La Xàbia de los prodigios: el tesoro de Lluca y la luz de Sorolla
El municipio inició el siglo XX con «dos hechos estelares». El artista atrapó el paisaje xabienc en pequeños bocetos que se exponen ahora en el Palau Martorell de Barcelona
Un hallazgo fortuito. Un golpe de azada en la dura tierra de la partida de Lluca de Xàbia y el fulgor del oro y la plata. Un humilde labrador había encontrado un tesoro, un ajuar ibérico de primorosa filigrana del siglo IV a. C. Hoy es una de las grandes joyas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. El descubrimiento ocurrió en 1904. «Fue uno de los dos hechos estelares para el arte y la arqueología en esa Xàbia de los albores del siglo XX. El otro: que Joaquín Sorolla puso sus ojos en este pueblo y su mar», destaca el arqueólogo Josep A. Gisbert.
Sorolla llegó a Xàbia en el otoño de 1896. Se apresuró a enviarle un telegrama a su esposa, Clotilde: «Xàbia, sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar... es el sitio que soñé siempre, mar y montaña, pero qué mar».
Las primeras impresiones son las que cuentan. E impresiones son, precisamente, lo que se expone ahora en el Palau Martorell de Barcelona. Allí están las obra de Sorolla a vuelapluma, es decir, sus bosquejos y apuntes. Surge el artista más audaz y luminoso, el de las «ráfagas» (término utilizado por los críticos) de luz.
Gisbert ha visitado esa exposición, cuyo título, «Caçant impressions», ya es revelador. El arqueólogo recuerda que Sorolla salía pertrechado con una paleta de colores y una caja con tablillas y cartones. Los artistas atrapaban así paisajes e ideas. Luego los trasladaban a los lienzos. Los apuntes de Sorolla eran más que eso. Los clavó con alfileres en las paredes de su estudio y luego enmarcó algunos de ellos. Realizó más de 2.000.
«En esos apuntes aparece Xàbia, claro, y también hay alguna escena de la Marina Alta. Uno de los bocetos es de la pasa y hay de llaüts y de pescadores», precisa Gisbert, que recuerda que el pueblo que encontró el artista estaba «repleto de viñas y ofrecía deliciosas escenas del mar».
El arqueólogo ata cabos. Afirma que siempre le ha resultado curioso que Hauser y Menet, una imprenta de artes gráficas de Madrid pionera de las postales turísticas (las editó entre 1899 y 1904), lanzara una colección de Xàbia y, en cambio, no prestara atención a Dénia o Gandia. Los fotógrafos suizos Oscar Hauser y Adolfo Menet sí que hicieron una colección de la obra de Sorolla. Además, trabaron amistad con el artista, que fue el que les contagió su pasión por el prístino paisaje xabienc. Estos impresores fueron también los autores de la postal con la que el Museo Arqueológico de Madrid daba a conocer el magnífico tesoro ibérico de Lluca.
De esa Xàbia virginal y sublime, hoy queda muy poco. Se siguen descubriendo, eso sí, fabulosos tesoros (en agosto de 2021, el de las monedas de oro de época romana). Los bocetos de Sorolla, de trazo rápido y genial, reflejan muy bien la impresión que le causó el paisaje xabienc, esa súbita fascinación de descubrir un mar y una luz únicos.
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