Cuando Madrid también tenía "mascletà" y plantaba fallas

Varios monumentos plantaron en el último siglo y consta su existencia en el Siglo XVIII

Cuando Madrid también tenía "mascletà" y plantaba fallas

Cuando Madrid también tenía "mascletà" y plantaba fallas

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La «mascletà» que se disparará el próximo domingo 18 de febrero en Madrid es el último episodio, y se prevé que uno de los más multitudinarios, si no el que más, de una vinculación nunca desligada entre la capital de España y València y, más concretamente, las Fallas. Que el disparo no es el primero que tiene lugar en aquella ciudad o en sus alrededores es algo que era fácil imaginar.

Evidentemente, nunca se ha disparado algo con tanta magnitud, pero la «mascletà» no es un espectáculo inédito en la Villa y Corte. Ni otros aspectos relacionados con la fiesta mayor. Madrid no ha sido ajena a episodios falleros esporádicos, dentro de una relación que no ha sido hostil, aunque no impide que la relación Madrid-València no haya dado motivo a infinidad de ninots críticos. Pero pequeños bocados falleros en esa ciudad se digieren mejor, a pesar de roces y agravios, que si acontecieran en otros lugares.

En la Plaza Mayor

Viejas fotografías recuerdan que el fuego diurno, disparado por empresas conocidas del mapa pirotécnico valenciano, ya se han celebrado en décadas anteriores. Y décadas quiere decir también otro tiempo. Las más llamativas son las del fondo documental del fotógrafo José Demaría Vázquez «Campúa». En su memoria gráfica puede contemplarse, por ejemplo, el disparo de una «mascletà» -llamada además así: «fuegos diurnos o mascletà»- en la fiesta de San Isidro de 1969. Y lo que es más llamativo, en plena Plaza Mayor. En ellas puede verse al público a una cierta distancia del emparrillado de «masclets», sin ningún tipo de valla de protección. Algo que, ahora mismo, sería impensable no tanto por las medidas de seguridad, que también, como por el hecho de disparar en un espacio reconocido como BIC.

Disparo en la Plaza de España en 1982

Disparo en la Plaza de España en 1982 / Archivo Efe

En la Plaza de España

También hay imágenes de una «mascletà» disparada en la Plaza de España en mayo de 1982. Forma parte de la serie de festejos de los años ochenta, en los que San Isidro tenía un fuego diurno como parte de su programa oficial. En este caso, la imagen de la agencia Efe lleva a la Plaza de España, nuevamente con el público bastante cerca y con los artefactos pirotécnicos rodeando el monumento a Cervantes . Son tiempos en los que la «mascletà» de la plaza municipal de València tampoco tenía, ni por asomo, las medidas de seguridad que se aplican en la actualidad, y que no empezaron a hacerse más severas hasta el año 1988.

La Plaza de España fue uno de los escenarios pensados inicialmente para la «mascletà» de 2024. Pero no reúne prácticamente ninguna condición idónea, más allá de que sería la de mayor sonoridad. Es un lugar irregular, con mucho arbolado, con calles en subida o bajada y túneles.

También en 1982, pero en mayo, consta la celebración de la Exposición Fallera, organizada por el Ayuntamiento de València, Junta Central Fallera y Gremio de Artistas, y que incluyó una muestra de ninots indultados, carteles y otros elementos etnológicos de la fiesta.

Parecidos razonables. También en aquella ocasión se dieron cita mano a mano (como ahora Almeida y Catalá) los dos alcaldes. Ricard Pérez Casado y Enrique Tierno Galván. El primero de ellos dejó clara la declaración de intenciones: «sacar a València del provincianismo que ha caracterizado a las capitales de provincia», además de proclamar «la solidaridad de los pueblos de España». Y también como ahora, las oposiciones lo criticaron. El nacionalismo valenciano en Madrid criticó «el carácter de esta Semana Fallera, que perpetúa los estereotipos más tópicos y manidos del folclore regional, presentados no bajo el aspecto cultural, sino como una mera promoción turística». Y tildaban el apoyo del PSOE a la misma como patrocinador del mundo como «una incoherencia con su pretendida imagen nacionalista, que el PSOE dice defender».

