Keum Suk, la coreana que dibuja heridas abiertas

La historietista reconocida internacionalmente por "Hierba" presenta en el Salón del Cómic de València "La espera", su nueva novela gráfica

Keum Suk Gendry-Kim en el Salón del Cómic de València

Keum Suk Gendry-Kim en el Salón del Cómic de València / eduardo manzana

Voro Contreras

Voro Contreras

En 1950, la guerra de Corea separó a familias enteras, que quedaron a uno y otro lado de una frontera todavía hoy infranqueable. Tras triunfar internacionalmente con Hierba -una novela gráfica sobre las mujeres coreanas que fueron utilizadas como esclavas sexuales por el ejército japonés antes y durante la II Guerra Mundial-, Keum Suk Gendry-Kim ha reconstruido en La espera el trauma de toda una generación de coreanos que siguen aguardando un reencuentro con los seres queridos que tuvieron que dejar atrás.

Si en Hierba -elegido como el mejor cómic del año por The New York Times o The Guardian- Keum Suk revivía la historia real de una de aquellas esclavas sexuales, en La espera (publicada este año en España), la historietista ha ficcionado las vivencias de tres familias -incluida, la de su propia madre- separadas por la guerra entre las dos coreas.

«Son historias que he mezclado y he convertido en ficción porque hablan de personas que siguen vivas en Corea del Norte. Esta guerra realmente todavía no ha terminado», explica Keum Suk a Levante-EMV horas antes de mantener un encuentro con sus lectores en el Salón del Cómic de València. «Es algo que yo, como toda mi generación, hemos vivido de forma directa a través de nuestros padres. Pero no es mi historia, no me pertenece, es la de la gente de mi entorno que me las ha contado todavía con temor».

Historias dolorosas, trazos sencillos

Este pudor a la hora de contar dolorosas vivencias ajenas -historias «que no me pertenecen», subraya la autora- se transmite a través del blanco y negro y el trazo sencillo pero enérgico con el que Keum Suk llena sus viñetas. «Incluso con un estilo tan sencillo se puede contar una historia compleja -defiende-. Y me gusta darle mucha fuerza a los dibujos porque refleja mi carácter».

Otra marca personal a la hora de afrontar estos relatos de violencia, separación y muerte la vemos en el particular uso que Keum Suk hace de una naturaleza que ocupa las viñetas cuando el mal alcanza su máxima expresión. «Cuando hay una masacre, una destrucción, cuando las personas desaparecen, siempre queda la naturaleza -indica-. Cuando vemos imágenes de Hiroshima y Nagasaki, vemos que después de las bombas la naturaleza sigue ahí, que las flores pueden volver a nacer. Es incluso bello. Ese contraste entre la belleza de la naturaleza y un trasfondo muy duro me parece una metáfora muy potente».

Las vidas reales que Keum Suk relata en Hierba y La espera, ambas protagonizadas por mujeres coreanas como ella, son tan duras como universales. De ahí, quizá, el éxito obtenido en Europa y América. «Cuando las creaba no me las planteaba como una historia coreana, sino como una historia que pudiera apelar a todo tipo de personas en cualquier cultura -revela-. Al final, las historias de guerra, de tanto impacto como estas, pueden darse en cualquier parte del mundo. También la separación de familias es algo que han vivido recientemente muchos países y muchas culturas».

"¿Podría ayudar más a mi madre?"

Otro sentimiento universal que Keum Suk explora en ambos cómics es el de la incomprensión- entre generaciones diferentes. Ella misma, como de forma más o menos directa dibuja en La Espera, reconoce no tener respuesta a si pudo hacer algo más por su madre cuando esta le pedía ayuda para contactar con la hermana que se quedó en Corea del Norte y a la que no ve desde hace siete décadas. «No me dejo de preguntar hasta qué punto puedo ayudarle e incluso si realmente me siento culpable», confiesa.

Así, no resulta extraño que las generaciones más jóvenes de Corea del Sur cada vez muestren menos interés en la reunificación que anhelan sus mayores. «Es algo que siguen muy presente en nuestras vidas, que surge de manera periódica, pero quizá la gente más joven ve a Corea del Norte como una carga, así que cada vez me parece más complicado que la unificación llegue en algún momento», lamenta.

La Corea pobre y arrasada de los años 30, 40 o 50 del siglo pasado que Keum Suk dibuja en sus novelas gráficas es totalmente diferente a la Corea hipermoderna del siglo XXI. “Cuando terminó la ocupación japonesa y la guerra, Corea era uno de los países más pobres del mundo, pero su desarrollo después fue terriblemente rápido -recuerda-. Al fin y al cabo, la gente no tenía nada que perder, los japoneses se lo habían quitado casi todo y lo poco que les quedaba se fue con la disputa con Corea del Norte. Eso creo que ha influido en la personalidad coreana, hay como un afán de superar lo que nos ha sido arrebatado”.

Calamares, parásitos y BTS

Ese afán de superación se ha plasmado en una cultura popular que ha traspasado fronteras, ya sea a través de series como “El juego del calamar”, películas como Parásitos, canciones como las de BTS o cómics como Hierba. “En la época colonial la cultura coreana fue arrasada y ni siquiera podíamos hablar nuestro propio idioma. Cuando Japón se fue hubo como un afán por encontrar la modernidad que nunca habíamos tenido y de contactar y comunicarnos otras culturas diferentes a la nuestra”, explica.

Hay críticos que no han dudado en comparar Hierba con dos obras cumbre de la historia del cómic: Maus, de Art Spiegelman, y Persépolis, de Marjane Satrapi. “Son libros que admiro, así que es un honor para mí -confiesa Keum Suk-. Además, creo que hay una conexión entre ellas. Las tres hablan de cómo la historia se impone sobre las personas y de qué difícil es cerrar las heridas personales si no se cierran las heridas históricas”.  

Keum Suk, autora de "Hierba", durante su entrevista con Levante-EMV.

Keum Suk, autora de "Hierba", durante su entrevista con Levante-EMV. / eduardo manzana