Me acerco a mi destino con cierta desazón. Veo desde la autopista el muro infranqueable de Port Saplaya y, la verdad, no me apetece nada. Recuerdo esa cursilada de “la pequeña Venecia” y pienso que nada bueno se puede esconder allí. Pero el reclamo es poderoso. Kike Jiménez acaba de inaugurar un nuevo restaurante y quiero ver de qué va eso. Cruzo las fronteras de ese complejo con pinta de decorado cinematográfico y, pasadas las pizzerías y las pizarras con fotos de paellas congeladas, me encuentro con una plaza tranquila y agradable donde extiende su terraza Trenca Beach. Allí sentado, me olvido del decorado y pienso que hubiera encontrado pocas terrazas más agradables que esta en el centro de la ciudad. Calma, sol, la brisa justa para refrescar las ideas y unas mesas bien vestidas. ¿Quién da mas?

Qué puedes encontrar en Trenca Beach

Trenca Beach es la secuela de Trenca Dish, el restaurante donde Kike Jiménez se convirtió en un cocinero con nombre y apellido. Inauguró aquel restaurante junto al gran Raúl Aleixandre, y, cuando éste abandonó el proyecto, le costó un mundo convencernos de que él solo podría gobernar el restaurante. Cuando ya nos había hecho olvidar a Raúl, dijo que estaba aburrido del oficio, hizo mutis por el foro y nos dejó con un palmo de narices. Pero el aburrimiento de la cocina le duró poco más que a Toni Cantó su hastío por la política y reaparece ahora (tras una temporada de mercenario) con una versión mejorada de Trenca Dish. El nombre, el logo y la carta se parecen enormemente. Cambia aquel interior atractivo y resultón por una terraza confortable. Mantiene los platos y eleva cuando puede la propuesta. Más allá de platos traídos de su antiguo restaurante (como el buñuelo de bacalao o la ensaladilla rusa), Kike desembarca en su nuevo restaurante con nuevos platos en los que plantea una línea de cocina más actual.

Sepia sucia con guisantes.

En parte, recupera el saber hacer que aprendió de Óscar Torrijos, en parte se refugia en platos que respiran mucho mercado. Sin duda, los segundos son los mejores. Aquellos en los que Kike no intenta imitar a nadie, sino simplemente echarle un órdago al mercado. Platos como su sepia sucia con guisantes, sus clóchinas valencianas o su ensaladilla de sepia gamba. No quiero decir que su secreto ibérico con rebozuelos, puré de patata Robuchon y boletus al aroma de haba tonga no esté bueno, pero es que para eso ya hay muchos. A Kike lo quiero en la lonja, comprando producto y guisando con el corazón. Que se equivoquen otros con los experimentos. Él a lo seguro. A la verdad y el producto. En este nuevo espacio Kike apuesta por los arroces secos. Hace bien. La playa pide paella. Los cocina con la variedad Albufera y los saca en un acertado punto de cocción.

Nicol Iordanescu y Kike Jiménez .

En sala, Nicol Iordanescu maneja una carta de vinos interesantes que no termina de conocer. Es una pena. Tiene aptitudes para exhibirse como una gran profesional, pero le faltan conocimientos para poder trabajar el vino con más seguridad. A Kike le gusta beber tanto como comer. Ojalá Nicol se suba al carro y acabe convenciéndonos de que la copa es también una razón para cruzar la frontera de Port Saplaya.