Semana Santa Marinera: despedidas, lágrimas y ofrendas para cerrar un año sin Resurrección

Los colectivos asumen con tristeza el final de la fiesta sin poder celebrar el último desfile

La Junta Mayor opta por la prudencia y vota por abrumadora mayoría la cancelación del festejo, aunque a la hora del desfile amainó la borrasca

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La Semana Santa Marinera de 2024 echó el cierre de una forma no deseada: cancelando el Desfile de Resurrección. El acto más alegre y pinturero. Casi una cabalgata, en la que hermanos y cofrades, personajes y granaderos desfilan a buena velocidad, repartiendo flores y a los sones de música de todo tipo, incluyendo el pop. Pero no ha podido ser porque lo han impedido los cielos y la prudencia. Porque, por prudencia, y por una abrumadora mayoría, los colectivos semanasanteros se han reunido y decidido que no se celebrara. Que la fiesta, mal que les pesara, se despedía haciendo mutis por el foro. 

¿Es una decisión bien tomada, habida cuenta de que, en el momento del desfile, apenas chispeaba? "Sabíamos que, tomáramos la decisión que tomáramos, sería mala" reconocía uno de los votantes. "Nos lo estaban diciendo: "es que son cuatro gotas", pero la previsión era de mucha más. Tampoco queríamos organizarlo, empezarlo y que, de repente, tuviéramos que escampar a toda prisa. Eso tampoco son formas".

Por 29 votos a dos se tomó la decisión, a la vez que se informaba que el dinero de la venta de sillas junto a la tribuna se devolverán en la sede a partir del martes en horario de Junta. Y desde ese momento, como era de esperar, la división de opiniones se planteó. Por una parte, los que apelaban a respetar la decisión de la mayoría y los que aplaudían la valentía sabiendo que nadie quería la cancelación. Por otra, los críticos que lo hacían recordando el gasto hecho en flores o en peluquería -en el caso de los personajes- y a que la decisión se tomara a hora y media de celebrarse el acto.

Reunión de los representantes del colectivo semanasantero con la Junta Mayor ppara tomar la decisión

Reunión de los representantes del colectivo semanasantero con la Junta Mayor ppara tomar la decisión / JMSSM

"Lo importante es el Santo Entierro y el Via Crucis"

Otro veterano miembro del colectivo recordaba que "mientras el Santo Entierro y el Via Crucis lo puedas celebrar, lo demás es menos importante. El desfile de Resurrección es un acto único de aquí, no se ve en otros lugares. Y no vamos a engañarnos que es menos importante si lo que hay es sentimiento. Conseguimos, aunque fuera con retraso, celebrar el Santo Entierro y el Via Crucis se pudo hacer. Si eso se ha conseguido, lo más importante se ha salvado". 

Desfiles alternativos

Pero existe otro aspecto, que es el sentimental y, sobre todo, por aquellas personas que disfrutan con la participación incluyendo ese momento menos solemne. Sobre todo, los niños. Sirva el ejemplo de lo que se veía en el Rosario, donde se organizó de forma improvisada una ofrenda a la virgen del Canyamelar para lo más pequeños. Primero, fueron buscándolos. En alguna ocasión, se fallaba: "se ha ido a casa ya, llorando". Normal. Finalmente, desde la puerta de los Granaderos hasta la iglesia se organizó un mini pasacalle, donde se entregaron y lanzaron los claveles, esos que debían haber ido a parar al público en el desfile colectivo, y a la puerta del templo se ofrendó a la imagen, ahora vestida de blanco para conmemorar el regreso del hijo. 

Y es que las flores nunca van a la basura antes de tiempo. Acababan, de esta forma, en algunas de sus múltiples utilidades habida cuenta que no eran lanzadas, una a una, a un público que acababa haciendo sus propios mini-ramos. Las que no se repartieron en estos desfiles imporovisados o acabaron como ofrendas ante las imágenes se convierten en en ramos que se quedan en casa, en recuerdos a fallecidos o a amistades.

Encuentros salvados antes de que lloviera

Antes, la mañana ha sido testigo de los diferentes actos, condicionados por esa meteorología que, al principio, parecía ser condescendiente, pero que finalmente no lo fue. Los encuentros más madrugadores pudieron celebrarse bien aunque, en algún caso, regresando apresuradamente. Como también le ocurrió a Medinaceli, que lanzó la corona de laurel a las aguas del puerto y regresó a toda velocidad para, en este caso, celebrar el encuentro en el interior de Santa María del Mar. 

Conversación junto a una sede mientras el público se marcha entre paraguas

Conversación junto a una sede mientras el público se marcha entre paraguas / Moisés Domínguez

Ya para entonces los comulgares de impedidos se habían suspendido o celebrado en condiciones muy malas. Y los representantes de los colectivos se desplazaban a la sede de la Junta Mayor para tomar una decisión que se adoptó por amplísima mayoría. 

Para el momento de celebrarse el desfile, los cielos estaban más domados, chispeando de forma impertinente. Lo suficiente como para dejar la división de opiniones, entre el "hemos hecho bien porque podía haber sido mucho peor" y el "se podía haber celebrado". Ambas tesis son igual de válidas. 

Dos Longinos entre paraguas y plásticos

Dos Longinos entre paraguas y plásticos / Moisés Domínguez

Una fiesta más estoica

Obsérvese, en ese sentido, que la Semana Santa es mucho más estoica que, por ejemplo, las Fallas. Porque el problema es el mismo en ambos casos: posibilidades de resbalar y deterioro del vestuario. Pero mientras en Fallas sí que se suele apelar a la heroica -y con la inestimable ayuda de unos paraguas que, en el caso de la Pasión, "pegan" menos- en la Semana Santa, la de València y la de cualquier otra ciudad, se opta por la cancelación. Una forma suplementaria de hacer paso de penitencia. 

Y así, y apelando a que la Semana Santa hay que vivirla todo el año, y no solo por una procesión arriba o abajo, la fiesta de los Poblats se ha visto obligada a echar el cierre. 

Actos para hoy

A partir del Domingo de Resurrección sigue haciendo actos, pero sin solemnidad. A mediodía del Lunes de Pascua está prevista la Misa de Acción de Gracias ofrecida por la Junta Mayor. En este caso, en la iglesia de San Rafael. Y por la tarde, aquel que callejee por los barrios marineros puede encontrarse con el traslado de las imágenes. Ya sin solemnidad, ni personajes ni bandas de música. Por ejemplo, a las seis de la tarde, Jesús Atado en la Columna marcha desde la casa del cofrade, en Antonio Juan, a la Iglesia de los Ángeles. A las siete y media, el Cristo Rey de los Dolores, portado por los jóvenes de la hermandad de la Coronación de Espinas, desde la casa donde estaba expuesta en Felipe Vives hasta la parroquia.

Con eso sí, una salvedad para recuperar sensaciones: el Cristo del Salvador y del Amparo saldrá, también a las siete y media, desde el 141 de la calle Barraca, donde ha estado expuesto, hasta la Iglesia de San Rafael y sí que lo hará con los miembros de la hermandad vestidos de vestas. Traslados que continuarán durante el martes, miércoles y jueves. Es la Semana Santa invisible. A la espera de un año más condescendiente.