Homenaje en Gilet a una centenaria llena de vida

El ayuntamiento y varias entidades la arroparon para celebrar su cumpleaños

Un momento de la celebración, en los jubilados.

Un momento de la celebración, en los jubilados. / Levante-EMV

Mónica Arribas

Gilet ha rendido homenaje estos días a una centenaria llena de vida, Teresa Padrós Lozano.

Nacida el 8 de octubre de 1923, Teresa fue felicitada por el ayuntamiento en su casa, hasta donde se desplazaron el alcalde, Salva Costa y la  concejala de la Mujer, Bienestar Social, Cultura y Educación, Joana Ureña, para entregarle unas flores y una placa conmemorativa. A esto se sumaron la Joventut Musical Verge de la Estrella de Gilet y la asociación de amas de casa. Pero la celebración no quedó ahí. La asociación de jubilados festejó su cumpleaños en el local y ella siguió demostrando su gran vitalidad.

El alcalde, la concejala y allegados, con Teresa.

El alcalde, la concejala y allegados, con Teresa. / Levante-EMV

Bautizada, como le gusta recalcar, en la iglesia de San Agustín de Valencia capital, Teresa llegó a Gilet hace 50 años. "Antes venía a veranear, pero le gustó tanto que se quedó", relata una vecina.

"Teresa se casó a los 23 años en plena posguerra con Miguel Morató, quien fuera modelo de Mariano Benlliure en el cuadro de Escuela Moruna. Tuvo tres hijos, dos niñas y un niño, aunque este último falleció joven. Hoy tiene cuatro nietos y cuatro bisnietos", añade.

En su larga vida no faltaron momentos duros, como cuando padeció un cáncer del que pudo escapar gracias a los tratamientos de la prestigiosa doctora Ana Lluch.

"Buena cocinera reconocida en los alrededores, su experiencia en los fogones empezó a los 10 años sirviendo en casa ajena, como era habitual en aquellos tiempos, faena que acompañaba con la custodia de los niños de la casa", explicaba la vecina.

Teresa, en la fiesta de los jubilados.

Teresa, en la fiesta de los jubilados. / Levante-EMV

También trabajó en el cementerio de Valencia limpiando lápidas. De aquellos tiempos recuerda cómo se acostumbrada, después de cada entierro, comer morcillas en aceite en "les tendetes" de enfrente. Como trabajadora del cementerio, tuvo el privilegio de ver terminada la tumba de Blasco Ibáñez con sus adornos y detalles antes de que fuera destruida por el régimen. "Era preciós", afirma al recordarlo.

Trabajadora incansable, supo crear una familia unida que se ocupa de ella en la actualidad, explicaba una vecina a Levante-EMV. "Va en silla de ruedas pero porque se cansa, pero está de salud divina", añadía desde una localidad donde Teresa se ha sabido ganar afectos.