La Fira Modernista brinda a Carcaixent beneficios y mucha proyección social
Un estudio destaca la gran labor que la feria ha realizado desde su creación para rescatar y divulgar la historia y el patrimonio de la ciudad
La Fira Modernista de Carcaixent se ha convertido en una marca que potencia la imagen de una ciudad que, a través de su historia y patrimonio vinculado a la época de esplendor de la naranja, redescubre unos encantos que atraen cada vez más miradas. Además, se ha consolidado en el calendario como una cita de referencia gracias la colaboración del tejido vecinal, cuya labor permite multiplicar hasta por seis la inversión económica municipal.
Origen naranjero
Estas son, entre otras, algunas de las conclusiones a las que llega el estudio sobre la feria realizado por el carcaixentí Pau Àlvarez, diseñador de algunos de sus carteles y gestor cultural. Para el autor, son cuatro los pilares que sostienen el éxito de una feria que todavía no ha alcanzado las diez ediciones, pero se ha consolidado como uno de los grandes atractivos de la población. Por un lado, se encuentra su repercusión económica. El trabajo destaca cómo el presupuesto de la última edición, la de 2023, alcanzó los 114.000 euros. Mientras que, según el estudio que encargó el ayuntamiento en el año 2019 cifró el gasto medio en unos 23,6 euros por visitante, lo que representaba una inyección de más de 700.000 euros, «sin contar el gasto en el comercio local, los puestos de artesanía o la inversión en indumentaria», especifica. Por ello, afirma que la Fira Modernista tiene un retorno económico garantizado.
Igualmente, señala la importancia de haber generado una marca que es cada vez más reconocida y lo vincula, también, al intento por lanzar un sello de naranjas propio. «El nacimiento de una feria dedicada a la naranja es muy positivo. El mundo del campo y de la cultura van de la mano y se le da un valor añadido al patrimonio, la historia y el cultivo de Carcaixent», comenta Àlvarez al respecto.
Colaboración vecinal
De igual modo, subraya la importancia de haber creado, a través de la feria modernista, «un espacio de activación ciudadana a partir de un espacio cultural»; ya que uno de los aspectos por los que destaca es el de «la colaboración del tejido vecinal». «La Fira ha crecido de forma orgánica, impulsada por un gran movimiento de voluntariado. Cada año se reúnen personas que piensan de formas muy diferentes y que están dispuestas a aportar su grano de arena para la organización. Se ha demostrado que Carcaixent es un pueblo muy activo, como demuestra el hecho de que gran parte de las asociaciones locales participen en ella», añade.
Por último, pero no menos importante, «gracias a la Fira Modernista se ha recuperado una parte muy importante de la historia y el patrimonio de Carcaixent». De hecho, cada año se hace una gran labor de investigación que permite rescatar una parte del pasado local. «La importancia de la feria es que no se puede replicar, al 100 %, porque cuenta nuestra historia. Muchas ciudades poseen un legado modernista, pero nosotros contamos las vivencias de nuestros padres o abuelos, que son únicas», concluye Àlvarez.
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