Historia de la Coronación de la Virgen de los Desamparados

el obispo viudo que promovió la coronación

el obispo viudo que promovió la coronación

el obispo viudo que promovió la coronación / Baltasar Bueno

Baltasar Bueno

Baltasar Bueno

Se cumple el primer centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados, la más importante seña de identidad religiosa del pueblo valenciano, la que desde el siglo XV en que la creamos los propios valencianos, está entrañablemente ligada a la interesante e intensa historia de Valencia.

Fue un Obispo viudo el promotor principal e impulsor de la idea de coronar canónicamente a la Virgen de los Desamparados como Patrona de Valencia, Enrique Reig y Casanova, nacido en Valencia, en el número 1 de la calle Eixarchs, junto a la Iglesia de los Santos Juanes, donde fue bautizado, en 1859. De pequeño marchó con su familia a Agullent, porque su madre era de allí. Estudió en Xàtiva el bachiller y entró en el Seminario de la Presentación y Santo Tomás de Villanueva. Interrumpió sus estudios teológicos y cursó Derecho en la Universidad de Valencia, tiempo en el que se casó con una prima suya, Francisca Albert Reig, con la que tuvo dos hijos. Madre e hijos murieron a causa del cólera.

el obispo viudo que promovió la coronación

el obispo viudo que promovió la coronación / Baltasar Bueno

Ya viudo, terminó la Teología y fue ordenado sacerdote. Reclamado por obispos que fueron compañeros de estudios suyos, se desempeñó en diversos cargos eclesiásticos en Mallorca, Toledo y Madrid, donde fue nombrado Auditor del Tribunal de la Rota.

Elegido Obispo en 1914, fue designado para Barcelona y en 1920 Arzobispo de Valencia. Aquí estuvo poco tiempo también, ya que al poco de llegar el Papa Pío XI le nombró el 11 de diciembre de 1922 cardenal y le asignó el Arzobispado de Toledo, que llevaba asignado el cargo de Primado de España, el cargo más importante por entonces de la Iglesia católica en nuestra nación. Valencia le tiene dedicada una avenida llamada Primado Reig.

Este hecho hizo que se adelantara la Coronación de la Virgen dos años antes de lo en principio previsto. Enrique Reig, a pesar de haber sido nombrado en diciembre arzobispo de Toledo no abandonó Valencia hasta pasada la coronación en mayo siguiente, seis meses después del tiempo que le correspondía, porque se empeñó en coronar él mismo a la Virgen de los Desamparados.

El arzobispo Reig solicitó al papa Benedicto XV el 1 de septiembre de 1921 que concediera «el honor insigne de la solemne Coronación a la Imagen de la Bienaventurada Virgen María, la que bajo el tiernísimo título de Madre de Desamparados –Matris Desertorum- es venerada en esta ciudad y honrada con no interrumpido y cordial culto por los fieles… la gracia de ceñir solemnemente la cabeza de la venerada Imagen con corona de oro adornada de piedras preciosas». El 15 de octubre de ese mismo año, el Cardenal Rafael Merry del Val contestaba comunicando la autorización de la coronación que había concedido el papa Pío X. Reig comenzó a mover a toda la sociedad valenciana. Convocó una Asamblea Magna de Caballeros y otra de Señoras donde reunió a las fuerzas vivas, los cargos públicos, nobleza, colegios profesionales, Universidad, asociaciones y entidades económicas y culturales, patricios, empresarios, … todos, la inmensa mayoría de los invitados, acudieron a su llamamiento.

Les expuso la idea y puso en marcha una Junta de Fiestas y varias comisiones y subcomisiones: propaganda, cabalgata, adornos callejeros, alojamiento de forasteros, procesión, retablo, artística, actos religiosos, económica, … La comisión de la procesión invitó a las parroquias de los pueblos cercanos o que tuvieran facilidad de transporte a participar con cruz alzada y sus imágenes titulares.

Invitados los reyes de España

El prelado, con los condes de Montornés y Altea , acudió al Palacio Real a una audiencia conseguida por el alcalde Juan Artal para proponer a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia ostentaran la presidencia de honor de las fiestas de la coronación, invitándoles a las mismas.

Victor Espinós escribió para las fiestas de la Coronación una obra de teatro titulada «¡Salve!, retablo mariano», que se representó los días 15 al 18 de mayo de 1923 en el Teatro Principal y en la que intervinieron 500 personas entre actores, actrices y figurantes. Aparte de misiones, asambleas marianas, conferencias, actos culturales, obras de caridad, hubo contribuciones curiosas como la de la Federación Esperantista Levantina, dedicada al cultivo del idioma universal Esperanto, que organizaron el primer Congreso de Esperantistas Ibéricos, donde se trató, entre otros temas, del Esperanto y la Religión.

Arriba, la corona realizada por Sugrañes e impuesta en 1923. Abajo, Enrique Reig, que da nombre a la avenida Primado Reig.

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