«Nuestras familias estarían orgullosas de ver que el Castell de Alaquàs es del pueblo»

Descendientes de las familias que cuidaban el palacio de Alaquàs y de personajes clave en su salvaguarda en el siglo XX reviven recuerdos

E. Bennet

Desde que Jaume García de Aguilar construyó el Castell de Alaquàs, a principios del siglo XVI, décadas después de que Úrsula Aguilar comprara el señorío a la familia Vilaragut, siempre ha habido familias que se encargaron de cuidarlo por orden de la propiedad. En cada momento han tenido unas funciones y una denominación (caseros, guardianes, «castelleros» o administradores, entre otros), tal y como ha documentado el investigador local Adrià Hernández. En el siglo XVII, eran los Mijo Mandoll, moriscos que se salvaron de la expulsión. Y las últimas fueron la familia Planells (antes de la guerra civil), los Mengod-Lozano (en la postguerra) y Ramón López (hasta la expropiación en 2003). 

Descendientes de las dos primeras familias participaron en una mesa redonda en el Castell, junto Carlos Peiró, bisnieto del alcalde Joaquín Vento, que en 1918 encabezó una movilización para salvar el palacio, que acabó con su declaración de monumento nacional. También se sumó al diálogo el investigador Rafael Roca, experto en la figura de Carmel Bauxauli, activista que en 1928 frenó la demolición del Castell aunque se perdió la llamada cuarta torre. Y entre el público estaba Raquel Giménez, tataranieta del Julio Giménez, que fue administrador de los Manfredi (la rama descendiente del linaje en Cremona, Italia) a finales del siglo XIX y posteriormente propietario hasta 1918.

La mesa redonda formaba parte de los actos por los 20 años de la expropiación, que ha organizado el consistorio con el patrocinio de Caixa Popular y la colaboración de Alaquàs Debat y Quaderns d’Investigació, dentro de la programación de la muestra «Un Castell per al poble en notícies de Laura Sena», la actual delegada de l’Horta de Levante-EMV, que está comisariada por el investigador Tomás Roselló. Estuvo presentada por la periodista del Ayuntamiento de Alaquàs, Verónica Castillo, y moderada por Pilar Moreno, su homóloga en Albal y coordinadora de la Xarxa d’Emissores Municipals.

El público asistente a la mesa redonda, con el alcalde y representantes de Caixa Popular en primera fila.

El público asistente a la mesa redonda, con el alcalde y representantes de Caixa Popular en primera fila. / A.A.

En el diálogo, Amparo Mengod (hija de Luis Mengod y Amparo Lozano) explicó como la familia propietaria de la época, Lassala, contrató a su padre, que era ebanista, para realizar reparaciones en artesonados y ventanas del palacio, y le ofreció vivir en las dependencias que había habilitadas. Y a su madre se le encargó que leyera en voz alta durante las sesiones de trabajo de las operarias que confeccionaban alfombras (durante un tiempo la propiedad tuvo ese negocio allí) para evitar que se despistaran. «Mis padres vivieron la expropiación con emoción. Y yo estoy superorgullosa de ser de Alaquàs», dijo.

Por su parte, Rafa Palop, de la familia de los «castelleros», hizo un repaso de muchos de los personajes de su familia y su vinculación al palacio. «Mi madre tenía que ir todos los meses a València a entregar dos gallinas y otros productos como pago de la renta al señor. Hoy estaría orgullosa de que personas que vinieron aquí sin saber leer, gracias a la escuela de adultos, hoy hablan de cultura», expresó. Palop también recordó a su tía «Maria la monja, alias sor Citroën» y a sus familiares que nacieron y se criaron entre los muros del monumento.

«Mi madre tenía que ir todos los meses a València a entregar dos gallinas y otros productos como pago de la renta al señor. Hoy estaría orgullosa de que personas que vinieron aquí sin saber leer, gracias a la escuela de adultos, hoy hablan de cultura»

En el terreno institucional, Carlos Peiró recordó que Joaquín Vento detectó que el Castell estaba en peligro en 1918 y «movió sus hilos» para que José y Mariano Benlliure, cuya madre era de Alaquàs, actuaran. «Incluso también intentó que se realizara una expropiación en aquella época, lo que no pudo ser. También organizó los Jocs Florals en el Castell en 1920, cuando siempre se hacían en València», indico Peiró. Y sobre la adquisión en 2003 por el ayuntamiento, el bisnieto de Vento valoró que «la familia que era propietaria cobró de forma justa y ahora el Castell es del pueblo». «La restauración quedó muy bien. Hay gente que discrepa pero a mí me gusta», añadió.

Raquel Giménez explicó que saber que su tatarabuelo había poseído el Castell, a través de los trabajos de Quaderns d'Investigació d'Alaquàs le movió a recuperar la historia de la familia y buscarla por todos los archivos valencianos. «Cuando empecé, era novata y ahora me fascina», dijo, junto a sus padres.

Calles para Vento y Baixauli

Por su parte, Rafa Roca desveló que, tiempo después de su hazaña, ya en el franquismo, se propuso poner el nombre de Carmel Baixauli a la actual avenida Miguel Hernández, pero en una consulta con la familia Lassala truncó el proyecto. Por ello, reivindicó que se rebautice la calle Dos de Mayo. Y entre el público, un familiar de Vento hizo lo propio y reclamó para él una calle.