Análisis

"La vida sigue igual"

El periodista Francesc Arabí analiza las claves de uno de los mayores escándalos que han salpicado a Eduardo Zaplana: los pagos de más de seis millones al cantante Julio Iglesias a través del IVEX | La causa se ha archivado tras dieciocho años de instrucción a pesar de que la Agencia Tributaria y la Audiència reconocieron pagos por servicios no prestados y el cantante confesó que cobró el triple del contrato oficial

Julio Iglesias junto a Eduardo Zaplana, José Luis Olivas y Diego Such, el día que fue presentado como "embajador" de la Comunitat Valenciana en un hotel madrileño.

Julio Iglesias junto a Eduardo Zaplana, José Luis Olivas y Diego Such, el día que fue presentado como "embajador" de la Comunitat Valenciana en un hotel madrileño. / EFE/J. M. Pastor

Francesc Arabí

Francesc Arabí

El caso IVEX-Julio Iglesias es uno de los mayores escándalos que han salpicado a Eduardo Zaplana. Y en esa competición hay nivel. Y no lo es por cantidad de dinero expoliado (aunque 12 millones no son calderilla), sino porque en este asunto, como en ningún otro, están todas las piezas del puzzle que dibuja una escena de corrupción con todos sus ingredientes: saqueo al erario, paraísos fiscales, sociedades off shore, engaño a la opinión pública, a las Corts, a la Sindicatura de Comptes, a la Agencia Tributaria… Durante trece años y más de 200 informaciones publicadas en Levante-EMV acompañadas de pruebas documentales, fui desgranando las piezas de ese mapa de la ejecución de un contrato que fue un negocio para el artista y para quienes hicieron los coros en el saqueo

La última palada al entierro judicial de esta causa llega para confirmar que este asunto ha sido la gran prueba de estrés del régimen de corrupción, cuyo arquitecto fue Zaplana. Ese puente resistió en este asunto doscientos trailers de mierda sin presentar una grieta. El puente descansaba sobre un control absoluto del ecosistema mediático (nadie se sumó a esta causa periodística), la inacción o complicidad de la justicia y una raquítica oposición de francotiradores, como se desgrana en el libro Ciudadano Zaplana. ¿En qué consistió exactamente aquella estafa y cómo es posible que haya quedado judicialmente impune?

Un fichaje muy personal

Eduardo Zaplana
quiso pagar, con dinero público valenciano, al telonero de la campañaAznarZaplana
Julio Iglesias y Eduardo Zaplana en una visita a un complejo urbanístico de Altea, el 17 de julio de 1999.

Julio Iglesias y Eduardo Zaplana en una visita a un complejo urbanístico de Altea, el 17 de julio de 1999. / EFE/Ramón Navarro

Los dos enamorados de Benidorm harían negocios juntos: el artista político lograba un contrato y conexiones para sus inversiones inmobiliarias (con los Ballester en la Marina) y el político artista conseguía una foto con proyección en sus ansias de llegar a la Moncloa.

Zaplana sale judicialmente indemne del escándalo de corrupción del caso IVEX-Julio Iglesias a pesar de que él personalmente decidió el fichaje y un contrato en B pagado con facturas falsas y en paraísos fiscales

La “estafa” que se escondió

¿Cuáles eran las condiciones pactadas? El cantante cobraría 990 millones de pesetas (casi seis millones de euros) por sus actuaciones promocionales de la Comunitat Valenciana, la cantidad sería libre de impuestos y los gastos de organización correrían por cuenta del IVEX. Cuando en una entrevista televisiva reciente Zaplana aseguró que el caché del artista y los gastos de organización costaron en total 6 millones de euros estaba mintiendo. Descaradamente. 

