea en valenciano en casi toda la ciudad sean esas, como si de una reserva india se tratara. Y encima, cara. En nada no nos quedará ni eso. Ya saben, los mejores 'socarrats' los harán donde ustedes saben. Y hasta ahí puedo leer.

'Bunyols' tradicionales en un puesto de la Ribera.

'Bunyols' tradicionales en un puesto de la Ribera. / L-EMV

No quiero acabar este artículo sin recordar los maravillosos buñuelos que hacía mi tía Fina, la hermana de mi abuela materna. Cada día de Sant Josep, la familia íbamos en tropel a felicitar a mi tío Pepito pero antes, como marcaba la tradición, hacíamos una parada obligatoria en casa de mi tía. Había sido cocinera en París durante muchos años y jamás, jamás, probaré unos buñuelos como los que ella hacía. De 'carabassa', viento y mis preferidos, de 'figa'. En la época ahora de la salchipapa, permítanme que huya y me refugie, aunque sea unos instantes, en aquella sencillez de pueblo para resistir. Si ustedes quieren, les hago un hueco. O un 'foradet', como decimos en mi casa.