REFLEXIONES

De la investigación militar a la investigación por la paz y el desarrollo

Capitolina Díaz Martínez

Capitolina Díaz Martínez

En 1982, la socióloga y premio Nobel de la Paz, Alva Myrdal, tras un largo estudio concluyó que «lo que nuestro mundo necesita hoy es una transferencia a gran escala del talento intelectual de la investigación militar en investigación para la paz y el desarrollo».

Leer en nuestra prensa y ver en nuestras televisiones el sufrimiento de Ucrania (y también de Rusia, que, aunque atacante, su población sufre) nos estremece. Claro que nos estremece. Este estremecimiento y dolor nos puede llevar y de hecho nos está llevando a pensar que lo que conviene es realizar más inversión en armamento. Más inversión quiere decir más investigación militar y mas desarrollo industrial armamentístico. Gracias a las modernas armas (inteligentes, creo que les llaman a algunas) esta guerra está destrozando ciudades, industrias y matando personas a un doloroso ritmo y amenaza con seguir haciéndolo meses y meses.

¿No sería más sensato, a estas alturas civilizatorias del siglo XXI, pensar no en más armas sino en más investigación sobre la prevención de conflictos bélicos y para la paz?

La misma Alva Myrdal ya había abogado en 1980 por el establecimiento de un foro internacional, no oficial pero poderoso para la gestión de las precrisis bélicas. Es cierto que hay algunos foros en el mundo que apuntan a la paz, pero ninguno ha conseguido convertirse en una referencia internacional, en un agente capaz de intervenir en las agendas mundiales. Entre otras cosas (la gran economía de la guerra y el hábito de pensar desde el poder y la fuerza, por ejemplo) porque la demanda del tal poderoso foro por la paz formaba parte de una trilogía cuyos otros dos términos tampoco se han llevado a cabo. A saber, un gran movimiento social de resistencia contra la guerra y una educación para la paz. En sus propias palabras «Hemos de crear un movimiento de resistencia de la opinión pública contra la propaganda de guerra». ¿Tenemos tal movimiento? Claro que no. Respecto a la educación, entendía que era preciso reenfocar la educación y la investigación sobre la paz para conseguir que las instituciones científicas y sus publicaciones versasen sobre temas relacionados con la paz. Su análisis le hizo ver cómo las ciencias experimentales se dirigían con frecuencia hacia investigaciones militares mientras las ciencias sociales eran ignoradas y trivializadas. Aún coincidiendo con ella en esto, me temo que, hoy en día, y en pleno dolor por la guerra en Ucrania, ni siquiera las ciencias sociales trabajan apreciablemente en favor de la paz.

A pesar de los avisos de Alva Myrdal de comienzos de los 80, cuando no teníamos tan cerca la guerra, seguimos sin sostener, de manera solvente, ninguno de los tres pilares de su trilogía: ni nos resistimos -en la calle o con la palabra- a la propaganda de guerra, ni lo hacemos en nuestra investigación y educación diarias, ni reforzamos las asociaciones por la paz. Este mirar para otro lado y esta pasividad colectiva, nos lleva -sin que nadie pueda sorprenderse- a que nuestros gobernantes españoles y europeos, ante la guerra abierta, prioricen dedicar parte de nuestros recursos a la investigación o compra para la guerra en lugar de investigación y gasto en prevenirla. Mantener estas guerras me parece un fracaso civilizatorio.