El reto viral de defecar en el agua obliga a cerrar otra piscina en Cullera

Los gastos que ocasionan estas acciones vandálicas pueden alcanzar los 3.000 euros y se podrían derivar responsabilidades penales si se produjeran contagios

Piscina cerrada al baño en una urbanización de Cullera.

Piscina cerrada al baño en una urbanización de Cullera. / Joan Gimeno

Joan Gimeno

Otra piscina de una urbanización de Cullera ha sufrido en los últimos días, por partida doble, el reto viral que consiste en defecar en el agua, lo que obliga a cerrar temporalmente la instalación. La relación de municipios valencianos que han registrado estos actos de vandalismo en piscinas públicas, municipales en unos casos y de comunidades de propietarios en otros, es larga y de ella forman parte Alzira, Carlet, Elx, Gilet, entre otros. En lo que llevamos de verano son ya media docena las urbanizaciones de vecinos de Cullera las que han tenido que cerrar temporalmente sus piscinas públicas por culpa de este tipo de acciones, algunas de ellas en varias ocasiones.

Nota informativa en una urbanización de Cullera que ha sufrido dos veces seguidas estos actos vandálicos.

Nota informativa en una urbanización de Cullera que ha sufrido dos veces seguidas estos actos vandálicos. / Joan Gimeno

Se trata de actos incívicos que arruinan el baño a los usuarios durante varios días con tal de conseguir unos pocos seguidores en redes sociales, aunque bajo perfiles falsos para no ser identificados. Es algo que está sucediendo en los últimos tiempos demasiada asiduidad y que esta duramente sancionado ya que la gamberrada puede resultar muy cara. En el último caso detectado en Cullera, la comunidad ha alertado de que en el caso de identificar al responsable, el dueño de la vivienda tendrá que asumir el gasto que haya ocasionado.

Cuando se genera una situación de este tipo se debe cambiar o desinfectar el agua para prevenir las infecciones causadas por Cryptosporidium, Giardia, Virus de Hepatitis A, Escherichia Coli 0157:H7 o Shigella, que pueden adquirirse al tragar agua de la piscina si está contaminada.

El agua clorada puede contaminarse por heces en unos pocos minutos, por lo que el protocolo que establece el Real Decreto 742/2013, de 27 de septiembre, art. 12 debe ser aplicado de forma inmediata y pasa por cerrar con urgencia las instalaciones al baño, aplicar un tratamiento de hiper-cloración y sobredepuración del agua y realizar una análisis del agua.

No se puede abrir la piscina al público hasta que el análisis garantice que el agua está en condiciones higiénico-sanitarias óptimas y dentro de los parámetros que marca la normativa, lo que supone mantenerla cerrada de 3 a 5 días, con el consiguiente malestar para los vecinos y los usuarios.

Otra posibilidad más rápida es vaciar completamente la piscina y volverla a llenar con agua nueva, libre de virus y bacterias, perdiendo solo los día que dure este proceso, que resulta económicamente más costoso por el precio del agua. Existen otras alternativas o medidas de refuerzo como filtración-floculación, luz ultravioleta, oxigeno, etc.

La responsabilidad para el autor o autores de estos actos vandálicos son más serias de lo que aparentan, puesto que serán civiles por lo que respecta a las indemnizaciones económicas o penales si hubiera contagios graves a otros usuarios.

Según profesionales del sector consultados por Levante-EMV, los gastos que ocasionan este tipo de acciones “ascienden aproximadamente a 3.000 € en una piscina mediana, por lo que la gamberrada puede resultar muy cara". En el caso de que el autor sea un menor de edad serán sus padres o tutores los obligados a resarcir el daño, recuerdan las mismas fuentes.

En las comunidades de propietarios podría derivarse la responsabilidad al dueño de la vivienda si el autor es alguno de sus ocupantes o inquilinos.