El parricida de Sueca quiso que la mujer oyera la muerte del niño

La mujer escuchó el desgarrador grito del niño clamando "¡mamáaaaaaaa!" y la llamada se cortó

La progenitora le llamó mientras iba a por él, alertada porque Jordi le había escrito un wasap al poco de llegar a casa de su padre pidiéndole "Pots vindre a per mi?"

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

La madre de Jordi no solo fue golpeada con saber que su único hijo había muerto asesinado por su exmarido y padre del menor, sino que el parricida, además, se aseguró de que ella escuchase lo que estaba ocurriendo sin poder impedirlo, en un claro ejemplo de la violencia vicaria, la que ejercen los maltratadores sobre sus hijos para causar el mayor daño a sus parejas o exparejas.

Así se desprende del relato de hechos que recoge la calificación fiscal provisional realizada a partir del atestado de la Guardia Civil tras el parricidio de Sueca y de lo que han declarado los testigos, principalmente la madre de Jordi, por cuyo asesinato la Fiscalía pide, además de otras penas menores, la de prisión permanente revisable en un juicio que está previsto que se celebre entre el 18 y el 22 de este mes, tal como ha adelantado Levante-EMV en exclusiva este miércoles.

La insistencia en que le llevara al niño

En el escrito provisional de la acusación pública, que en este caso ejerce la fiscal coordinadora de la sección de violencia sobre la mujer, se recoge cómo el día del crimen, el 3 de abril de 2022, el acusado empezó a llamar insistentemente desde las nueve de la mañana a su exmujer, a pesar de que sabía que estaba condenado desde agosto de 2021 a no acercarse ni comunicarse con ella por cualquier medio.

Tal como ha venido informado este diario, el matrimonio había residido con su hijo en el domicilio de Sueca donde fue cometido el parricidio, domicilio del que la madre y el niño habían huido un año antes, el 13 de marzo de 2021, después de que él la intentara estrangular, primero, y le colocara en el cuello, después, un cuchillo de mesa -la misma arma y método que emplearía con el niño-, porque ella le había anunciado que quería el divorcio tras soportar toda una vida de maltrato de todo tipo. Desde ese momento, la mujer se había ido con Jordi a casa de sus padres, en Cullera, aunque el incesante acoso se mantuvo durante meses, e incluso a lo largo de ese 3 de abril.

El parricida alega una discusión

Dos días antes, el viernes, 1 de abril, Jordi había cumplido 11 años. Ese día, el padre José Antonio A. C., hoy de 49 años, pactó con su exmujer que ella le llevaría al niño a Sueca el domingo para comer con él con motivo del cumpleaños. Pese a ello, ese domingo, día 3, empezó a llamarla a primera hora reclamando al pequeño, aunque ella le recordó que hasta las 13.00 horas no podría llevárselo, tal como habían acordado.

Al llegar a la casa, como siempre, la madre lo dejó a pie de calle y esperó hasta que el niño entró. De hecho, lo último que vio es que Jordi se giraba y le decía "sí que està", tras ver que su padre le abría la puerta. Los primeros síntomas de que algo no iba bien empezaron apenas una hora después.

El parricida cogió dos cuchillos de mesa y empezó a atacar a su hijo mientras le decía: "Jordi, vaig a per tú"

Siguió acuchillándolo pese a las súplicas

El relato de la fiscal recoge que el niño le mandó un mensaje a su madre a las 14.04. En él, escribió un urgente "mamá, pots vindre a per mi?". Antes de eso, tras una discusión con el niño que el parricida no ha querido detallar, este cogió dos cuchillos de mesa y, dirigiéndose a su propio hijo, le anunció: "Jordi, vaig a per tú".

El propio parricida ha confesado que el niño le suplicó que no le hiciera daño. Incluso ha repetido la frase de su hijo, que, según él, gritando le rogó: "¡Papà, papà, no li ho diré a mamà!". Pero el acusado hizo oídos sordos a esas súplicas y, afirma la Fiscalía, "animado por el propósito de causar la muerte a su hijo, comenzó a acuchillarle".

