Las parroquias de la Safor alivian su carga con los cementerios

Almoines y Rafelcofer están en conversaciones para que pasen a gestión municipal, mientras la Font asumirá la futura ampliación

Solo cinco camposantos siguen siendo actualmente propiedad de la Iglesia

El cementerio de Benipeixcar, en Gandia, que es parroquial, ayer. | LEVANTE-EMV

El cementerio de Benipeixcar, en Gandia, que es parroquial, ayer. | LEVANTE-EMV / Toni Álvarez Casanova. Gandia

Solo cinco de la totalidad de los cementerios en los que los vecinos y las vecinas de la comarca de la Safor entierran a sus familiares fallecidos siguen siendo actualmente parroquiales.

El coste de mantener estos recintos, que se incrementa de forma muy importante cuando llega el momento en el que hay que llevar a cabo una ampliación ante la falta de nichos, ha provocado que, poco a poco, las parroquias vayan cediendo su titularidad a las administraciones locales ante la imposibilidad de hacer frente a los gastos que conlleva la gestión diaria de estos espacios, los cuales ya no se cubren con la venta de los nichos.

En estos momentos, los de Palma de Gandia, la Font d’en Carròs, Rafelcofer y Almoines se mantienen en manos de la iglesia. A estos se suma el de Benipeixcar, en Gandia, gestionado por la iglesia de Sant Cristòfol.

Hay uno de ellos que muy pronto saldrá de este listado. El Ayuntamiento de Almoines lleva varios años de negociaciones con la parroquia para lograr la cesión del camposanto. El trámite podría formarlizarse esta misma legislatura, según señala el alcalde, Joan Cardona. El asunto estaba avanzado pero se paralizó con el fallecimiento del anterior párroco pero, como afirma el primer edil, ahora se han retomado con el nuevo titular.

Otro municipio que también está en conversaciones para que la iglesia ceda el camposanto al ayuntamiento es Rafelcofer. Lo confirman a Levante-EMV tanto su alcalde, Josep Montserrat, como el párroco, Marcos Senabre, quienes han mantenido una primera reunión, por lo que la cuestión está en un estado muy embrionario.

El mismo sacerdote está al frente de la parroquia de Sant Antoni Màrtir en la Font d’en Carròs, y, por tanto, del cementerio municipal. El religioso, en conversación con este periódico, reconoce la dificultad que supone la gestión del recinto para la institución religiosa. «Hoy en día la normativa en cuestión sanitaria es mucho más rigurosa que hace dos décadas y luego está la cuestión económica, que ya empieza a ser realmente complicada», señala. Para resolver estas cuestiones, echa mano de los expertos del arzobispado.

El párroco cree que «la gente no es consciente de lo duro que es realmente llevar a cabo la gestión de un cementerio».

Pese a las complicaciones, va saliendo adelante con la ayuda del propio ayuntamiento, la cual, explica «no siempre es monetaria», sino que se traduce en arreglos en el recinto, labores de mantenimiento o cuestiones que precise, pero especialmente por un grupo de personas que colaboran de forma muy activa en su funcionamiento.

Hace unos años, la parroquia invirtió en la construcción de nuevos nichos pero afrontar una ampliación resulta inviable.

Por ese motivo, el ayuntamiento asumirá la futura ampliación con la adquisición y construcción de casetas en unos terrenos colindantes al actual recinto, por lo que el camposanto fontero pasará a tener una gestión mixta entre el ayuntamiento y la parroquia, como confirmaba el alcalde, Pablo Puig.

Las últimas cesiones

El último cementerio que ha pasado a ser municipal es el de Miramar. El ayuntamiento informaba hace unas semanas de que, tras unas negociaciones que se iniciaban a principios de año, había firmado con el párroco la cesión del recinto, una operación que mejorará su gestión y garantiza futuras ampliaciones. Otro donación reciente ha sido la del camposanto de Almiserà, que se formalizó en el año 2022.

En todo caso, el hecho de que los cementerios sean de titularidad pública tampoco garantiza que no haya problemas. De hecho, no son pocos los ejemplos de municipios que han estado a punto de quedarse sin nichos en los que enterrar a sus fallecidos y se han visto obligados a llevar a cabo actuaciones de urgencia.

En Benifairó de la Valldigna, por su parte, llevan años con la construcción de un nuevo cementerio, una obra que surgió y se ha desarrollado con una gran cantidad de problemas burocráticos y urbanísticos.

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El recinto, que es parroquial, pasó a formar parte de la ciudad en 1965 con la anexión

T.Á.C. Gandia

Tal vez mucha gente joven no lo sabe pero en Gandia hay dos cementerios. El que conoce todo el mundo es el municipal, gestionado por el ayuntamiento, donde se entierra a la gran mayoría de vecinos y vecinas que fallecen en la ciudad.

Rozando el término municipal del Real de Gandia se encuentra el cementerio de Sant Cristòfol. Este recinto, a diferencia del que se encuentra en la carretera de Almoines, es parroquial y está gestionado por la iglesia que venera al mismo santo.

¿Cuál es su origen? Este camposanto construido en 1901, como reza el cartel de su puerta, no pertenecía en realidad a Gandia, sino que era de Benipeixcar antes de que este pueblo se anexionara a la capital de la Safor como un distrito en el año 1965 por decreto de Franco. Esa unión suponía que todo lo que formaba parte del antiguo municipio pasaba a integrarse en Gandia, incluida, claro está, la parroquia y, con ella, el cementerio.

Como es lógico, en este espacio se puede enterrar a toda aquella persona que adquiera un nicho. En la mayoría de los casos se trata de ciudadanos que cuentan con arraigo en el barrio o pertenezcan a la parroquia de Sant Cristòfol, entendida dicha pertenencia como que ha cumplido en ella todos sus sacramentos o que participa de la actividad cristiana de esta iglesia.

Se trata de un cementerio pequeño pero aún quedan algunos nichos vacíos para acoger difuntos. De momento, sigue siendo titularidad de la iglesia y muchos feligreses y vecinos de la zona tienen llave para colaborar en su mantenimiento, como ocurre con la mayoría de los camposantos de las iglesias de pueblo.