El disparo, por cierto, será en la plaza de la Cibeles (si no hay ningún cambio inesperado). Precisamente la Cibeles fue utilizada como recurso en una de las fallas más míticas de la historia de la fiesta, la del Mercado Central de 1954. La diosa, flanqueada por dos sonrientes leones con sombrero madrileño, sostenía no menos sonrientes la hucha del reparto nacional, siempre desfavorable para València.

Falla de la Cibeles de 1954

Falla de la Cibeles de 1954 / Archivo Ivan Esbrí

Fallas en 1913, 1915, 1932....

Una falla no es difícil de solicitar y contratar. Y hay muestras de ello desde hace más de cien años. Lo desvela la investigación «Les Falles i Madrid. Breu reconstrucció d’uns lligams històrics» de Gil Manuel Hernández. Ahí referencia una falla en Ciudad Lineal en 1913 y otra en la Glorieta de Quevedo en 1915. También consta otra plantada en 1932.

Fallas se han plantado también en la modernidad, pero son casi trampantojos. Son pequeñas muestras. Monumentos que no pasarían de una sección séptima. Una de ellas es itinerante, como la que, realizada por Ximo Esteve, estuvo rulando por diferentes ciudades, incluyendo la Estación de Atocha en 2018 y que auspició Turisme València y Renfe por diferentes lugares. No muy lejos de allí, Getafe sí que tiene consolidado un festejo fallero desde hace veinte años, la «Chamá», una falla en toda regla, durante sus fiestas patronales. También convenciones de todo tipo -empresariales o políticas- se han rematado, en las últimas décadas, con fallas de tamaño reducido.

Las Fallas del Siglo XVIII

Sin embargo, la vinculación más inquietante es la que descubrieron hace unos años el propio Gil Manuel Hernández, Javier Mozas, Josep Lluis Marín y Ricard Catalá, en una investigación en la que descubrían la existencia de construcciones efímeras, realizadas por carpinteros, en el Madrid del Siglo XVIII, y que fueron finalmente suprimidas por orden de la autoridad. Hay que convenir que una construcción de ese estilo, transmitiendo un mensaje crítico o satírico, ni puede ser ni es patrimonio exclusivo de València. Ni siquiera de España, puesto que estos rituales de fuego son comunes en muchas zonas del continente europeo. Sorprende, de todos modos, que fueran realizadas por carpinteros -como en la fábula del origen de las Fallas- y que también incluyeran estructuras formadas por un gran pedestal (el «cadafal») con figuras alusivas encima.

No quiere decir, no demuestra, que las Fallas de València procedan de Madrid, pero sí que determinados usos y costumbres fueran coincidentes, como lo son en lugares remotos del continente. En cualquiera de los casos, hay potentes diferencias respecto a las acciones pretéritas. La más importante, que se prevé una resonancia mucho mayor. Y, por consiguiente, un riesgo también mucho mayor. José Manuel Crespo lo dejó claro en sus valoraciones: la «mascletà» o gusta o no gusta. No es un castillo, que es un tiro a asegurar.

En las redes sociales de los medios de la capital el debate está encendido respecto a aspectos como el coste del espectáculo -nada en comparación a prácticamente ningún gran evento- o en cuestiones como el posible estrés que sufran los animales -un debate trillado y conocido en València-, aunque la zona de disparo tiene una afectación residencial limitada, tal como ocurre en la plaza del Ayuntamiento.

El disparo, de cualquiera de las maneras, no cabe duda que dará que hablar. Como ya dieron que hablar una o dos generaciones atrás .

De los fondos gráficos de José Demaría «Campúa» surge esta «mascletà» disparada en 1969 en un lugar protegido como es la Plaza Mayor, algo que ahora sería abolutamente impensable.

Del archivo de Efe es esta «mascletà» en 1982, en la que el público contempla desde cerca un disparo que rodea el monumento a Cervantes. De cara a la cita de 2024, este escenario se descartó.