Medicina de alto riesgo en la Coma

La baja de toda la plantilla de este ambulatorio de Paterna es el colofón a años de amenazas y agresiones: "Hemos normalizado situaciones de violencia"

Centro de salud de la Coma, en Paterna

Centro de salud de la Coma, en Paterna / L-EMV

Marina Falcó

Marina Falcó

Desde hace una semana el centro de salud del barrio de la Coma permanece cerrado. La totalidad de la plantilla del centro pidió la baja médica porque ya no aguanta más la presión ejercida por algunos de los pacientes en forma de amenazas y agresiones constantes, tanto en el centro sanitario como en las visitas domiciliarias, que se realizan sin acompañamiento policial. A eso incluso se han acostumbrado, pero en las últimas semanas la situación se ha vuelto insoportable y el equipo ha decidido plantarse.

"Hemos normalizado situaciones de violencia verbal y física constantes", es el resumen que hace una persona allegada a trabajadores de este centro. En total, la plantilla la conforman siete profesionales de Medicina (cuatro de Atención Primaria y tres de Pediatría), cuatro de Enfermería y tres de administración, aunque uno de estos últimos no está de baja. Toda la plantilla ha sufrido en más de una ocasión una situación de violencia física y/o verbal, aunque es el personal del mostrador quien tiene que lidiar con gran parte de las situaciones de tensión, dado que es el punto más accesible y el primero al que se dirige cualquier usuario. Si las intimidaciones han sido habituales desde hace tiempo, en los últimos dos meses la escalada de violencia ha sido exponencial, según explican.

En el mes de marzo cerca de una veintena de coches policiales tuvo que blindar el centro sanitario cuando, tal como publicó Levante-EMV, fue activado el protocolo sanitario ante un posible caso de malos tratos en el ámbito familiar a cuatro menores de edad. La madre de los pequeños acabó detenida por estos hechos y los niños habrían quedado a cargo de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.

Este presunto caso de malos tratos fue detectado por el centro educativo al que asisten algunos de los hermanos. El equipo docentes, al tener sospechas de maltrato en al menos uno de los menores, comunicó los hechos al centro de salud de la Coma como establece el protocolo ante estos casos. Uno de los pediatras fue el encargado de realizar la evaluación pertinente sobre el estado de salud de los menores mientras en las puertas del centro se congregaban personas del entorno de la madre de los niños para evitar que se los llevaran los Servicios Sociales.

Resultado: veinte patrullas de policía rodeando el centro y el pediatra solicitando, al cabo de los días, el traslado a otro centro sanitario de la conselleria.

Una pistola en el centro de salud

Pero eso solo sería el principio. Poco después, y también en el mes de marzo, otra médica del centro fue objeto de amenazas por parte de un usuario del mismo. La doctora, lejos de amedrentarse, presentó una denuncia contra este hombre, tal como recomienda el Colegio de Médicos de Valencia, ya que los y las profesionales sanitarios son autoridad pública y el código penal contempla penas de cárcel para quienes atenten contra ellos.

Pero este caso no quedó ahí, sino que el pasado lunes 8 de mayo, la mujer, la hija y un sobrino del denunciado fueron a la consulta de la facultativa para 'pedirle' que retirase la denuncia. Incluso se mostraron 'dispuestos' a pedir disculpas por lo sucedido, eso sí, condicionándolas a que la facultativa diese el primer paso e invalidase esa denuncia. Y aunque la situación discurrió con aceptable tranquilidad, a pesar de que la médica se negó a acceder a la coacción, la tensión subió radicalmente cuando entraron en la consulta de Enfermería y comenzaron a lanzar amenazas explícitas contra el coche de la facultativa y su familia.

El miedo estaba más que justificado: el sobrino del denunciado, el mismo que en ese momento vociferaba amenazando a los sanitarios, había acudido solo una semana antes al ambulatorio 'armado' con una pistola. Aquel día, había ido a la consulta de Enfermería para recibir una cura y, cuando se le indicó que dejase sus efectos personales encima de una mesa, lo hizo: dejó la cartera, el móvil, las llaves y una pistola. Cuando le recriminaron que llevase un arma y, sobre todo, a un centro sanitario, se limitó a justificarse diciendo: "Mira lo que tengo que llevar para protegerme".

Una semana antes, a finales de abril, se le suma un intento de agresión física a otra de las facultativas del mismo ambulatorio, que además se produjo días después de la reyerta a tiros y navajazos entre dos clanes familiares de la Coma, hecho que sin duda ha venido a enconar una situación que se arrastra, con mayor o menor paciencia, desde hace años.

De hecho, el que sin duda fue el detonante de las medidas drásticas tomadas por los trabajadores fue que el martes 9 de mayo se dio cita a miembros de los dos clanes rivales, los Amador y los Voro, que habían protagonizado ese sangriento enfrentamiento, que terminó con cuatro miembros de una de las familias -un matrimonio y dos de sus hijos- heridos.

Tres de los heridos de la familia de los Voro habían sido citados a primera hora para hacerles un seguimiento de las lesiones sufridas en el brutal ataque, pero también se citó a un miembro del clan de los Amador al que pertenecen los presuntos agresores. Se da la circunstancia de que ambos grupos tienen el mismo médico y, por ello, se les citó con varias horas de diferencia sin que ellos lo supieran.

Sin embargo, los heridos acudieron casi al final de la mañana, casi tres horas tarde, por lo que hubo un momento de alta tensión ante la posibilidad de que acabaran coincidiendo en la sala de espera y se reavivase la reyerta, dado que algunos Voro llevaban días anunciando venganza. Por fortuna, el miembro de los Amador no acudió a la consulta, por lo que no llegó a pasar nada, aunque para entonces, ya había numerosos agentes de la Policía Nacional, de la Local y de la Autonómica en el recinto, tras solicitar protección el equipo sanitario.

Ante este panorama, la plantilla del centro decidió tomar una medida drástica y solicitar la baja laboral. Así que el mismo miércoles el centro amaneció cerrado.

Este jueves, la conselleria ha anunciado que el centro se reabrirá el lunes al disponer ya de "médicos suficientes" para retormar el servicio.