El dominico Vicente Botella pide "un ambiente en la Iglesia en la que pueda enraizar la fe"

El fraile dominico reconoce que "parece que la fe no es un marco de referencia aceptado por todos"

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

El dominico Vicente Botella ha apelado a la necesidad de la Iglesia de “ofrecer un ambiente de vida en la que pueda enraizar la fe” en su homilía dedicada a San Vicente Ferrer durante la misa mayor del día del patrón, en el que ha recordado las dificultades en ahondar la fe en el contexto actual. “Proximidad, visibilidad y testimonio de la fe explican la vida de nuestro santo y siguen siendo clave para la vocación cristiana y puede ser más ahora que en nuestros días, teniendo en cuenta el contexto en el que nos toca vivir. En un tiempo en el que a la fe apenas cuenta y le cuesta enraizar socialmente. ¿No deberíamos darnos cuenta aquellos que nos declaramos abiertamente ser devotos del mestre Vicent? ¿Al celebrar la fiesta no nos debemos dejar de interpelar por su testimonio? ¿Ocultamos nuestra fe, que parece que la fe no es un marco de referencia no aceptado por todos? Y también, como Iglesia, ofreciendo un ambiente de vida en la que pueda enraizar la fe de otros?”.

Mª José Ferrer San Segundo, Mónica Gil y María José Catalá

Mª José Ferrer San Segundo, Mónica Gil, María José Catalá y la Honorable Clavariesa / Fernando Bustamante

Contemplación y predicación

El fraile ha destacado los lugares clave de la vida del “pare Vicent” para explicar el origen de su labor pastoral: la Casa Natal y el Convento de Predicadores, tan cerca uno de otro. Vicent quedó impactado por dos elementos del carisma dominico. “el estudio contemplativo y la predicación. Estudiar para conocer el proyecto de Dios y transmitirlo mejor cuando sea necesario. Es un medio al servicio de la predicación. Vicent quedó impacto por este programa y quiso hacerlo suyo. Estaba llamado a desarrollar una labor predicadora. Su predicación llamó cada vez la atención porque había autoridad, que completaban los milagros. Y facilitaba que la “bona gent”, de cualquier pueblo, lo entendiera. La gente creía en lo que decía San Vicente porque actuaba la fuerza del Dios del reino y su enviado Jesucristo. Nuestro santo era un testigo de la fe que ayudó a socializar la experiencia creyente de muchos”.