Agró censura el envío de agua desalada de Sagunt a Cataluña

La organización lo ve cortoplacista y reclama políticas «valientes» que atajen la escasez

Un operario, en la planta.

Un operario, en la planta. / Tortajada

Ángel Torres

Acció Ecologista-Agró se ha mostrado crítico con la medida acordada de transportar agua en barco de la desalinizadora de Sagunt a Barcelona y su área metropolitana para paliar la sequía de Cataluña, en caso de que fuera necesario. 

La organización se pregunta si la medida anunciada por el Gobierno es «una solución o una ocurrencia», pues la ve «cortoplacista», que «deja mucho que desear» y que «no está a la altura de resolver un conflicto de tales dimensiones, al obviar la necesidad de realizar cambios en la actual, y nefasta, gestión del agua». «Ahora ocurre en Catalunya, pero afrontamos una escasez de recursos agravada por la emergencia climática que llevará al límite al resto del estado español», afirma.

Tras remarcar que es una situación que «no podemos seguir obstinados a ignorar, y menos con el propósito de perpetuar el mismo modelo económico y de producción que retroalimenta ésta y otras cuestiones socioambientales», exige «políticas valientes, sensatas y justas que permitan atajar la raíz del problema, a diferencia de lo que nos encontramos estos días».

Y es que, según expone AE-Agró, no se observa «ningún cambio ni en Catalunya ni en ningún lugar» relacionado con la planificación de grandes infraestructuras o con el desarrollo turístico, «a pesar de constituir ambas dinámicas una enorme depredación de los recursos hídricos». «Catalunya cierra 2023 habiendo recibido un total de 18 millones de turistas, con perspectivas de aumento, y un consumo de estos usuarios hasta cinco veces mayor que el de las propias vecinas», apunta.

Además, lamenta que «tampoco se plantea una transformación de la agricultura, cada vez más industrializada», por mucho que en las últimas décadas desde las organizaciones ambientales y la comunidad científica se haya alertado de cómo la intensificación de esta actividad pone en jaque la salud de nuestros ríos, acuíferos y paisajes más emblemáticos, contribuyendo al proceso de desertificación y a una menor resiliencia de los territorios».

Más emisiones

A todo ello, señala la organización, "se suman las externalidades negativas que puede generar la desalinización en el medioambiente y que a toda costa deberíamos evitar», como «el elevado consumo energético, la salmuera, el aumento de emisiones producto del transporte del recurso --se habla de la necesidad de hacer marchar un barco y medio al día o dos-- y del impacto derivado de las obras necesarias para poder conectar la planta con el puerto de Sagunt, tal como afirma Acuamed».

Sobre esta empresa, propietaria de la desalinizadora, AE-Agró recuerda que está «inmersa en un procedimiento con el Ayuntamiento de Sagunt, al que reclama el pago de alrededor de dos millones de euros en concepto de amortización».

Impacto de la gigafactoría

Paralelamente, advierte que esa desaladora, cuando se ponga en marcha la gigafactoría de Volkswagen, «dejará de tener excedentes, como sucede ahora con la de Barcelona, motivo por el cual se ha optado por recurrir a los servicios de la de Sagunt».

Así, reclama «una nueva cultura de agua» para «dotar de sentido y cordura a la gestión hidrológica; es decir, no permitir la explotación permanente de los acuíferos por encima de su capacidad de recarga».

"Hemos de acabar con las políticas actuales, que solo nos llevan a un conflicto por la conquista del agua, ya considerada el oro del siglo XXI. La insostenible explotación actual, llevada a cabo para cubrir determinados intereses económicos, que responden a los privilegios de unos pocos, no solo pone en peligro la disponibilidad de uno de los recursos que necesitamos para poder vivir, sino que además conduce a territorios menos habitables, más aún en el contexto de crisis e incertidumbre climática que vivimos", concluyen en un comunicado. 

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