Benavent, el cambio tranquilo en la Iglesia valenciana

El arzobispo de Valencia ha hecho bandera de la cercanía, la tolerancia, el diálogo y la cordialidad durante su primer año de pontificado

Ha reforzado la política de tolerancia cero ante los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia con un nuevo protocolo de prevención

Benavent saluda a unos niños al salir de la Catedral de València tras su toma de posesión como arzobispo.

Benavent saluda a unos niños al salir de la Catedral de València tras su toma de posesión como arzobispo. / Eduardo Ripoll

Rafel Montaner

Rafel Montaner

El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent (Quatretonda, 1959), cumple este domingo su primer año de pontificado. Desde que asumió el báculo y la mitra valenciana el 10 de diciembre de 2022, ante una catedral llena a rebosar, el cambio tranquilo ha marcado estos 365 primeros días de mandato. Durante este tiempo ha hecho bandera de la cercanía, la tolerancia y el diálogo, apostando por la cordialidad en sus relaciones con el Consell, primero con el Botànic y ahora con el gobierno de PP y Vox. Levante-EMV repasa los siete retos principales que ha abordado Benavent durante estos doce meses al frente de una archidiócesis que gestiona un presupuesto anual superior a los 61 millones de euros, casi la mitad de ellos procedentes de aportaciones directas de los fieles.

Acercar la Iglesia a la sociedad valenciana

Uno de los ejes de Benavent es la evangelización de la sociedad valenciana, el hacer que los valencianos "sientan a la Iglesia como una realidad que está cerca de las personas", como anunció en la víspera de su toma de posesión al cumplir la tradición de pernoctar en el colegio Jesús-María de València, como hizo Santo Tomás de Villanueva en 1544 al encontrar cerradas las puertas de las Torres de Quart. Este afán por estar cerca de las parroquias ya fue el sello que marcó los 9 años de Benavent al frente del obispado de Tortosa, mandato durante el que visitó las 141 parroquias de dicha diócesis que ocupa una superficie de más de 6.450 km2 y atiende a más de un cuarto de millón de personas. Unas dimensiones que nada tienen que ver con la diócesis valenciana, integrada por 638 parroquias que atienden a una población de 2,8 millones de personas repartida en una superficie de más de 12.500 km2. De ahí que el propio mitrado ya advirtiera esa misma noche en el antiguo convento del Socorro de la dificultad de mantener esa cercanía con las parroquias que se ha marcado como objetivo.

Despertar vocaciones sacerdotales

En su vuelta da la diócesis en la que cantó misa, el Seminario Mayor de Moncada, del que fue formador durante casi un lustro, ha sido casi como un segundo hogar para Benavent en su meta de despertar vocaciones sacerdotales entre la juventud valenciana. La diócesis forma en la actualidad alrededor de medio centenar de seminaristas, un número importante pero insuficiente para garantizar el relevo de los 950 sacerdotes diocesanos, muchos de ellos próximos a la jubilación. Benavent, que añora los tiempos en los que era un orgullo para las familias el tener un hijo sacerdote, se ha volcado durante estos 365 días con todas las actividades organizadas por el seminario de Moncada, entre ellas el primer campeonato de fútbol sala para seminaristas de toda España en el que participó el pasado septiembre, como con el Seminario Menor de Xàtiva, donde se desplazó para abrir el actual curso 2023-2024 y compartir su tiempo con el alumnado y el profesorado de esta institución.

Benavent en la celebración del 40 aniversario de Juniors Moviment Diocesà en el campo del Levante UD.

Benavent en la celebración del 40 aniversario de Juniors Moviment Diocesà en el campo del Levante UD. / Fernando Bustamante

Y es que como dejo claro en una entrevista a Levante-EMV previa a su llegada a la mitra valenciana, Benavent ha apostado por promover espacios de vida cristiana y de oración "donde los jóvenes puedan escuchar la llamada del sacerdocio". De ahí la cercanía que ha demostrado durante este año el arzobispo con los jóvenes de la diócesis participando activamente en la reciente celebración del 40 aniversario de Juniors Moviment Diocesà, el proyecto educativo propio del Arzobispado de Valencia de ocio y tiempo libre para la juventud que, hoy por hoy, es la mayor asociación juvenil de la Comunitat Valenciana al agrupar a 14.000 personas, entre niños, jóvenes, educadores y voluntarios, de 140 centros repartidos por las parroquias de 82 municipios. Benavent se implicó no solo en el acto central de este aniversario, que reunió a más de 8.000 jóvenes en el campo de fútbol del Levante UD, sino que también propició y participó en la recepción del papa Francisco a los Juniors en el Vaticano.

