El Parc Central reabre sin agua en sus estanques tras varias intoxicaciones

La aparición de un virus obliga a repensar el modelo de esparcimiento

Un visitante del Parc Central, sentado ante uno de los estanques, completamente vaciado.

Un visitante del Parc Central, sentado ante uno de los estanques, completamente vaciado. / JM LÓPEZ

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

El Parc Central reabrió el sábado por la mañana ante un público poco numeroso porque no era precisamente el mejor día para salir a la calle con las altas temperaturas pegando fuerte. Y en el caso de este espacio verde, el aspecto era aún más triste por la pérdida, al menos momentánea, de uno de sus grandes atractivos: los estanques, grandes y pequeños, los chorros de agua y los riachuelos que son una de sus grandes señas de identidad, de la misma manera que el gran arbolado lo es en el Jardín del Turia. Sin agua, el recinto pierde gran parte de su encanto. Pero no volverá a circular hasta que el sistema hídrico no se haya desinfectado y no se constante que han desaparecido los microorganismos que han generado una epidemia de gastritis entre una decena de jóvenes.

Usuarios de bicicletas, viandantes y personas con animales de compañía se dan cita entre los habituales visitantes del más nuevo de los grandes pulmones verdes de la ciudad. Y entre ellos, las opiniones eran convergentes en un sentido: que precisamente la mala praxis es lo que hace atractivo este recinto en tiempos de calor y que habrá que repensar el concepto. «No te digo que las personas no se deban bañar. Eso está claro, pero los perros sufren mucho en verano y si por lo menos ellos no se pegan un chapuzón, no lo van a pasar bien» decían los dueños de una pareja de canes. Los chorros es el otro gran motivo de litigio: «en pleno verano, con los chorros que están a un paso, lo que te pide el cuerpo es acercarte y mojarte. ¿Cómo quieres que no lo hagamos? Si es que es una invitación» decía otro de los usuarios cercanos a la explanación de la que salen surtidores. Otra cosa son los grandes estanques, esos que se convierten en piscinas improvisadas. «Vienen aquí y si no, también los tienes en La Pantera Rosa. Lo que pasa es que, como esto está más escondido, la gente se tira y es como si no pasara nada». Dicho de otra manera, «claro que es una práctica habitual». En la jornada de ayer tan sólo había agua en las acequias simuladas, con vegetación, donde se intuye que ningún humano se baña. El concejal Carlos Mundina ha anunciado que unas nuevas señalizaciones advertirán claramente que el agua no es para bañarse y que el mal uso puede acarrear sanciones.