Un verano en paz

Cerca de un centenar de niños saharauis y 53 ucranianos pasan las vacaciones con familias de acogida de la Comunitat Valenciana

"La experiencia es brutal" aseguran los implicados

Acogida de niños saharauis en verano

F. Bustamante

Mónica Ros

Mónica Ros

Cecilia acogió por primera vez a un niño saharaui en verano con 25 años. Hoy tiene 48 y repite la experiencia con la misma ilusión y, eso sí, años de aprendizaje de un pueblo desconocido para la mayoría que, sin embargo, enamora a quien lo descubre: el pueblo saharaui. Brahim tiene 9 años y este será el segundo verano que pase con Cecilia y con su familia.

Un verano en paz

Un verano en paz / Mónica Ros. valència

Eva y Cecilia se conocen de la falla. Eva tiene ahora 24 años y es el primer verano que acoge a un niño saharaui. Se llama Selma, tiene 7 años y todo lo hace sonriendo.

La veterana en asuntos de acogida familiar y la novata que se estrena este año, reciben a Levante-EMV en la casa familiar de Eva, a remojo. «Les encanta el agua», explican las dos mujeres, riendo. Ellos, que viven en el desierto más árido de Argelia, en los campos de refugiados de Tinduf, con escasez de todo, son embajadores de su pueblo. «Hay que desterrar la idea de que aquí están bien y allí, fatal. Allí tienen a su familia, su mundo, así que ellos disfrutan aquí de un verano increíble pero quieren vivir y estar con su familia. Lo que tenemos que reivindicar es que la situación de este pueblo cambie. El verano las temperaturas son insoportables. Esto es un respiro para ellos, un viaje muy especial, unas vacaciones increíbles. Allí tienen carencia de todo y es increíble la resistencia del pueblo saharaui. L agente no sabe que viven de ‘prestado’ en una tierra que no es la suya, en un desierto donde no se puede vivir. Que tiene sus libertades mermadas, que viven de la ayuda humanitaria y que, aún así, su generosidad es infinita. Hacemos esto por ellos y deberíamos hacer muchísimo más», explica Cecilia, una mujer que, tras su primera acogida estival, no dudó en viajar con su madre a Tinduf para «encontrar» a su primer niño de acogida. «Fuimos allí, con una foto y una linterna. Lo encontramos, a él y a su familia. Y nació mi unión con el pueblo saharaui», recuerda. Es niño de acogida se llamaba Said y hoy es un padre de familia, con dos hijos de 8 y 12 años. Aún mantienen el contacto.

Un verano en paz

Un verano en paz / Mónica Ros. valència

Eva aprende del pueblo saharaui cada día. Le gusta los niños, y se nota. Con ella, Selma ha cumplido los 8 años. Pero el crío, además, pasará por varios médicos especialistas durante su visita a València. «Estas vacaciones son ocio para ellos, por supuesto, pero también suponen la oportunidad para que les vea el dentista, el oftalmólogo... Es la única visita al año que tienen con algunos médicos especialistas», explican las dos mujeres. Eva está encantada con la experiencia. «Es brutal, Selma está encantado pero para mí está siendo muy enriquecedor. Lo recomiendo cien por cien», añade.

Este año, cerca de un centenar de niños y niñas saharauis pasan el verano en la Comunitat Valenciana (60 entre València y Castelló y 37 en Alicante). En España pasan el verano más de 2.800 con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años gracias al programa «Vacaciones en Paz» que se puso en marcha en 1980.

Entre guerra y paz

Un verano a refugio es lo que tiene, también los 53 niños y niñas ucranianas que legaron a principio de julio a la Comunitat Valenciana para pasar el verano en familias de acogida gracias a la Fundación Juntos por la Vida. Tienen entre 6 y 14 años, y la mayoría tenían ya destinada una familia que les han acogido en años anteriores en que los menores han venido en las vacaciones estivales y en Navidad. Pero otros han venido por primera vez a una familia, y para ellos es una experiencia nueva y única. Un respiro entre la violencia que viven.

Son niños y niñas que proceden de Jarkiv, Ivankiv, Irpin y Bucha. Algunas zonas son mas tranquilas, pero todas están sufriendo alarmas diarias, ya que la mayoría de las regiones de Ucrania sigue sufriendo ataques. Allí la población sigue bajo el estrés y la amenaza de los misiles, proyectiles y alarmas, y los menores especialmente. «Por eso necesitan un respiro que les permite este programa de acogida familiar en verano que desde hace años realiza Juntos por la Vida.Los menores podrán tener un verano de paz, ilusión juegos, playa, comer bien, y sobre todo olvidarse de la situación en ucrania», afirma Clara Arnal, presidenta de la entidad en la Comunidad Valenciana.