Normalización del valenciano

La llegada de Benavent también ha supuesto una inequívoca apuesta por normalizar el valenciano en la Iglesia, aunque hasta ahora ha ido desplegándola con pies de plomo con el fin de esquivar el conflicto lingüístico que ha vuelto a la primera línea tras la llegada de PP y Vox al Consell y su defensa de un valenciano más próximo a la lengua que se habla en la calle y menos "catalanizado". La lengua materna de Benavent siempre está presente en su proyección pública: desde su primera carta a la diócesis, o en sus primeras palabras tras recibir el báculo y la mitra arzobispal en la Seu, hasta su gesto de escribir en valenciano su mensaje a los fieles en el semanario Paraula. Sin embargo, el misal en valenciano elaborado por la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) hace más de dos décadas aún sigue durmiendo el sueño de los justos en algún cajón del Palacio Arzobispal.

Benavent saluda a la presidenta de la AVL, Verònica Cantó, que acudió a su toma de posesión como arzobispo.

Benavent saluda a la presidenta de la AVL, Verònica Cantó, que acudió a su toma de posesión como arzobispo. / Eduardo Ripoll

Por ello, la misa dominical en valenciano retransmitida por À Punt que ya puso en marcha el anterior arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, y que Benavent ha mantenido, sigue siendo por ahora la principal medida visible del impulso a la lengua cooficial de la Comunitat Valenciana en la Iglesia. En una reciente entrevista concedida a la Cadena SER en la que el prelado no ocultaba su deseo de normalizar el valenciano en la vida de la diócesis, ya daba pistas de que habrá que esperar tiempos menos convulsos para resucitar el misal de la AVL. "La Iglesia en sí misma no tiene ningún problema con la lengua. No tenemos ninguna voluntad de excluir el valenciano ni de la vida de la Iglesia ni de la liturgia: yo mismo lo uso con mucha frecuencia", explicaba Benavent.

La dificultad, según afirmaba el arzobispo, "surge cuando un problema que no es político adquiere dimensión política y se convierte en tema político, porque entonces, las instituciones que queremos mantenernos al margen de la política acabamos siendo las primeras víctimas". De ahí que añadiera que "la Iglesia está siendo un poco una víctima de una confrontación que no ha generado ella y que a ella no le interesa que se mantenga. Creo que todos debemos hacer lo posible para evitar que esta confrontación vaya a más", y expresará a renglón seguido su deseo de que la situación se normalice.

Política de mano tendida

Este primer año de Benavent al frente de la mitra valenciana ha estado marcado por la cordialidad y la política de mano tendida con el Consell, primero con Ximo Puig, con quien se reunió apenas 12 días después de asumir el cargo para dar continuidad a la Comisión Mixta de Cooperación entre la Generalitat y el Arzobispado, y tras el cambio político en la Generalitat, con el actual president, Carlos Mazón. Este instrumento para el asesoramiento y consulta en materia de protección del patrimonio cultural, educación, asistencia social y también sanitaria en centros hospitalarios del Sistema Valenciano de Salud fue puesto en marcha por el cardenal Cañizares y Puig, y Benavent y Mazón acordaron reforzarlo el pasado 20 de septiembre en su primer encuentro institucional.

Mazón y Benavent el pasado 20 de septiembre en su primer encuentro institucional.

