Los embalses del Júcar resisten la falta de lluvia gracias al pico almacenado en abril y mayo de 2022

Las presas de la CHJ se situaron en un 65,91 % en mayo de hace dos años y han permitido esquivar la sequía pese a haber bajado ya quince puntos

Embalse de Benagéber, uno de los que mayor volumen almacenado tiene de la cuenca del Júcar

Embalse de Benagéber, uno de los que mayor volumen almacenado tiene de la cuenca del Júcar / Fernando Bustamante

Minerva Mínguez

Minerva Mínguez

Dos años después de registrarse una de las primaveras más lluviosas de las últimas décadas, parte de la Comunitat Valenciana sigue esquivando la sequía por el agua almacenada entonces. Aquel abril de 2022 fue uno de los meses más fríos y húmedos desde 1986. Las precipitaciones, regulares y prolongadas en el tiempo, fueron incrementando la capacidad de los embalses de la cuenca del Júcar hasta situarse en mayo en un 65,91 %, con 1.882,7 hectómetros.

Aquel episodio ha permitido eludir la grave situación que atraviesa por ejemplo Cataluña, que de seguir así deberá recurrir en verano al agua desalada enviada en barcos desde la planta de tratamiento de Sagunt. La Comunitat Valenciana tiene ocho instalaciones que desde 2015 han triplicado el volumen de agua tratada, pasando de unos 30 hectómetros cúbicos a casi 100, aunque muy lejos de su capacidad.

Aumento muy acusado

El año hidrológico 2020-2021 se cerró con una precipitación anual de 522 mm, por encima de la media de los 31 años anteriores, que fue de 445 mm. En el siguiente se superaron los registros de pluviometría, con más del 73 % de la precipitación recogida a partir del uno de marzo de 2022. El aumento fue muy acusado en abril y mayo. Los cuatro principales sistemas de la CHJ (Júcar, Turia, Mijares y Marina Baja se situaron en cifras cercanas a sus máximos históricos. Ulldecona, Arquillo, Regajo, Forata y Beniarrés estaban, mientras, en el tope de volumen permitido por las normas de explotación.

Embalse de Benagéber, en una imagen de archivo.

Embalse de Benagéber, en una imagen de archivo. / Fernando Bustamante

Los peores números

De los meses de marzo de los últimos cuatro años el de este 2024 es el que peores números arroja. Si en 2021 la capacidad era del 59,64 %, el ejercicio siguiente era del 55,49 %, mientras que en 2023 fue del 62,22 %. Ahora está fijada en el 51,04 %. El volumen almacenado en 2022, mayor que la media de los últimos diez años, permitió atender sin problemas la campaña de riego. Algo que se había mantenido hasta ahora aunque la confederación ya plantea que se activen vías como la reutilización o los pozos de sequía.

Desagüe de fondo en el embalse de Bellús, en primavera de 2023.

Desagüe de fondo en el embalse de Bellús, en primavera de 2023. / Perales Iborra

El organismo de cuenca optó hace semanas por adelantar a este mes de marzo las comisiones de desembalse que suele llevar a cabo más adelante. El objetivo es planificar los recursos de los próximos meses especialmente en los sistemas en situación de emergencia: Marina Alta, Palancia-Los Valles y Cenia-Maestrazgo. En prealerta siguen Mijares-Plana de Castellón, Serpis, Marina Baja y Vinalopó-Alacantí.

En las antípodas

Un escenario en las antípodas de aquella primavera de 2022 cuando la Comunitat Valenciana se situó como la zona de mayor déficit de insolación en España. La provincia de Valencia sumó 47 horas menos de sol que el promedio climático de referencia. En Alicante la anomalía fue de 34 horas menos y en Castellón, 24.

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