Opinión | La ventana

Retorno al presente

Viendo campar a sus anchas a la poli por los rincones de las universidades norteamericanas más icónicas, regadas a fondo con posibles de los intocables, me ha asaltado la memoria a base de bien. ¡Ay, la memoria, cuánto acoge, cuánto sopesa! La Onu ha instado a España a adoptar medidas contra las leyes esas de concordia que se han sacado de la manga con tal de negarse a que nos miremos por dentro. Pero quién es Naciones Unidas para meterse en nuestras entretelas. Ni ella ni Cristo que la fundara. Estaría bueno.

Pero sí, ya digo, la persiana del retrovisor se me ha corrido cinco décadas atrás cuando, conocedores en casa de que se preparaba una buena, antes de cerrar la puerta se oyó la voz de mi madre que aún resuena grabada a fuego: «Ten cuidado, hijo». Nada más entrar en la facu llovieron octavillas. La primavera andaba revuelta. Por distintas vías, currantes, militantes rebosantes de clandestinidad y universitarios se dirigieron al rectorado. Insospechadamente su titular permitió la entrada de la caballería y fue todo un espectáculo ver lanzar los pupitres desde las balconadas y contemplar a los potros por las escaleras. Puig Antich fue ejecutado y unos cursos después quien dio las llaves a los grises, para hacer del recinto un sayo, nombrado en plena Transición ministro de Cultura. En cuanto a asignaturas pendientes, malo no era el currículum.

Franco está muerto dentro de un orden. Netanyahu vive y no deja vivir apoyado por ni quien se plantea ponerlo en su sitio y eso que todavía no es Trump por lo que, zamparse las escenas de los campus estadounidenses, cuesta. Claro que para situarnos siempre nos quedará Paul Auster: «El genocidio indio a manos de los colonos blancos y la esclavitud es un veneno presente. El conflicto del racismo seguirá mientras este país no sea capaz de hacer las preguntas correctas, de enfrentarse a su pasado». Tampoco es fácil de explicar que Columbia, además de arder, expulse a la prensa cuando tiene instituido el Pulitzer. A este paso igual se lo dan al No-do.