Mazón y Benavent el pasado 20 de septiembre en su primer encuentro institucional. / Miguel Angel Montesinos

A diferencia del cardenal Cañizares, encuadrado en el sector más conservador de la Iglesia y que siempre mantuvo una postura crítica frente a los gobiernos de coalición del PSOE, tanto en el ámbito estatal como autonómico, llegando a impulsar un 'salvem' de la enseñanza concertada frente a las políticas de educación del Botànic o reclamando la salida del Gobierno de Podemos, Benavent mantiene un tono más conciliador desde el minuto cero. Ya en su primera homilía como arzobispo en la Seu dejó claro que "la Iglesia no es un partido político: no nos marcamos objetivos humanos".

Incluso ante cuestiones tan polémicas como la amnistía a los implicados en el procés, el actual arzobispo de València no deja de mostrar su apuesta por la conciliación y el entendimiento. No hay que olvidar que durante el referéndum ilegal en Cataluña de 2017 Benavent era el obispo de Tortosa y junto al resto de prelados catalanes abogó por buscar la convivencia y evitar la polarización de la sociedad.

El Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, junto a la presidenta del club Manuel Broseta, Amparo Maties, y el rector de la Universidad Católica de València, José Manuel Pagán.

El Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, junto a la presidenta del club Manuel Broseta, Amparo Maties, y el rector de la Universidad Católica de València, José Manuel Pagán. / Francisco Calabuig

Una postura conciliadora que no supone ninguna renuncia, pues Benavent en su intervención más política en este primer año de mandato se mostró un firme defensor de la libertad religiosa y de conciencia al reclamar una justa regulación de la objeción de conciencia ante hechos que atenten contra la concepción de los cristianos de la vida humana, como el aborto o la eutanasia. Fue el pasado 10 de octubre, en la apertura del curso del Club de Encuentro Manuel Broseta. En su primera intervención en una tribuna de la sociedad civil como arzobispo de Valencia, criticó que "se está imponiendo una nueva visión de los derechos humanos, vivimos un individualismo que no acepta límites éticos y transforma los deseos en derechos, y comportamientos despenalizados adquieren la condición de derechos a proteger como la práctica de la eutanasia, o la pretensión de que el aborto es un derecho, lo que desprotege gravemente a la vida humana". "La objeción de conciencia es un deber moral que el Estado tiene la obligación de reconocer, sin restringirla ni minorizarla y no puede ser presentada como un atentado contra los derechos de los demás", sentenció.

Apuesta por la unidad de la Iglesia valenciana

Benavent también ha hecho de la conciliación su máxima puertas adentro de la Iglesia valenciana, donde llegó hace ahora justo un año recordando las palabras de San Pedro de que para guiar al pueblo de Dios no se debe actuar 'como un déspota que se considera a sí mismo dueño del rebaño y modelo de rebaño'. Un mensaje que Benavent ya hizo suyo en 2013 en su acceso al obispado de Tortosa y que mantiene vivo en su día a día en Valencia.

Ya en sus primeras palabras como arzobispo proclamó que una Iglesia en la que haya divisiones "no da testimonio de Cristo". Por ello, en la entrevista previa a su retorno a València ya dejo claro que no tenía previsto hacer cambios radicales en la estructura del arzobispado. "Cuando uno va a una diócesis tiene que pensar que la vida allí no comienza con él y voy a una que tiene muchos siglos de historia con muchas personas entregándose a ella. No voy a hacer mi Iglesia, sino a caminar con ellos", explicaba a este periódico.

Tras los 8 años de mandato del cardenal Cañizares, en línea con los sectores más conservadores de la Iglesia valenciana, el nombramiento de Benavent fue percibido con alivio entre los colectivos más progresistas de la diócesis valenciana. El nuevo arzobispo, en la entrevista a Levante-EMV, reconocía que "hay sensibilidades distintas en la Iglesia, siempre ha habido un pluralismo", pero insistía en que "lo que a los cristianos nos une, que es nuestra fe y el amor a Jesucristo, debe de ser más fuerte". "Las diferencias, que pueden ser desde políticas a manera de valorar o de pensar sobre ciertos temas, no pueden romper la comunión entre nosotros", añadía.

