Historia de un soterramiento frustrado

La Generalitat presentó en el año 2000 un anteproyecto para enterrar las vías de Alfafar, Sedaví y Benetússer, que nunca llegó a ejecutarse

El Gobierno descartó aprovechar la ejecución del AVE para construir un túnel entre València y Silla

Paso a nivel de Alfafar, que se ha cobrad más de setenta víctimas mortales

Paso a nivel de Alfafar, que se ha cobrad más de setenta víctimas mortales / EFE/BRUQUE

Alfredo Castelló

Alfredo Castelló

El anuncio del president Carlos Mazón de que la Generalitat va a actualizar por la vía exprés el proyecto que se redactó hace dos décadas para el soterramiento de las vías en Alfafar, Sedaví y Benetússer, ha hecho viajar en el tiempo a vecinos, plataforma ciudadana e incluso políticos, los de entonces y los de ahora, y rememorar aquellos inicios del nuevo milenio, donde el gobierno autonómico primero y el estatal, después, pusieron sobre la mesa distintas opciones para enterrar los trenes. Unas propuestas y alternativas que nunca se llegaron a ejecutar. Y la vida sigue igual más de veinte años después. 

En octubre del año 2000, la Conselleria de Obras Públicas y Transportes (Coput) presentaba a los Ayuntamientos de Alfafar, Sedaví y Benetússer el anteproyecto impulsado por la Generalitat, en manos del Partido Popular, para el soterramiento de las vías que cruzaban los tres términos municipales. El documento era el resultado de una promesa electoral de Eduardo Zaplana en 1995, cuando era el candidato del PP a la Generalitat. En 1998, ya ungido como president, Zaplana regresó a Alfafar y la plataforma ciudadana le esperaba con una pancarta para que cumpliera el anuncio hecho allí mismo tres años antes. 

Así era el anteproyecto de la Generalitat

El anteproyecto tenía un coste de 8.000 millones de pesetas de la época y un plazo de ejecución de 24 meses. La actuación abarcaba una longitud de tres kilómetros, aunque el soterramiento total se reduciría a 1.200 metros. El resto sería en U, es decir, en trinchera a cielo abierto. La intervención contemplaba también la supresión de la actual estación.

Vicente Dómine, entonces director general de Transportes, explicó a los alcaldes que con la ejecución del proyecto que les presentaba «se solventará los problemas urbanísticos y de seguridad». Además, adelantó que «a medio plazo está previsto que los trenes de largo recorrido, velocidad y mercancías cambien de itinerario de forma que esta línea (la que atravesaba los pueblos afectados) solo será para cercanías».

Los alcaldes acogieron el anuncio de manera dispar. Si bien los alcaldes de Benetússer, José Enrique Aguar, y Alfafar, Joan Josep Baixauli, se ilusionaron con el proyecto, Manuel Corredor, primer edil de Sedaví, mostró sus reticencias al asegurar que se debería soterrar toda la línea entre València y Silla y no a tramos, calificando el proyecto de «insuficiente».

El jarro de agua fría de Fomento

Pero la Generalitat, como sucede ahora, no tenía competencias en la red ferroviaria de Renfe. Tal es así, que Francesc Romeu, diputado socialista en el Congreso, presentó una pregunta a la mesa del parlamento sobre el anteproyecto de la Generalitat. La respuesta fue tajante. El Ministerio de Fomento aseguraba que no había adquirido compromiso alguno «para la financiación de las obras de estos soterramientos», y añadía que no había firmado ningún convenio con las otras Administraciones afectadas -Generalitat y Ayuntamientos- «para la ejecución de las obras de soterramiento, ni ha acordado la solución técnica»

Por contra, el departamento ministerial sí admitía a Romeu conocer el anteproyecto redactado por la Generalidad Valenciana y afirmaba que «en estos momentos no es aconsejable la realización de esta actuación hasta que no se encuentren en servicio las obras de la nueva penetración del AVE a Valencia», y destacaba que la llegada de la Alta Velocidad «reducirá el número actual de circulaciones, de 200 trenes diarios, por lo que no es posible ejecutar estas obras sin afectar a la circulación». El jarro de agua fría del Gobierno central a las pretensiones de la Generalitat fue tremendo.

Pese al revés, los municipios no perdieron la esperanza. Se aferraron a la posibilidad de aprovechar la ejecución de la línea del AVE entre Madrid y València. El trazado elegido por Fomento para la entrada y salida sur de la capital daba un rodeo de unos 15 kilómetros por Torrent y Picanya, entre otros, con un coste de 240 millones de euros. Dicho itinerario generaba un impacto considerable en la huerta de los municipios afectados, además de la barrera visual. Fue entonces cuando se planteó la alternativa, aprovechando el anteproyecto lanzado por la Generalitat, de crear un túnel entre València y Silla con dos cajones, uno para el AVE y otro para Cercanías. La inversión se cifraba en 270, contando con el soterramiento previsto por la Generalitat. Curiosamente Vicente Dómine se oponía a dicha propuesta al considerar que el nivel freático de parte de este túnel tendría un coste elevadísimo.

En este sentido, el estudio realizado por varias ingenierías detallaban que los cinco túneles que comportaría esta alternativa por la vía que discurre por Alfafar, Sedaví o Benetússer solo sumarían 5,5 kilómetros en total, combinando el resto del trazado con tramos en trinchera.  Fomento acabó manteniendo el itinerario previsto desde su inicio y las vías y pasos a nivel de l’Horta Sud se mantuvieron. 

La última bala

En 2004, el Gobierno de España aceptó la elaboración de un estudio para el soterramiento de varias líneas de Cercanías y regionales del país, donde se incluyó el tramo entre València y Silla, que cruza Alfafar, Sedaví y Benetússer. Dicho informe recibió hasta una partida de 500.000 euros en los Presupuestos del Estado de 2006. El estudio previo abarcaba una longitud de 10 kilómetros. En las cuentas de 2008 se destinaron otros 278.000 euros. El gobierno adjudicó el informe a una consultora madrileña por más de 662.000 euros, con un plazo de redacción de 24 meses. Concluido el documento, que nunca fue público, el Gobierno nada más hizo por el soterramiento.

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