El calor y la falta de lluvias alargan la temporada de alergias

La dilución de las estaciones alarga el periodo de polen suspendido en el aire, pero los picos son menos pronunciados que en el pasado

Aunque es difícil hacer previsiones, los expertos alertan que si no llueve en primavera habrá más cantidad de partículas en suspensión

Lluís Pérez

Lluís Pérez

¿Es usted alérgico? ¿Espera la llegada de la primavera con preocupación por los picos de polen? Según los expertos, esta intranquilidad debería adelantarse o, incluso, extenderse a otras épocas del año. Es la consecuencia derivada de las altas temperaturas invernales -enero se cerró como el primer mes del año más cálido de la historia- e, incluso, del incremento térmico general experimentado durante los últimos años. La impredecibilidad de las lluvias, su escasez y los episodios de precipitaciones fuera de su periodo habitual tampoco ayuda a prever cómo será la próxima temporada para las personas alérgicas.

El mes de febrero está dejando picos intermitentes del aumento de la concentración de las partículas de ciprés, aunque están dentro de su estación habitual, comprendida entre los meses de diciembre y febrero. "El año pasado se retrasó su polinización y se alargó hasta el mes de marzo, cuando se registraron fuertes picos; pero, por el momento, en la Comunitat Valenciana, los niveles son los habituales", comenta la presidenta de la Asociación Valenciana de Alergología e Inmunología Clínica (AVAIC), Carmen Andreu.

La situación valenciana contrasta con la de otras regiones españolas, en las que se ha disparado la polinización del ciprés como en Córdoba, donde se registraron 1.195 granos de polen por metro cúbico a principios de la semana pasada. En Valencia, como indica Andreu, "hemos tenido algún pico, pero no alejado de lo que tiene que ser". Las cifras así lo reflejan con un pico máximo de 176 granos, registrado el pasado 6 de febrero en la estación del 'cap i casal'.

¿Es bueno que llueva?

Las precipitaciones son otro de los factores que influirán en la evolución de la presencia de partículas de polen concentradas en el aire. ¿Es bueno que llueva o no? Carmen Andreu contesta, aunque con una respuesta más bien abierta: "Es bueno que llueva, pero depende de cuándo lo haga".

Por un lado, la falta de lluvia durante el invierno es positiva para las personas con alergia porque disminuye la polinización de las plantas, especialmente de las herbáceas o gramíneas. "En este escenario, habría una subida suave y mantenida de los niveles de polen suspendido en el aire", indica Andreu. Sin embargo, los episodios de precipitaciones ligeras, como las que se produjeron el pasado viernes, son contraproducentes para los alérgicos.

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¿Cuándo es peor que llueva? "Si hubiera lluvias importantes al principio de la primavera, sí que habría picos importantes -, explica la alergóloga -. Si llueve poco, no habrá mucha polinización". Sin embargo, las precipitaciones en plena primavera son beneficiosas para los alérgicos porque, como explica la experta, "sirven para limpiar el aire y que arrastre las partículas".

Sin lluvia, más ácaros

En cierta manera, que no llueva puede tener su lado positivo, pero también tiene un punto negativo: "Los alérgicos pueden tener más síntomas, aunque haya menos cantidad de polen en el aire", indica la presidenta de AVAIC. Los motivos son varios: el aumento de las partículas contaminantes, como el diésel de los vehículos, o la sequedad en el ambiente.

Ante esta situación, "las vías respiratorias se irritan más, la mucosa desciende y se disparan los síntomas", explica la alergóloga. No solo afecta a las personas alérgicas, sino al resto porque "pueden presentar síntomas similares a las alergias cuando, en realidad, no la padecen".

"Tenemos muchas alergias"

La Comunitat Valenciana es un territorio complejo para los alérgicos, ya que se combina la alta concentración de partículas de polen y, también, de ácaros. "Tenemos alergia a muchas cosas -, explica Andreu-. La humedad es clave". Este factor facilita la proliferación de los ácaros, aunque las temperaturas elevadas de este invierno, ha disminuido el uso de mantas y alfombras, que contribuyen a disparar sus niveles. No es el único elemento a tener en cuenta; también lo son las temperaturas agradables, más habituales en las zonas costeras, que provoca que las plantas polinicen más veces y durante más tiempo.

Como explica la alergóloga, "la polinización se mantiene en el tiempo". Esta circunstancia supone un cambio frente a la estacionalidad habitual, pero ahora la diferencia entre invierno y primavera, por ejemplo, está más difusa. ¿Qué implica esto? "Que la temporada de alergias se extiende desde que empieza el buen tiempo, en febrero, y se prolonga hasta finales de junio", concluye Carmen Andreu.

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