Entrevista | Asaari Bibang Actriz, cómica y escritora

Asaari Bibang: «Ser cómica con conciencia no me hace activista»

La humorista llega a València con «Humor negra», un ‘show’ comprometido y antirracista en el que asegura que, sobre todo, el público del Artea Espai Teatre no solo va a reír, sino a «reír muchísimo»

Asaari Bibang.

Asaari Bibang. / Laurent Leger Adame

Actriz, cómica, presentadora, escritora, columnista... y para algunas personas, también activista, aunque ella se siente más artista «con conciencia». Asaari Bibang llega a València donde mañana, sábado, presentará en Artea Espai Teatre su show «Humor negra», con el desparpajo y el ingenio que la caracterizan, además de guiños a la comunidad afrodescendiente y dardos al racismo pero, sobre todo, risa, mucha risa para todos los públicos.

Está «deseando ya ver al público de València», asegura a Urban Bibang, que también ha escrito el libro Y a pesar de todo, aquí estoy (Bruguera, 2021) y pone su voz en el podcast «No hay negros en el Tíbet».

¿Cuenta la vida en un monólogo o la vida en sí ya es un monólogo? ¿En qué momento hace ‘click’ y decide reírse del racismo y de sus vivencias diarias?

La vida no es un monólogo, es una tragicomedia, pero he decidido sacarle más punta a la parte cómica que a la trágica, lo que es la esencia de «Humor negra». Siempre he sido una niña muy artística y creativa, bailaba desde muy pequeña y con 13-14 años ya llevaba años en teatro; he estado pico-pala desde los 15.

«Humor negra» nace de mi inquietud y en paralelo con mi crecimiento interior, mis cuestionamientos, decepciones y el descubrimiento de mi negritud. Es reflejo de cómo ha cambiado mi visión con los años y ha ido ampliándose mi libertad, porque ahora digo las cosas con una libertad que antes no sentía, que es parte de madurar, de estar cerca de los 40 y de que todo me importe bastante poco... [ríe].

Entonces, ¿estar en el escenario ha sido un empoderamiento?

Absolutamente. Cuando empecé, el público no me conocía y me subía desde un -20, no desde 0. La gente te cuestiona simplemente por ser mujer y negra; la comedia es empatía y yo era la antítesis de lo que ha sido físicamente en este país: hombres blancos. El público también ha necesitado tiempo para responder y situarse en este cambio y dar espacio a la mujer, pero siempre digo que la comedia, al final, es justa.

¿Cómo es el panorama español para una cómica negra?¿Le gustaría tener más compañeras racializadas? ¿Siente que abre camino?

Sí, en el tiempo que llevo en el stand up, al margen de otra compañera y que yo tenga constancia, mi perfil era el único. Ahora, haciendo mucho ruido tenemos, por ejemplo, a Victoria Santos (Vicky White), Makeba y Almu Lasacre... que, ‘a su bola’, están haciendo grandes cosas y creando un entorno que yo antes no veía y que me hace muy feliz. Aunque yo siempre he huido de la palabra referente, que es grandilocuente y supone una carga. 

La llaman activista por hablar de racismo y antirracismo en sus monólogos, ¿está de acuerdo?

No hablo de estos temas para hacer activismo, hago comedia en primera persona y es lo que me atraviesa, como mujer, profesional, madre, ciudadana... No puedo olvidarlo cuando hablo de algunos aspectos de mi vida, pero me dicen que soy activista cuando no es así en absoluto. Hay compañeros hablando de que son calvos o gordos y nadie les dice que hacen activismo por los calvos o contra la gordofobia. ¿Por qué esta forma de medir tan distinta? No lo sé, pero la diferencia está.

Soy cómica con conciencia y perspectiva de género y de mi negritud, pero eso no me convierte en una activista. Me da pena que me lo digan, cuando hay personas que se dejan la piel y la salud, como las compañeras de la ILP de Regularización Ya. En cierta parte, desvirtúa el activismo real. Sí que hago política de mi arte, porque opino que el arte tiene la responsabilidad de ser político y hacer algo más que entretener. 

Esta pregunta no se haría a una cómica blanca, pero ¿cómo es el público de «Humor Negra? ¿Se ríe todo el mundo?

Sí, se puede reír todo el mundo y, es más, «Humor Negra» tiene una cosa preciosa: que ves a gente de 15 y 16 años, mujeres y hombres de 60, comunidad LGTBI, personas mayoritariamente blancas, pero también muchísimas racializadas...La mezcla de público me invita a pensar que lo estoy haciendo bien. Muchas personas se sienten apeladas por este tipo de humor, aunque debo decir que echo mucho en falta a más comunidad afro.

¿Y cómo es el espectáculo?

Yo lo recomiendo a partir de 14 años, es una comedia concisa, contundente y que también entiende la idiosincracia del sitio y la cultura en la que se hace... Al final es comedia, disfrute, y su finalidad principal es que la gente se ría y no solo eso, sino que se rían muchísimo. 

Asaari Bibang.

Asaari Bibang. / Laurent Leger Adame

Y sobre el podcast, ¿cómo definiría el éxito de «No hay negros en el Tíbet»?

Trabajar con Frank T y Lamine Thor es un honor, son buenas personas, a las que quiero y admiro, y dos buenos profesionales. Intentamos tratar temas muy duros y difíciles con humor y eso solo se puede hacer desde la bondad. Hemos creado, a pequeña escala, una comunidad en la que personas que se habían sentido solas con respecto a su negritud, se reconocen. Es hermoso, lo estoy disfrutando muchísimo.

¿Es un espacio de confianza para hablar sin paternalismos de vivencias de la comunidad ‘afro’?

Absolutamente. Hacemos autocrítica, analizamos y reflexionamos... Estamos aprendiendo, creciendo y tenemos nuestras opiniones, pero siempre hay margen para errar y aprender.

¿Esta profesión la expone más al racismo y al hate?

Cuanta más visibilidad más odio, eso está clarísimo. Hay que saber gestionarlo y la suerte es que a mí me ha pillado en un punto de madurez en el que ya era consciente de que esto iba a pasar. Ser mujer y negra es un ‘plus’ y recibes más odio: no es fácil, nadie te prepara para ello y es un daño colateral muy alto. Como las redes sociales han quitado intermediarios entre el público y el artista, la crítica también es más feroz e hiriente, porque va directamente a ti, pero el amor llega igual de directo... y es con lo que me quedo.

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