Así es el pueblo de Mestalla

Radiografía exclusiva de la afición del Valencia: Hay más socios de comarcas y otras regiones (55%) que de Valencia ciudad (45%).

La grada se rejuvenece a la carrera: la media de edad desciende a los 39 años y un 20% del estadio no vivió el doblete.

La masa social se muestra fiel pese a los altibajos sufridos por la entidad valencianista

Afición valencianista en Mestalla.

Afición valencianista en Mestalla. / L-EMV

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Mestalla ha cumplido sus primeros cien años rebosante de vida, consolidado como una de las catedrales del fútbol europeo. El viejo estadio registra una afluencia continuada superior al 90% en cada día de partido, con independencia del horario y del rival. Sus coordenadas son la casa de una masa social que se expande más allá de las fronteras de la ciudad que da nombre al club y que vertebra una identidad heterogénea, en continua transformación. De la Avenida de Suecia a las comarcas. De las comarcas a muchas ciudades de España. Una afición que es un pueblo ¿Qué pueblo? ¿Cuál es el retrato robot del aficionado del Valencia? ¿A qué definición responden los rasgos identitarios del valencianismo? ¿Cuál es su grado de fidelidad? Levante-EMV ha elaborado una minuciosa investigación para describir las claves de la personalidad valencianista, a partir de la procedencia, edad, género y arraigo de los 39.733 abonados de la entidad.

Si hubiésemos de recurrir a una definición genérica, a un tallo representativo, el aficionado medio del Valencia procede más de los pueblos que del ‘cap i casal’ y cada vez es más joven. Ha rebajado la media a 39 años de edad y su antigüedad como socio se remonta a 11,6 años, siendo los 29 años la edad en la que decide sacarse el ‘pase’. En Mestalla y en la mayoría de estadios, el fútbol sigue siendo un asunto masculino. A pesar del crecimiento experimentado en las últimas décadas, por cada dos socias del Valencia (6.445), hay ocho abonados (32.188). Si algún lector de este reportaje ronda los 40, es de Alzira, Nules, Oliva o Sagunt y se abonó al club en los años de Unai Emery, bingo, es el retrato robot del aficionado estándar del Valencia.

Perfil de la afición de Mestalla.

Perfil de la afición de Mestalla. / L-EMV

A partir de aquí, los matices. El mapa del valencianismo muestra sus hondas raíces en la ciudad de Valencia, pero con una masiva implantación en los pueblos. Un total de 17.367 socios (928 de ellos vecinos del mismo estadio), un 45%, provienen de la capital, de sus barrios y distritos. Gran parte del 55% restante (20.589) procede de todas las comarcas de la Comunitat Valenciana y participan, cada dos semanas, de la caravana que acude en procesión a Mestalla. La geolocalización de los abonados detecta una fuerte presencia de socios sobre todo en l’Horta Sud y Horta Nord, así como en sólidos núcleos de la Ribera, la Safor, la Costera, la Marina, Camp de Túria y Camp de Morvedre. Afluentes de los que se aficionaron al Valencia niños que acabaron convirtiéndose en ídolos, desde Antonio Puchades a José Luis Gayà, pasando por David Albelda. 

Una grada «muy heterogénea»

En la definición compleja de qué es ser valenciano, de su diversidad y en ocasiones falta de cohesión, el valencianismo abarca muchas mentalidades superpuestas, muchos de los esquemas mentales de localidades con un diálogo más al sur, al norte o a poniente, que hacia la propia ciudad. 

Es el dibujo de una grada «muy heterogénea, también en lo social y político», asegura a este periódico el historiador José Ricardo March. «La mesa del Bar Torino en la que se funda el club está formada por miembros de todos los sectores sociales. Profesores liberales, militantes republicanos, comerciantes conservadores y blasquistas, políticos declaradamente de izquierdas y valencianistas. Incluso ese perfil diverso tiene continuidad con el franquismo». 