Una parte, en A y otra, en B

Pero los extremos pactados eran demasiado escandalosos como para que se supiesen. Tras los episodios de corrupción del tardofelipismo, tocaba predicar austeridad. Así que se decidió que el acuerdo se trocearía en dos contratos, firmados ambos el 29 de diciembre de 1997 en la misma notaría de Miami. Uno, el oficial, establecía que el artista cobraría 375 millones de pesetas (2,25 millones de euros) y pagaría los impuestos que correspondiesen y un segundo, clandestino, ampliaba la cifra a 6 millones de euros con fiscalidad cero. Se establecía, además, que las empresas organizadoras de los recitales serían elegidas por Julio Iglesias. Era la percha que permitiría tener una vía para justificar la salida de fondos del IVEX para cubrir la diferencia entre el A y el B. Y, de paso, generar “comisioncitas”.

Un puzzle pornográfico

En realidad, el Consell de Zaplana escondió los dos contratos. Las condiciones del oficial las supimos porque la entonces portavoz de Esquerra Unida en las Corts, Glòria Marcos, acudió a verlo, grabó el contenido y lo explicó a la prensa. Hubo muchas irregularidades menores. Como que nunca se cumplió el calendario de citas internacionales. Al final actuó en Orlando, Moscú, Tokio, Shangai, México y tuvo una cameo en Fitur. Todo eso fue el chocolate del loro. 

Desde 1999 fui publicando en Levante-EMV piezas del puzzle del expolio que apuntaban a que las cantidades cobradas superaban en mucho el contrato oficial. Pagos realizados a través de sociedades off shore creadas adrede (y liquidadas tras saquear la Generalitat) en los paraísos fiscales de Islas Vírgenes Británicas (Internacional Concerts) en Irlanda, Jersey y Guernesey (Midway Iternational) o Hong Kong (Gold Peak Trade Service). Dinero que salió de la cuenta del IVEX en Bancaja o en el Arab Bank, con cheques librados soportados en facturas por gastos hinchados y, a menudo, falsas desde el primer euro. Como los 1,8 millones de dólares que Midway cobro por el concierto del Auditorio Nacional de México del 10 de abril de 1999. Esa empresa no puso ni un enchufe, no hizo nada. De hecho, quienes realmente montaron el espectáculo, jamás habían oído hablar de ella. El entonces delegado del IVEX en México, Vicente Sendra, se enteró por mí de los pagos a esa empresa

Conforme íbamos exhumando piezas del escándalo, la reacción del Consell iba virando. Del silencio inicial al acoso, presión e insulto. Así se comportaron los consellers Diego Such, Fernando Castelló y Justo Nieto, el propio presidente Zaplana o la consellera portavoz Alicia de Miguel. “Mienten más que escriben”, espetó De Miguel en nota oficial del Consell como reacción a una de tantas informaciones. Como la información era tan verídica como pornográfica, jamás enviaron un escrito de rectificación ni se querellaron.

Saqueo universal

Además del cantante, unos cuantos participaron del negocio. Disculpen la promo, pero en el libro Los tentáculos del truhan se explica con detalle. Si hubo comisiones y desfalco en Terra Mítica, al lado de casa, ¿cómo iban a desaprovechar la ocasión de propinar mordidas trasatlánticas y en un asunto que jamás iba a trascender? Porque de eso, de que jamás se desenterraría ese pacto bajo mano, estaba convencido Zaplana. “No podrán ustedes demostrar”, soltó en las Corts en junio de 2001. Cuando pronunció esta proclama, hacía un mes que había publicado en portada del diario el número de cuenta secreta en Union de Bank Suisse en Nassau (Bahamas) a la que fue a parar buena parte del dinero expoliado. En la WA356115.000 se ingresaron muchas de las transferencias ordenadas desde el IVEX. 

No era fácil hacerse con la hoja de ruta (por decirlo en términos del caso Erial) del desfalco. Pero finalmente pude conseguir el plano que jamás debería haber visto la luz y en el que se detallaba como se ejecutaría el atraco. En febrero de 2004 me hice con el contrato B, que bautizaron como Carta de intenciones. En ese acuerdo privado se rectificaba el contrato oficial: el artista cobraría 6 millones libres de impuestos. El 26 de febrero de 2004 lo publicamos. Era, a la vez, el cuerpo del delito y el arma humeante, que dicen los americanos.

