Opinión

La liberación de Ureña y los naturales de su vida

El torero de Lorca firmó la "faena soñada" el día de San José en la plaza de toros de València al quinto toro de Montalvo

Paco Ureña durante la última corrida de toros de la Feria de Fallas.

Paco Ureña durante la última corrida de toros de la Feria de Fallas. / Fernando Bustamante

Días antes de la tarde de València, Paco Ureña acariciaba con sus dedos una fotografía que tiene colgada en su salón de trofeos. Con su huesuda mano izquierda gesticulaba mientras hablaba y señalaba la imagen como si un presentimiento, un caso de videncia popular golpease su corazón de cara a la Feria de Fallas. Se trataba de un colosal natural a 'Murciano' de Adolfo Martín en Las Ventas. Vestido de rosa y oro, con el compás abierto y el toro enroscado. El toreo absoluto. Ese día dejó unos naturales que, de tanto sentir, rompió a llorar delante del toro como si los engranajes de su vida torera se articularan de nuevo. Fue en octubre de 2015.

Casi diez años después y tras un camino arduo en el que no faltaron amarguras y éxitos incontestables (e incontestados), llegó el 19 de marzo de 2024 para firmar su obra maestra. La faena de su vida. Y llegó en València, una de sus plazas talismán, después de recuperar su sitio, con el complejo y fascinante almacén de experiencias lleno

Fundacional, desgarradora y maravillosa. Así fue su labor, con unos naturales que atravesaban incólume la densidad de su toreo. En palabras del propio torero murciano: "La faena soñada". Todo eso que no se puede pesar ni contabilizar, solo cabe sentir. 

Un extraordinario natural por profundidad y mando del diestro murciano en la plaza de toros de València.

Un extraordinario natural por profundidad y mando del diestro murciano en la plaza de toros de València. / LITUGO / NAUTALIA

La paz interior

Fue la culminación de su equilibrio moral y estético. El perfeccionamiento del hombre gracias al toreo y la perpetuidad de su existencia. Su genuina libertad personal, que se enlazaba con su libertad como torero. La modulación expresiva de su toreo roto y personalísimo, el profuso flujo de su belleza, sus constantes vitales reveladas en sus muñecas, el poder esencial del temple, su pureza neta, categórica, rotunda. Esa pureza que es la razón primaria de la realidad de su tauromaquia para trasvasarla metafóricamente a su día a día. Precisamente, la irreductible magnificencia de su vida fermentaba despacio el toreo frente al quinto toro de Montalvo, donde la pureza se revelaba como un milagro. Ahí se apreció lo que ha sido su historia de transformación personal meses atrás. De un crecimiento casi secreto en su paz interior de la mano de la psicóloga Toñi Martos. De lograr definitivamente su palmaria identidad sensitiva y la conciencia de su categoría como torero, narrada sobradamente desde hace años a través de una honestidad tan sin fisuras, de su entrega e incalculables litigios interiores que ya ha desalojado. 

La felicidad

Naturales, en definitiva, que describían en la Feria de Fallas la inmanencia de su resurrección y el reencuentro con ese fundamento artístico que descubrió frente a los victorinos el 4 de junio de 2023 en Las Ventas. La huella real de su toreo. En términos más librescos, del linaje de su concepto. Por eso, esta vez no lloró. Simplemente, la sonrisa de felicidad iluminaba su cara de lado a lado cuando remataba cada tanda en la plaza de toros de València. El destino le tenía reservada la suprema liberación en València.