Carcaixent apremia a la Generalitat a desatascar la compra del monasterio

La alcaldesa reconoce que la operación inmobiliaria es compleja, pero emplaza a que «sea una realidad»

Entrada del Monestir de Santa Maria d’Aigües Vives, en una imagen de archivo.

Entrada del Monestir de Santa Maria d’Aigües Vives, en una imagen de archivo. / PERALES IBORRA

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

El Ayuntamiento de Carcaixent confía en que pronto pueda desatascarse la operación de compra del Monestir de Santa Maria d’Aigües Vives por parte del Consell. El nuevo gobierno de la ciudad incluye el proyecto entre sus anhelos, aunque la alcaldesa, Carolina Almiñana, reconoce que no será sencillo. Hasta que no se realice la operación inmobiliaria, se desconoce qué uso tendrá el antiguo cenobio.

Almiñana asegura a Levante-EMV que el nuevo ejecutivo de la Generalitat «está bastante interesado» en cerrar la operación, un deseo que comparte el consistorio. «Vamos a estar encima del tema, es lo único que podemos hacer ya que, como pueblo, no podemos asumir la compra. Pero sí que está en nuestra mano insistir las veces que sea necesario. Entendemos que tiene que ser una realidad», expone la alcaldesa.

El proceso, en palabras de la propia Almiñana, «se ha quedado atascado». Por un lado, se encuentra la propia complejidad de la operación. «Hay varios acreedores de por medio y eso nunca es fácil», subraya. Otra variante a tener en cuenta es el cambio de gestores tanto en el consistorio como en el Consell. «Tenemos muchas reuniones por delante. Lo que está claro es que no vamos a dejarlo morir», asegura la alcaldesa de Carcaixent.

A finales del año 2021, el Govern del Botànic incluyó la compra del monasterio como uno de los proyectos a realizar de entre los diversos seleccionados de sus presupuestos participativos. Ya entonces, se estimó una inversión cercana a los diez millones de euros, con los que asumir tanto la compra del antiguo cenobio como su necesaria rehabilitación. La propuesta ciudadana planteaba la posibilidad de convertir el inmueble en un centro de educación medioambiental, aunque lo cierto es que su futuro uso no quedará definido hasta que se ejecute la transacción.

El monasterio, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), tiene su origen en el siglo XVI. El empresario de Carcaixent José Antonio Vidal adquirió a finales de los años setenta el conjunto para convertirlo en hotel -en aquellos momentos también se utilizó como salón de banquetes y convenciones-, si bien la aventura empresarial tuvo poco recorrido y el edificio permaneció un tiempo cerrado hasta su adquisición en 1995 por el empresario gandiense Tano. El negocio se mantuvo activo durante años hasta que la empresa que gestionaba el negocio entrara en concurso de acreedores y éste derivara en el cierre, ya en la pasada década.

El edificio ha sufrido, desde entonces, sucesivos intentos de robo en los últimos años. También se ha visto afectado por un deterioro creciente ante la falta de actividad, especialmente por la aparición de goteras. Las filtraciones llegaron a amenazar seriamente su estructura. De hecho, el Síndic de Greuges instó a la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte a tener una mayor implicación en la conservación y mantenimiento del monasterio tras la denuncia presentada por el Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural. El gobierno autonómico promovió entonces una actuación de urgencia para frenar los problemas más acuciantes.

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