"Los separé y tuve que sujetar el palo para que no le pegara"

Un testigo relata las humillaciones a las que el dueño de la finca de Torrent sometía a su capataz

El acusado conversa con su letrado durante el juicio.

El acusado conversa con su letrado durante el juicio. / Germán Caballero

El principal testigo del caso por el crimen del capataz de una finca de caballos de Torrent, golpeado presuntamente con un palo por el propietario del criadero, ha reconocido que el día del crimen, 27 de agosto de 2021, vio discutir al acusado con la víctima hasta en dos ocasiones. En la primera de ellas, de buena mañana, vio cómo su jefe le recriminaba a Filipe Da Costa por no haber cambiado un grifo que estaba perdiendo agua. «Me vas a llevar a la ruina hijo de puta», le insultó acaloradamente, según recordó. 

Posteriormente, cuando regresó de limpiar los corrales, se lo encontró de nuevo insultándole y esgrimiendo un palo en la mano. Era aproximadamente la una del mediodía. «Los separé y tuve que sujetar el palo para que no le pegara», asegura este testigo, que aunque no llegó a verle golpearle sí apreció que la víctima tenía unas heridas leves en la frente.

Dicho testigo ha reconocido el arma cuando se la han mostrado en la sala, un palo de vaquero de 1,41 centímetros de longitud, con una extremidad más ancha y robusta. Y ha confirmado que era el palo con el que la víctima atrancaba la puerta. En eso sí que ha coincidido con la manifestado el día anterior por el acusado, cuya defensa trata de acreditar que la muerte se produjo por un golpe de calor.

No obstante, el antiguo trabajador de la finca ha dejado a su exjefe a los pies de los caballos cuando ha comenzado a relatar, ayudado por un intérprete, los presuntos malos tratos a los que éste sometía al capataz. Aunque en su caso a él nunca le pegó, a Filipe sí que asegura que «a veces el jefe le pegaba con lo que tuviera a mano».

Agresiones y humillaciones

Reconoce que presenció estas agresiones unas pocas veces, pero que en la mayoría de ocasiones se encontraba a la víctima con lesiones y cuando le preguntaba, Filipe le decía que no pasaba nada y trataba de ocultárselo.

«Está claro que no eran golpes provocados por un caballo, eran de otra manera», matizó este testigo de cargo, quien confiesa que nunca llegó a intervenir porque le tenía miedo a su jefe. Le dijo de denunciarlo pero Filipe se negaba porque decía que estaba solo y no tenía dónde irse.

También ha recordado un par de episodios de las humillaciones sobre la víctima por parte del acusado que él presenció. Un día lo vio con un cartel colgado al cuello en el que ponía “soy un mentiroso”. Y en otra ocasión su jefe puso a Filipe a caminar de rodillas en la plaza donde aparcan los coches como castigo.

El otro trabajador de la finca afirma que sus manifestaciones iniciales las hizo bajo las indicaciones del acusado y su abogado

Unas cinco horas después del incidente del palo se encontró a la víctima sentado en un banco dentro de la cuadra. «Tenía los ojos como de una persona que se estaba muriendo y tiraba espuma por la boca», relata. Lo zarandeó pero Filipe no podía hablar y acudió a pedir ayuda al patrón. Cuando su jefe regresó del hospital no le dijo que había fallecido, hasta una semana después.

Sobre sus contradicciones respecto a otras declaraciones anteriores en la fase de instrucción, el testigo ha manifestado que en su día dijo lo que el abogado y el acusado –que todavía era su jefe– le indicaron que tenía que contar.

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