Los clavellones de la Batalla de Flores sobreviven a la meteorología adversa

Aunque parte del terreno se ha quedado sin cultivar, la flor inicia su última fase de maduración antes de ser recogido

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

«La cosecha se ha perdido». Esta afirmación, en términos de agricultura, nunca es buena. Puede paliarse entre la cobertura del seguro y la búsqueda del producto en otro mercado. Pero eso no vale si alguna vez se pronunciara con el clavellón de la Batalla de Flores.

Ya están listos los clavelones para la Batalla de Flores de Valencia

F. Bustamante

Como un año se eche a perder, la ciudad tiene un problema y grande para uno de sus festejos emblemáticos. No hay flor que la sustituya porque tiene unas características muy especiales por tamaño y forma, ésa que la convierte en un «arma arrojadiza». No es una flor que se utilice para centros de flor de eventos ni se regala en ramos. No es que sea una flor de temporada, es que, en València, es casi una anomalía botánica pensada exclusivamente para ese día. Buscar en el mercado internacional -es una planta de origen americano- sería ruinoso y el volúmen necesario es excepcional. Dicho de otra forma, siempre se camina sobre el alambre.

El corazón en un puño

Por eso, las cada vez mayores alteraciones meteorológicas ponen el corazón en un puño. Y lo van a seguir poniendo hasta el viernes de la semana que viene, cuando empiece la cosecha. «No hago más que mirar al cielo», reconoce el horticultor Miguel Galán. «De momento, la salvamos. Clavellón va a haber más que suficiente, pero no nos podemos permitir ningún fenómeno meteorológico grave. Y cuando hablan de tanta ola de calor...» no ya sólo por la temperatura abrasadora, sino por las tormentas que la acompañan de forma inesperada.

Los campos ya tienen la doble tonalidad naranja y amarilla a la espera de aumentar el tamaño en los próximos días

Sufrimiento este año

Este año se nota a simple vista respecto a otros años que el cultivo ha sufrido. En condiciones normales, los campos se abigarran de plantas, casi como si fuera un maizal. Este año se notan calvas en los terrenos de cultivo, especialmente en las esquinas. Son plantas que no han llegado a crecer. La ventaja es que, en los años normales, hay flor de sobra -las cajas que recibe cada palco y auténticas montañas que se apilan en el recorrido para ser entregadas a palazos-. Este año se intuye, por lo menos a simple vista, que no habrá tanta, aunque sí para cumplir con las necesidades... siempre y cuando no haya una catástrofe. Por norma, Galán siempre ha adoptado una medida suplementaria de precaución: «repartir la plantación en diferentes zonas» para repartir a su vez los riesgos.

«Sometidas a estrés»

«Han estado sometidas a muchísimo estrés», reconoce Galán. «Son plantas resistentes al calor, eso no hay duda, y reciben riego, pero una cosa es el calor y otra es el asfixiante que hay este año. Pero también le afecta el viento. Es una planta delicada, que con el exceso de aire se rompe y se muere» y si se le añade el episodio de granizo sufrido semanas atrás, se llega a la conclusión de que «es un año difícil como pocos». Algo que se está viendo en la propia jardinería de la ciudad, con una caída o desprendimiento de árboles por encima de la media. «Tendemos a pensar que plantas y árboles no sufren, y no es así».

En estos momentos, el clavellón está en la fase de crecimiento definitivo. Ya las hay totalmente desarrolladas y otras que esperan a estos últimos diez días para acabar de adoptar el tamaño deseable. Inconfundibles sus dos tonalidades, en naranja y en amarillo, que se combinan con otras plantas más similares a la margarita, también en la misma tonalidad.

El viernes 28 empieza la recolección

La recolección empezará el viernes 28 y se desarrollará hasta el mismo día de la Batalla de Flores, el domingo 30. Cada palco dispone de un par de cajas llenas de flor, a lo que se une la que se repone directamente desde el recorrido cuando la cosecha ha sido abundante. «Como medida de precaución procuramos plantar más incluso de lo que toca. Pero lo mejor es que no pase nada».