De ese puzzle de diversidad toma fuerza un colectivo tan numeroso y representativo. «Los datos constatan que el Valencia es, junto a las bandas de música, el colectivo más numeroso del territorio, además del más vertebrado. Y en menor medida, las Fallas. A pesar de la gran presencia de esta fiestas, se circunscribe sobre todo a València, su área metropolitana y las comarcas próximas. El Valencia conserva un espíritu interclasista muy marcado, muy aglutinador». ¿Dónde hunde su origen la personalidad, más comarcal que urbana, de una entidad que es capitalina? March sitúa el momento «en los años 30». «Hubo muchas visitas del club a distintos pueblos de la geografía valenciana y con la fundación del CD Mestalla en los años 40, los éxitos deportivos y la captación de jóvenes talentos de los pueblos (Tonín Conde, Puchades) la tendencia se amplificó».

Esa base explica «la presencia de aficionados del Valencia en todo el territorio del antiguo Regne, aunque la línea que se pueda trazar desde Benicàssim hasta Biar-Bussot sería el definitorio de la adscripción masiva de valencianistas. Fuera de ese ámbito hay casos especiales. Elche, que tiene enorme simpatía por el Valencia, o el caso clarísimo de Benicarló. El Valencia conserva un poderoso elemento de identificación», considera March. La fidelidad del socio no se pierde, incluso cuando la vida te ha llevado lejos de Mestalla. 1.763 socios mantienen su residencia lejos de la Comunitat Valenciana. De forma mayoritaria en Cataluña y Madrid, también en menor medida en Murcia (completando una curva por el mediterráneo) Baleares, Aragón y el País Vasco

Procedencia de la afición de Mestalla.

Procedencia de la afición de Mestalla. / L-EMV

‘Boomlets’ al poder

Está la implantación demográfica, pero también la generacional. Los datos destacan que a bastante se está produciendo un relevo de edad. Mestalla cada vez más es de los jóvenes, en un curioso paralelismo con el primer equipo, con un galopante protagonismo juvenil. Los boomlets, es decir, las personas nacidas a partir del año 2000, son ya la segunda fuerza de Mestalla, con 8.493 socios. Hablamos de un segmento poblacional que se ha aficionado al club sin tener un recuerdo consciente de los mejores años de la historia, el ciclo dorado entre 1999 y 2004, y que abraza la fe valencianista a pesar de la convulsión societaria del club, la sequía de once años sin finales y factores externos, como la fragmentación de la oferta de ocio lejos del fútbol. Los boomlets tienen la edad de los siete fundadores del club en 1919, comprendidas entre los 16 y los 26 años.

La porción mayoritaria sigue siendo, con cierta holgura, la de la Generación X, nacidos entre 1965 y 1980, que corresponden al 32% del mapa de socios. Una bolsa de 12.584 militantes que ya acumula toda clase de vivencias, de momentos de gloria y caída a los infiernos. Kempes y el descenso, las finales de Champions, el doblete y la convulsión societaria que llevó al proceso de venta y a la década en manos de Peter Lim. Una historia moderna de la que también han sido testigos la Generación Y y la Z, aquellos nacidos entre 1980 y el año 2000 ocupan otro 27% de la grada de Mestalla. 

Una grada fiel

A pesar de los dientes de sierra de la trayectoria del Valencia, con picos de éxito y depresivos secuenciados en periodos de quince años (de la liga de 1971 al descenso de 1986, de Segunda a la primera final de Champions en 2001), la afición del Valencia se ha mantenido fiel. Casi 12.000 socios mantienen su antigüedad desde 2009. Ampliando el foco en ese segmento, 7441 de esos aficionados pagan el pase desde hace 26 años (1998). 

Sin embargo, la tendencia más llamativa se ha producido en los dos últimos años, en los que el club ha recuperado más de 10.000 socios (5.614 en el último año). Un repunte que acelera la renovación generacional en la grada y que se explica, también, desde el aperturismo social de la postpandemia, el impacto de la Copa del Centenario y el ejercicio de responsabilidad del aficionado para reflotar a un equipo que bordeó el descenso.

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