Alzira suma veinte noches sin bajar de 25 grados en menos de dos meses

El bochornoso verano deja hasta ahora otras cuarenta jornadas nocturnas tropicales con el termómetro por encima de los 20 ºC

Son tantas noches tórridas como las registradas en València entre 1940 y el año 2000

Un grupo de niñas se refresca en una fuente en Alzira.

Un grupo de niñas se refresca en una fuente en Alzira. / Agustín Perales

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Alzira acumula hasta el 22 de agosto 41 noches tropicales, es decir, en las que la temperatura mínima no ha descendido de los 20 ºC. A ellas se suman 19 tórridas, que son aquellas en las que no se han bajado de los 25. En plena ola de calor, los datos constatan la excepcionalidad de este verano (y también del anterior) ya que no sólo los picos máximos sirven para determinar cuán cálido está siendo el periodo estival. Aunque también han sido extraordinarios, con varias localidades que superaron los 46 grados el pasado 10 de agosto.

La capital de la Ribera Alta no es el único municipio afectado por las elevadas temperaturas nocturas. Los registros que ofrece la red de estaciones de la empresa Inforatge en la comarca sitúan en una situación similar, por ejemplo, a Algemesí, donde las noches tropicales ascienden a 44 y las tórridas a 14. «Entre este verano y el anterior hemos roto todos los récords de noches tropicales de los últimos treinta años. La principal incógnita ahora es saber si serán dos veranos excepcionales y al año que viene tendremos uno más ‘normal’ o se convertirán en la norma a partir de ahora», expone el meteorólogo de Inforatge Jovi Esteve. 

Aunque los registros de temperaturas de Alzira son relativamente recientes, existe una comparación estadística que resulta de utilidad para entender su magnitud. Se han producido más noches tórridas en la capital ribereña este verano que en la ciudad de València entre 1940 y el año 2000 (18, según los datos que maneja la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en la Comunitat Valenciana).

«Estos valores reafirman la sensación que cualquiera puede tener y es que nos encontramos ante un verano muy pesado en el que la humedad también ha sido muy constante y eleva la sensación térmica», expone Esteve, que añade a continuación: «Julio ya ha sido más caluroso que el del año pasado y queda por ver qué pasará con agosto. Este verano no nos está dando tregua. Durante el día es más fácil soportar el calor, pero si de noche el cuerpo no descansa bien, afecta a nuestra salud».

A pesar de que el meteorólogo reconoce que el futuro es incierto, también se muestra preocupado ante «un escenario que no invita al optimismo». «Siempre que rompemos récords lo hacemos al alza y todo hace indicar que en un futuro se seguirá en la misma línea si no frenamos la emisión de gases de efecto invernadero y realizamos una rápida transición energética», defiende Esteve.

Los efectos del excesivo calor sobre las personas y el medio ambiente son diversos, tal y como señala el propio Esteve. «El Mediterráneo nunca había llegado a los 30°C a finales de julio y eso tiene consecuencias en su ecosistema. Pero también a la hora de atraer nuevas plagas, como ya hemos visto con el picudo o el mosquito tigre. Después están también los efectos económicos. Ya hemos visto lo que ocurre, por ejemplo, en la agricultura con la escasez de sandía y su elevado precio. También está el hecho de que cuando el calor es persistente e inaguantable también ahuyenta a los turistas», reflexiona.

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