Choque entre el cura de Santa Catalina y doce campaneros

El cambio de párroco en la iglesia del Ciutat Vella ha abierto una brecha con la asociación Mestres Campaners, que lleva tres años intentando recuperar el sonido original del templo

Los campaneros denuncian que el cura no les permite reunirse con la dirección general de Patrimonio y en el arzobispado indican que hay otras prioridades

Choque entre el cura de Santa Catalina y doce campaneros.

Choque entre el cura de Santa Catalina y doce campaneros. / Francisco Calabuig

Claudio Moreno

Claudio Moreno

Las campanas de València no doblan pero podrían hacerlo por la relación, completamente muerta, entre el cura de Santa Catalina y los doce integrantes de la asociación Mestres Campaners. Reunidos a los pies de la Iglesia de San Valero, seis de ellos denuncian que el actual párroco de Santa Catalina está bloqueando la iniciativa de la asociación para captar fondos con los que refundir el juego completo de seis campanas fabricadas originalmente en Whitechapel en 1729. Y no entienden el motivo.

«Aquellas campanas desaparecieron a lo largo del siglo XIX por rotura y el resto en el XX. De momento hemos conseguido la refundición de la más pequeña, pagada entre la aportación popular y un inversor privado, y la grande gracias a la inversión de la Generalitat. Faltarían las otras cuatro para completar el juego de campanas con perfil inglés. Para ello hemos tenido sesiones de trabajo durante tres años con diferentes instituciones y todas, a diferentes niveles y de todos los partidos, han apoyado nuestro plan. Pero el cura se opone y nos ha expulsado del proyecto. Está yendo en contra del patrimonio de los valencianos», lamentan.

No siempre fue así, la relación de Mestres Campaners con el anterior párroco de Santa Catalina la califican de excelente, pero don Paco Ruiz se jubiló en 2020 y falleció en 2022, abriéndose una nueva etapa de enfrentamientos —a veces, dicen, de índole personal— entre el rector actual y unos campaneros históricamente vinculados al templo de Ciutat Vella. Además, de la citada asociación se escindieron varias personas que habrían entrado a trabajar en dependencias parroquiales, algo que los campaneros identifican como otra brecha con el cura.

No obstante, más allá de la evidente falta de afinidad, los campaneros que intentan hacer sonar la torre de Santa Catalina como en el siglo XVIII, creen que podría haber otro motivo para que el cura les haya impedido reunirse con la dirección general de Patrimonio: la iglesia tiene una filtración en el techo y necesita un arreglo urgente, con lo que la instalación de las réplicas no sería una cuestión prioritaria, máxime cuando hay otras cuatro campanas diferentes en restauración —sin el perfil origina— que se instalarán demanera provisional.

Precisamente, fuentes del arzobispado indican que el proyecto concertado con la Generalitat es la resturación en Cáceres de estas otras cuatro campanas, que serán incorporadas junto con una nueva a mediados de abril a Santa Catalina, y que el cura en ningún momento se ha separado de este primer proyecto. La refundición sería una fase futura, pero antes urge conseguir el favor de Patrimonio, insisten, para arreglar el socavón del techo.

Campanas tiradas por bueyes y una fiesta que degenera en batalla

Según relata Vicent Mesa, fundador de Mestres Campaners y último campanero con contrato de València, la junta parroquial de Santa Catalina decidió en el siglo XVIII traer piezas del barrio de Whitechapel, en Londres, porque sonaban mejor que las valencianas. «Los cronistas de la época decían que las campanas locales sonaban a barreño», cuenta. De este modo, los responsables de la iglesia gótica de Ciutat Vella importaron seis piezas en barco hasta el puerto de València, y de ahí las acarrearon hasta la iglesia con mulas y bueyes engalanados para la ocasión. Aquello fue un acontecimiento grandísimo, sigue explicando Mesa. Los animales llegaron al templo, las campanas fueron subidas a la torre de Santa Catalina y se armó tal júbilo que —según contaron los cronistas de la época— degeneró en un enfrentamiento con las parroquias vecinas. «En las iglesias de los Santos Juanes y San Martín Obispo decían que sus campanas eran mejores. Tuvo que intervenir la fuerza publica porque aquello acabó en desordenes públicos», relata el presidente de la asociación que ahora trata de recuperar el sonido original de uno de los templos más destacados de la ciudad de València.