El grito de desesperación del niño

Cuando la madre leyó el mensaje de socorro de su hijo, "presintiendo que algo le pasaba", cogió el coche y volvió enloquecida de Cullera a Sueca a toda velocidad en busca del pequeño. Por el camino, empezó a llamar a su hijo.

A las 14.14, diez minutos después del wasap y cuando ya había comenzado el ataque homicida, el parricida, viendo que era ella la que llamaba y para "causarle el mayor dolor posible", permitió al niño que descolgase el teléfono y le pidiese auxilio a su madre. "Jordi solo pudo decir con un grito desgarrador '¡mamàaaaaa!'. De inmediato el teléfono se apagó", relata el Ministerio Público.

Desesperada, la mujer llamó a su exsuegra, que vivía cerca de la casa de su hijo José Antonio, y le pidió que fuese corriendo porque algo malo le estaba haciendo a Jordi. Pero el parricida, que para cuando llegaron ambas ya había cometido el asesinato, no respondió a los gritos desesperados de ninguna de las dos. Tampoco al timbre.

Minutos después llegaba la primera patrulla de la Guardia Civil de Sueca. Los agentes tuvieron que forzar la puerta para entrar. Entonces se toparon con el cuerpo sin vida del niño tirado en el suelo y con el parricida, que ni siquiera se inmutó.

24 cuchilladas frontales

La fiscal, como es lógico, también recoge en su escrito de calificación todas y cada una de las heridas que tenía el cuerpo de Jordi. En total, 24 cuchilladas; todas, menos tres, frontales. La inmensa mayoría, en el cuello, con sección de vasos sanguíneos vitales.

El pequeño aún trató de parar el cuchillo con sus manos, como atestiguan algunas de las lesiones, pero era una defensa imposible, dada la diferencia de edad y envergadura (especial vulnerabilidad), que el atacante era su padre (agravante de parentesco) y la imparable furia asesina desplegada por este -la hoja se partió y fue encontrada por los forenses durante la autopsia-, lo que deja a las claras su absoluta intención de matar y convierte el homicidio en un asesinato precisamente por esa indiscutible alevosía -asegurarse de que la víctima no tiene capacidad de defenderse- de la que se prevalió para asegurarse el resultado final.

Admite los hechos, pero no la culpabilidad

Pese a todo, José Antonio C. A. admite los hechos pero no la culpabilidad. De hecho, sigue intentando responsabilizar a su exmujer con aseveraciones de tinte machista del estilo de las que ya espetó al juez de Instrucción número 4 de Sueca, con competencias en violencia sobre la mujer, durante su primera comparecencia, en abril de 2021, a los dos días de haber matado a su hijo.

José Antonio A. C., el parricida confeso de Sueca, con mirada desafiante, solo unas horas después de haber matado a su hijo de 11 años.

José Antonio A. C., el parricida confeso de Sueca, con mirada desafiante, solo unas horas después de haber matado a su hijo de 11 años. / JOAN GIMENO

En esa ocasión, osó responder con un "si [ella] hubiera vuelto a mi lado, esto no habría pasado", mensaje que luego ha repetido en distintas versiones durante las dos exploraciones multidisciplinares a las que ha sido sometido por parte de forenses y psicólogos de la Unidad de Valoración Forense Integral (UVFI) del Instituto de Medicina Legal (IML) de València, cuya conclusión respecto del criminal confeso no genera dudas: ni sufre ni ha sufrido trastorno mental alguno que reduzca su reponsabilidad penal, el día que mató a su hijo estaba en pleno uso de sus facultades y su motivación es la dominación machista de su ex mujer y la intención de infligirle el mayor daño posible. En pocas palabras, un ejemplo indiscutible, otro más, de violencia vicaria.

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