El Consell va a declarar BIC las fiestas de Cullera para protegerlas

La Conselleria de Cultura ya ha incoado el expediente de un festejo que se remonta a 1607

La patrona de Cullera paseada por el mar durante l'Aurora.

La patrona de Cullera paseada por el mar durante l'Aurora. / Joan R. Gimeno

El Consell ha incoado ya el expediente para declarar la Festa de la Mare de Déu del Castell de Cullera como Bien de Interés Cultural (BIC). El objetivo es garantizar la pervivencia de esta manifestación cultural y tutelar la conservación de sus valores tradicionales. La gestión la tendrá el Ayuntamiento de Cullera y el Patronato del Santuario de Nuestra Señora del Castillo de Cullera, junto con todos los actores de esta manifestación inmaterial.

Las Fiestas Mayores de Cullera se inician el viernes posterior al Domingo de Resurrección, aunque, oficial y emocionalmente, comienzan con el acto de la Baixà el día siguiente, sábado. La devoción a la Virgen se manifiesta en una serie de rituales muy arraigados en el territorio. Entre los más singulares e identitarios encontramos, además de la Baixada de la Mare de Déu, la Procesión General y las Auroras de Sant Antoni, La Bega-Port y el Arrabal, que cuentan con una grande e importante participación popular. Una tupida red de individuos y colectivos se encargan cada año de mantener la tradición, que incorpora bailes, danzas y expresiones musicales. 

La devoción estalló tras la conquista del rey Jaime I, auspiciada por la propia devoción mariana del monarca. Las primeras referencias a un ritual festivo las encontramos en1607. Se han encontrado pergaminos que refieren la procesión. En el siglo XVII la fiesta tenía lugar el 25 de marzo. El hecho de que el cultivo más reconocido fuera el arroz permite concluir que marzo era el mes más adecuado para lograr una romería al Castell más participativa. Después es la Virgen la que baja al pueblo. Primero fueron salidas extraordinarias de la imagen para pedirle protección ante sequías, plagas, pérdida de cosechas o inundaciones, y después acabó ritualizándose.

La primera referencia a la Baixada se da el 25 de marzo de 1631. Quizás fuera con motivo de alguna rogativa y después se consolidó su carácter festivo. En 1640 ya estaba consolidada. Primero se llevaba a cabo por las «revoltes velles», hasta que se construyen las «revoltes noves» entre 1806 y 1807, que suman unos 567 metros. Este cambio marcaría el lugar donde la Virgen sería entronizada, la Tauleta, lo que propicia la construcción del Mercado y de la gran escalera imperial.

Las palabras Baixà, Tauleta o Tauleters ya forman parte del léxico emocional del pueblo de Cullera. La Tauleta es un altar, una arquitectura efímera donde se deposita la imagen de la Virgen María cuando llega al pueblo. La Baixà se ha celebrado hasta hoy de manera ininterrumpida, salvo entre 1936 y 1939 por la Guerra Civil y durante la pandemia.

L’Aurora propició hace 60 años que la imagen llegara al mar

A partir de los años 60 del pasado siglo, la fiesta se extendió a otras barriadas. Sale de la Vila, con la iglesia de los Santos Juanes y el Mercado como epicentros y se acerca al mar. La iniciativa, que nace de los marineros y de los vecinos que habían servido en la Marina, se materializa con una romería al amanecer. La Virgen María entra en el mar a hombros de los marineros y pasea por la orilla hasta que sale el sol. Una misa de campaña centra el acto litúrgico. Este modelo será exportado, ya en el siglo XXI, a las barriadas del Arrabal y la Bega-Port.