Inmortalizar los recuerdos con palillos y un cúter en Aldaia

Juan Lorenzo López tiene 88 años y lleva varias décadas fabricando carruajes en miniatura para evocar a sus tiempos de joven en la Mancha

Lleva más de cincuenta piezas que atesora en el salón de su casa

Juan, junto a uno de sus carros hechos con palillos y un cuter en su casa de Aldaia.

Juan, junto a uno de sus carros hechos con palillos y un cuter en su casa de Aldaia. / V.P.

Violeta Peraita

Violeta Peraita

Si al Juan Lorenzo López de 20 años le dijeran que más de 60 después estaría fabricando artesanía de los carros de mulas que conducía entonces, no lo creería. Ni él, ni tampoco su mujer, Julia López Vallejo, que recuerda con lucidez esos tiempos en los campos de Socuéllamos, Ciudad Real, cuando conoció a un apuesto ("y también muy espabilado", aclara) jovencito que llevaba cada mañana a las trabajadoras de la vid a los campos en un carro impulsado por mulas.

Juan tiene ahora casi 88 años ("los cumplo en mayo", informa) y no nació en Socuéllamos, sino en Albacete, pero recuerda que de niño llegó al pueblo tras perder a su padre en la guerra y allí se quedó. "Lo considero mi pueblo porque allí viví los mejores años de mi vida hasta que nos vinimos a Aldaia", aclara.

Levante-EMV toca a la puerta de Juan un viernes por la tarde. Y no por cualquier cosa, sino porque Juan lleva dos décadas construyendo miniaturas de esos carros que de joven conducía, de esas mulas y de esas trabajadoras a quienes llevaba a los campos todas las mañanas. Se lo enseñó hace unas semanas a Guillermo Luján, alcalde del municipio donde reside, Aldaia.

Juan ha construido más de cincuenta miniaturas creadas con dos materiales: palillos y trozos de madera y una sola herramienta: un cúter. Lo explica en un pequeño balcón en el que tiene cuatro periquitos. Coge un trozo de madera, el cúter y comienza a dar forma al objeto. Lo hace mientras cuenta su historia y mira a la calle. Enfrente, las vías del tren que pasan por Aldaia.

Carros, madera y fábricas

"Llevo 61 años en Aldaia. Nos vinimos aquí porque yo trabajaba con las mulas en el campo y cuando los dueños de las tierras empezaron a comprar tractores, las vendieron y yo me quedé sin trabajo". Empezó trabajando en la obra, después en un taller de madera para puertas y después en una gran fábrica de la que le prejubilaron.

Juan muestra uno de sus carros, creaciones de años que atesora en su casa de Aldaia.

Juan muestra uno de sus carros, creaciones de años que atesora en su casa de Aldaia. / A.A.

Juan era ciclista, cuenta que llegó a correr más de 200 kilómetros y quizás es por su vida de deportista ("no bebo ni fumo", recalca) que se conserva tan bien. Lo de las miniaturas llegó porque una vez jubilado "me aburría" y me acordaba de mi época en el pueblo. "Fui muy feliz allí y es una manera de homenajear, recordar y conservar en mi memoria esa época", dice.

Una afición emocional

Al principio, "me quitaban las maquetas de las manos", vendió algunas y regaló otras tantas pero en su casa mantiene sus creaciones en una estantería llena de carruajes. Cada uno tiene sus particularidades, pero todos son rojos, no porque los que condujo lo fueran, sino porque es el color que más le gusta. Los coge con mimo y cuidado y los enseña a este diario. Tarda lo que tarda en hacerlos porque se pone, "un ratito por la tarde cada día". Le entretiene y le mantiene ligado a sus orígenes a diario.

Es, en el área metropolitana de una gran ciudad, un recuerdo de la España rural de la que vino en los últimos años de la dictadura. Y se quedó. Julia y él enseñan fotos de cuando conducía los carros y también de cuando hizo la mili. "Mira, estos somos nosotros de jóvenes", muestra ella. Al lado, hay un montaje de dos fotos, "ese es mi padre cuando la guerra y ese soy yo en la mili. Somos iguales".