En busca de un equipo

Poco amigo de hacer cambios radicales en la estructura del arzobispado, "yo no hago modificaciones hasta que no tengo la convicción de que servirán para mejorar la situación" explicaba a Levante-EMV en una entrevista tras el anuncio de su nombramiento como nuevo arzobispo de València, el ritmo de los tiempos ha obligado a este defensor del cambio tranquilo a pisar el acelerador en la reforma de su equipo tras perder los tres arzobispos auxiliares que tenía.

Tradicionalmente, el Arzobispado de Valencia siempre ha tenido al menos dos obispos auxiliares. De hecho, cuando Benavent llegó al Arzobispado de Valencia hace ahora un año contaba con tres obispos auxiliares. En febrero de este año dos de ellos, Javier Salinas y Vicente Juan, pasaron a la situación de eméritos, el primero por haber cumplido los 75 años y el segundo por motivos de salud. El único obispo auxiliar que le quedaba, Arturo Ros, fue promocionado por el papa Francisco a finales de octubre como nuevo titular de la diócesis de Santander.

Benavent felicita a su único obispo auxiliar, Arturo Ros, tras ser designado como nuevo obispo de Santander.

Benavent felicita a su único obispo auxiliar, Arturo Ros, tras ser designado como nuevo obispo de Santander. / Francisco Calabuig

Benavent, que sostiene que una diócesis como València necesita al menos dos obispos auxiliares, solicitó el pasado noviembre al papa que iniciará los trámites o para nombrar algún obispo auxiliar para la archidiócesis valenciana. Aunque es el pontífice quien designa libremente a los sacerdotes que han de ser consagrados obispos, lo habitual es que sea la propia diócesis la que le proponga una terna de candidatos, con lo que Benavent tiene ahora la oportunidad de reconstruir la cúpula del arzobispado a su medida. No obstante, como advertía el mismo entonces ante un corrillo de periodistas, la designación de obispos auxiliares "es un proceso que tardará unos meses, pues no es rápido porque se hacen investigaciones, se pregunta sobre los posibles candidatos y, por tanto, es largo".

"Tolerancia cero" ante los abusos sexuales a menores

En este primer año de pontificado de Benavent también cabe resaltar el reforzamiento de la política de tolerancia cero ante los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia. La máxima del arzobispo de que "un solo abuso ya son muchos, una sola víctima lo es todo" impregna el nuevo protocolo de prevención y actuación propio de la archidiócesis con más de un centenar de páginas que se ha publicado este año va mucho más lejos de las directrices marco elaboradas por la Conferencia Episcopal Española.

El documento, elaborado por la Oficina de Protección al Menor (OPM) de la archidiócesis que dirige el sacerdote Daniel Juan y que puso en marcha el cardenal Cañizares, está adaptado a la realidad de la Archidiócesis de València, que es la que más colegios diocesanos gestiona en toda Europa con un total de 67, con más de 33.000 alumnos, y, además, gestiona dos universidades católicas que forman a cerca de 31.000 estudiantes, una propia del arzobispado, la Universidad Católica de València (UCV), y la otra la Universidad Cardenal Herrera CEU (CEU-UCH), pues el arzobispo es el gran canciller de esta institución académica de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

El protocolo de prevención incluye un decálogo de conductas "estrictamente prohibidas" en la interacción con menores por parte de sacerdotes, profesores y laicos de la archidiócesis entre las que destacan "quedarse a solas con un menor". Con el fin de evitar estas situaciones se considera "necesario llevar a cabo una política de 'puerta nunca cerrada'". Es decir, que cuando haya que hablar en privado con un menor se haga siempre en un entorno visible y accesible para otros adultos, y nunca "con la puerta cerrada".

Prohíbe también "ponerse en situación de riesgo o claramente ambigua", como entrar en los vestuarios, baños o duchas mientras estén los menores, compartir habitación o tienda de campaña durante las excursiones o incluso subir a un menor a solas en un coche. Además, tampoco se tolerará "pedir a un menor que guarde un secreto o darle regalos discriminando al resto". También se prohíbe tajantemente, y será motivo de "cese inmediato de la actividad pastoral", establecer "cualquier relación sentimental, consentida o no, de una persona adulta con otra menor de edad".

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