El escándalo se judicializa

Ningún medio valenciano se sumó a esta causa periodística. Pero el atraco era tan evidente que el PSPV presentó la citada querella, que fue toreada, literalmente, por el juez Luis Carlos Presencia Rubio, entonces titular del Juzgado de Instrucción 19, hoy magistrado en la Audiencia Provincial de València. Es lo que tiene la meritocracia. La instrucción se debatió desde el primer día entre dos velocidades: el punto muerto, cuando del juez dependía, y el ralentí, cuando a golpe de recurso de la Fiscalía provincial de València y acusación popular (el PSPV) la Audiencia de València le tumbaba sus resoluciones y le ordenaba mover fichas. 

En noviembre de 2005, el delegado del IVEX en Miami, José Marquina, corroboró todo lo que habíamos publicado. Finalmente aceptó darme una entrevista en la que confesaba: “El IVEX ordenaba emitir facturas falsas y el dinero que abonaba se transfería a Bahamas. ¿Qué hizo el juez ante esta revelación y todos los detalles que confirmó sobre el modus operandi? Nada.

Para ilustrar la hiperactividad de su señoría basta un dato: durante los cinco años y dos meses que duró la instrucción, solo citó por voluntad propia a dos personas y por exhorto: al exdirector del IVEX, José María Tabares, en Sevilla, y al director del Auditorio Nacional de México, Norberto Cacho, en México DF. No tuvo a bien reclamar la comparecencia judicial de los que cobraron (el artista y los responsables de la media docena de empresas que facturaron), ni de los implicados en los pagos. En marzo de 2010, el juez archivó la causa. Usó como coartada la fuga de Tabares, quien prefirió convertirse en prófugo antes que cumplir la pena de 5 años de cárcel por estafa y falsedad en el caso de los avales a la Ford.

Julio canta

El 22 de julio de 2010, la Audiencia de València levantó el archivo y ordenó tomar declaración como testigos al cantante Julio Iglesias y a su representante, entre otros. El juez tardó dos años en localizar al cantante. Hasta que ya no pudo evitar citarlo: iba a actuar en el Palau de les Arts, enfrente de su juzgado. Finalmente, Julio Iglesias prefirió cantar por exhorto ante un juez dominicano en Higüey, donde admitió haber cobrado las cifras clandestinas. Aunque Tabares y el citado Sendra señalaron a Zaplana como responsable de la operación, el juez Presencia nunca citó a declarar al expresidente. Ni como imputado, ni como testigo. Ni siquiera cuando en abril de 2008 perdió la condición de aforado al renunciar a su acta de diputado en el Congreso para dedicarse a los negocios a jornada completa.

Desfalco certificado

La Audiencia de València alertó sobre facturas falsas y la propia Agencia Tributaria llegó a multar con más de 191.000 euros al IVEX por intentar desgravárselas. ¿A cuánto ascendió el desfalco? Los peritos de la Agencia Tributaria llegaron a certificar gastos hasta 8,62 millones, tras constatar que faltaba mucha documentación contable. Los cheques, facturas y transferencias que publicamos elevan la cifra a 12 millones.

Cuestión de suerte

Ahora, se ha firmado el acta de defunción judicial del caso. Y Eduardo Zaplana sale, de nuevo, indemne en los tribunales de un escándalo de corrupción que lo sitúa en el epicentro. Ni siquiera habrá sentencia sobre la primera gran estafa a los valencianos con foto de glamur, mucho antes que la de Ecclestone, la de Benedicto XVI o aquella con el comercial de la Zarzuela Iñaki Urdangarín.

Zaplana suma otro éxito a su inmaculado currículum judicial, tras el caso Naseiro, el Marujazo, el Caso Sanz o Terra Mítica. Como dice la canción con la que Julio Iglesias ganó el Festival de Benidorm del 68, la vida sigue igual para Zaplana. La próxima parada de su gira judicial es el caso Erial, donde apuesta, como siempre, por una estrategia procesalista que busca anular la instrucción. Confía en su suerte. Pero ya se sabe que la suerte no cae del cielo. La suerte se busca, se trabaja… Y a veces, hasta se compra.

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