El "infernal" Convite del Corpus rompe el mercurio

Miles de personas acuden a ver la cabalgata a pesar de altas temperaturas.

El "capellà de les Roques" no puede acabar en el que iba a ser su última participación por un golpe de calor

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La Cabalgata del Convite del pasado año se caracterizó por el excesivo, casi inhumano, calor. La edición de 2023 ha sido prácticamente igual. "Y suerte que corría un poco de airecito" decía uno de los heraldos de la ciudad, embutido en su barba postiza. La consecuencia se mide por el número de atenciones, que fueron varias. Incluso se llevó por delante la que iba a ser, seguramente, la despedida del "Capellà de les Roques" en la persona de Donís Martín. El veterano poeta festivo inició el recorrido como siempre, anunciando con un megáfono casero la llegada de la procesión subido en un caballo. Pero pasada la plaza de la Virgen fue demasiado. La edad, el calor y los ropajes negros le obligaron a bajarse y ser atendido. Una pena, porque su último pregón, junto a la Puerta de los Apóstoles, habría sido una forma de cerrar el círculo. Pero tan sólo llegó la cabalgadura a la plaza del Arzobispo. 

Si sólo hubiese sido él, pero no. Varios participantes y espectadores tuvieron que ser atendidos. Y eso que Amics del Corpus ya estaba más que prevenido y tenía un puesto de hidroavituallamiento en la calle del Micalet, como si de un punto kilométrico se tratara. Cada grupo artístico que llevaba era socorrido para continuar el camino. Cuidado con los niños porque son vulnerables a pesar de que sus ropajes son más fresquitos y aún más con la Moma, que baila totalmente embutida (embutido) en ropajes. 

La Cabalgata, calores aparte, fue seguida por una multitud. Con sus danzas, repetidas hasta la saciedad, y unos ropajes que causan sensación especialmente entre los foráneos (pretender explicar qué simboliza cada baile ya es pedir demasiado). Y al acabar son numerosos los que quieren hacerse una foto con ellos. Especialmente con la Moma -este año, el marido del concejal Carlos Galiana, Daniel Lisarde, quien ha hecho un particular doblete: Moma y acompañante de la fallera mayor de València en la dansà-, que si cobrara por cada foto que se le pide, saca para comprar un traje refrigerado. Por detrás, el reducto anecdótico: la Degolla, que se les escucha a grito pelado. Cuando los personajes escampan, la fiesta sigue con "la re-Degolla". No hace falta ser soldado de Herodes para pedir, y recibir, un remojón desde los balcones. Cada vez más demandado