La obsesión de Sorolla que nunca vio cumplida

El pintor 'soñó' e impulsó para València un fastuoso Palacio de las Artes y las Industrias

Uno de los Sorollas de la exposición.

Uno de los Sorollas de la exposición. / Francisco Calabuig

Begoña Jorques

Begoña Jorques

De haberse cumplido su deseo y empeño, quizás, el Año Sorolla -que conmemora el siglo de la muerte del pintor- habría tenido su ‘campamento base’ en el Palacio de las Artes y las Industrias, un majestuoso espacio que nunca existió. El maestro de la luz fue su principal impulsor, aunque el proyecto quedó en saco roto antes las desavenencias entre artistas, administraciones y arquitectos. La exposición «La ciudad de los artistas. Joaquín Sorolla y el Palacio de las Artes y las Industrias de València», en el Museo de la Ciudad, recuerda este proyecto que el maestro de la luz quiso levantar como lugar en el que reunir el talento artístico valenciano. Para ello exhibe cerca de 150 obras de Sorolla y sus coetáneos, entre pinturas y esculturas, así como planos y fotografías del proyecto. 

Según el comisario de la exposición, Jaume Penalba, la muestra -que se puede visitar hasta el 31 de diciembre- «no es solo sobre el Joaquín Sorolla pintor, sino sobre el Sorolla promotor del proyecto y para dar visibilidad a otros artistas». Junto a los lienzos de Sorolla hay otros firmados por grandes nombres de la pintura como Antonio Fillol, Cecilio Pla, Muñoz Degrain, José y Peppino Benllire, Ignacio Pinazo, Manuel Benedito o José Capuz

El Museo de la Ciudad reabre su primera planta con esta muestra.

El Museo de la Ciudad reabre su primera planta con esta muestra. / Francisco Calabuig

Exposiciones en la Real Academia y bazares

Además de estas obras, el gran valor de esta exposición está en conocer el proyecto que Sorolla soñó para su ciudad y que «llegó a obsesionarle», explica el comisario de la exposición. Fruto de sus viajes por las principales ciudades españolas y europeas, Sorolla soñó con que València contara también con una gran infraestructura en la que los artistas pudieran mostrar su obra, que hasta entonces se limitaba a exposiciones en la Real Academia de Bellas Artes o, incluso, a los escaparates de bazares. 

Su primer intento fue en 1900, con una primera tentativa de crear en el Cabanyal una ‘colonia’ de artistas y construir un palacio en el que albergar Bellas Artes y las artes industriales. Volvería a insistir hasta en dos ocasiones más: en 1909 con la Exposición Regional Valenciana, para la que se construyó un Palacio de las Bellas Artes efímero, y 1916, cuando más cerca estuvo de conseguirlo. Entonces, Sorolla había vuelto a la ciudad con motivo del cuadro sobre València que la Hispanic Society of America le encargó para su serie ‘Visión de España’. Sorolla se convirtió en punta de lanza para aunar a toda la clase artística del momento. Tanto fue así que incluso llegó a crear la Asociación de la Juventud Artística Valenciana, «brazo armado» del colectivo. El fin último de esta agrupación era reunir fondos para la construcción del ansiado palacio.

Sorolla y sus contemporáneos, en el Museo de la Ciudad.

Sorolla y sus contemporáneos, en el Museo de la Ciudad. / Francisco Calabuig

De las Bellas Artes a cuarteles militares

Para el proyecto, que iba tomando forma, la Junta Ejecutiva para su construcción llegó a comprar por 15.000 pesetas la fachada de Platerías Martínez de Madrid. Las piedras llegaron a València y se plantearon dos ubicaciones para el palacio: el llano del Remedio y la hoy calle Navarro Reverter, donde finalmente se levantaron unos cuarteles militares. Las piedras que debían ser para el palacio se destinaron al monumento a Sorolla en la fachada marítima de la ciudad.

Finalmente, los intentos de Sorolla fueron en vano y el palacio nunca se llegó a levantar. «La lucha de egos o el querer abarcar mucho, junto a la ausencia de una burguesía y aristocracia que apoyara el proyecto», según Penalba, habrían sido las causas del fracaso del proyecto. Y aunque Sorolla llegó a encargar el primer borrador al arquitecto Fernando Aymamí, la insistencia de los colegas por un concurso público -al que solo se presentaron Goerlich y Mora- dio al traste con el proyecto. Todo ello junto a la prematura enfermedad de Sorolla, cuando tenía 60 años, y su muerte -tres años después- dejaron el palacio en el cajón del olvido. 

La exposición exhibe algunos dibujos de la fachada del edificio y algún plano, pero el proyecto primigenio de Aymamí permanece aún hoy en paradero desconocido.

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