Las otras clarisas que desafiaron a la Iglesia en Xàtiva

En 2001, las monjas cerraron y vaciaron el convento de Santa Clara sin previo aviso al Arzobispado, llevándose consigo a Canals más de un centenar de obras de valor histórico-artístico y rompiendo un acuerdo verbal con la Seu

Interior del antiguo convento de Santa Clara de Xàtiva.

Interior del antiguo convento de Santa Clara de Xàtiva. / Perales Iborra

Sergio Gómez

Sergio Gómez

La historia de las monjas rebeldes de Belorado lleva días copando las páginas de los diarios y las noticias de los telediarios. La decisión de la comunidad de religiosas de romper con el Vaticano para ponerse bajo la tutela de un falso obispo que está al frente de una secta ha puesto en el disparadero a la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, cuyas máximas responsables han cortado lazos de inmediato con las hermanas cismáticas, enfadadas porque las altas instancias eclesiásticas les impiden vender un monasterio vacío en Derio para comprar otro en Orduña.

Aunque a una menor escala, a principios de este siglo las clarisas también fueron protagonistas de una intensa polémica de índole patrimonial en Xàtiva que durante un tiempo las enfrentó a la Iglesia, a las instituciones públicas y a los vecinos.

En el año 2001, la falta de vocaciones empujó a las moradoras del Real Monasterio de Santa Clara de Xàtiva, fundado en 1325, a trasladarse al convento que la orden tiene en Canals. Las monjas, de edades muy avanzadas, cerraron el templo sin avisar al Arzobispado de Valencia y llevándose consigo a cuestas más de un centenar de enseres de valor histórico y artístico que el convento había ido atesorando durante sus más de seis siglos de presencia ininterrumpida en la capital de la Costera.

Entre las piezas más relevantes figuraban una tabla del pintor renacentista Juan de Juanes, La Mare de Déu de Loreto, o un caliz de Violant d´Aragó, de 1425. También cargaron esculturas, tablas, tapices, retratos, cerámicas, indumentaria religiosa del siglo XVIII, documentos del archivo de Santa Clara desde el siglo XV, mobiliario… En cambio, se dejaron el enorme cuadro de La Santa Cena de Vicente López, de más de cuatro metros de largo, y una docena de piezas valiosas (cuatro cuadros, sillas tapizadas en terciopelo, un aparador, un escudo tallado…) que permanecieron abandonadas durante años en el interior del cenobio de la calle Montcada.

La precipitada marcha de las clarisas rompió el pacto verbal que estas mantenían con el abad de la Seu de Xativa, Arturo Climent, en virtud del cual las obras pasarían a ser administradas por esta institución en caso de desaparición del convento. Las religiosas hicieron caso omiso de la obligación canónia de comunicar su marcha al meno al arzobispo de Valencia. Agustín García Gasco, que ejercía este cargo por aquel entonces, expresó su deseo de que se respetara la vinculación del patrimnio histórico-artístico de la ciuad de Xàtiva "manteniendo su finalidad religiosa orginaria".

García-Gasco manifestó su "sorpresa" con el "modo en que se habían producido los hechos y con la falta de consideración a la Iglesia en Xàtiva". El arzobispo, en todo caso, aseguró que el traslado de las piezas a Canals era provisional y que se hizo para evitar pérdidas irreparables. Las clarisas defendieron que trasladaron las obras porque el convento iba a cerrarse y temían que se quedaran solas, pero siempre se negaron a que el patrimonio artístico regresara a Xàtiva.

Al no haber salido de la Comunitat Valenciana (ni siquiera de la comarca), el traslado de las piezas no contravenía ninguna normativa. Durante su estancia en Xàtiva, las clarisas eran muy pobres y no tenían apenas medios; percibián una cantidad insuficiente por el alquiler de sus locales de la avenida de Selgas y seguían cosiendo ropa para fuera de casa pese a su avanzada edad.

El conflicto pudo reconducirse

El conlifcto pudo reconducirse y el tono de la controversia vio rebajado cuando tanto el Arzobispado como la Conselleria de Cultura comprobaron que todas las obras inventariadas se encontraban en buen estado en el convento de Canals. Años más tarde, un acuerdo entre el Ayuntamento de Xàtiva y Federación de las Franciscasnas Clarisas permitió que la Santa Cena de Vicente López se quedara en régimen de cesión en la capital de la Costera. En la actualidad, el consistorio paga un alquiler anual de 2.000 euros a la Orden de Santa Clara por esta pieza a raíz de un nuevo convenio firmado en 2022 por el cual la corporación municipal se comprometió a restaurar tanto este cuadro como otras tres obras más en propiedad de las clarisas.

El convento de Santa Clara de Xàtiva, declarado Bien de Interés Cultural en 2003, fue vendido en 2006 a una promotora de Zaragoza interesada en transformarlo en hotel de lujo. Sin embargo, con la crisis de 2008 la empresa compradora quebró y el proyecto quedó paralizado. En 2018, el Ayuntamiento de Xàtiva adquirió el conjunto arquitectónico al Banco de Santander por 2 millones de euros con la idea de convertirlo en el Palacio de Justicia y en el Centre Raimon d'Activitats Culturals (CRAC).

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