La Archicofradía de los Genoveses

Su capilla era una ejemplo de la pujanza que en aquella época las colonias francesas, alemanas y, sobre todo, italianas tenían en la capital del Turia, donde mantuvieron su presencia e influencia hasta varios siglos después

nombre apellido. lugar

La ciudad de València era desde finales del siglo XIV uno de los centros económicos principales en el Mediterráneo occidental. Esto hizo que proliferaran dentro del núcleo urbano colonias demográficamente numerosas de franceses, alemanes y sobre todo italianos. Estas colonias eran comercialmente activas y financieramente potentes. La italiana desde finales del siglo XIV hasta mediados del XV, estaba compuesta en su mayoría por pisanos, florentinos, milaneses y piamonteses, cambiando en la segunda mitad del XV a una mayoría genovesa, tanto de la ciudad de Génova como de Liguria. Este crecimiento seguiría en siglos posteriores. La mayor parte eran mercaderes, aunque también había marinos, tratantes y artesanos de la industria papelera y sedera.

Eran tiempos de proliferación de gremios y cofradías, estos grupos demográficos, no ajenos al poder que se podía ejercer desde la fórmula de hermanarse, estableciendo mecanismos de cohesión y protección con los que defenderse de la diseminación y el aislamiento que impulsaba el lugar de destino, crearon también cofradías con el único elemento integrador de la procedencia territorial.

Sus orígenes

En València destacó sobre todas la cofradía de los genoveses; gracias a los estudios realizados por el profesor David Igual Luis podemos tener importantes conocimientos de esta antiquísima cofradía. En el proceso de inserción social de este grupo destacó la construcción de una capilla cercana al monasterio de San Francisco, actual plaza del Ayuntamiento, que albergó la sede de su cofradía. En mayo de 1487 se presentaron ante la comunidad franciscana algunos de los hombres de negocio más importantes de la colonia genovesa: el prior de la capilla, el mercader Bernardo di Franchi; el subprior Andrea Bisso, velluter; seis consejeros, los comerciantes Franco Gavoto, Agostino Giustiniano y Andrea Gentile, los velluters Matteo Grasso y Francesco di Nervi, y Giorgio di Framura; y otros cuatro prohombres, Próspero Catáneo, corredor y mercader; Biagio Bisso, velluter; Giovanni di Podio y Bernardo Macarii. Todos ellos, en representación suya y de otros genoveses residentes en València, solicitaron la construcción de una casa de devoción o casa de disciplinante. Los frailes menores les asignaron un solar cercano al monasterio, en la parte trasera del hospital de la Reina, en las inmediaciones del antiguo recorrido de la acequia de na Rovella y al que se accedía por un estrecho "carreró" por el que podía transitar un carro, para construir allí su capilla. Y en su interior, los frailes concedieron derechos con los que podrían construir una sacristía, capillas menores bajo cualquier advocación y sepulcros comunes o individuales para enterrar a sus difuntos, tanto hombres como mujeres. Además, los frailes de San Francisco se comprometían a presidir las misas celebradas en la capilla los domingos y días festivos, cediendo al colectivo italiano el derecho de recaudación de las limosnas. Se formalizó la cesión el 13 de mayo de 1487 ante el notario Juan Casanova. La capilla comenzó a edificarse ese mismo año bajo la invocación de Capella dels Disciplinants y el acuerdo sería ratificado el 30 de agosto de 1514 por fray Martín Orís, comisario y vicario general de la orden y ministro de la provincia de Aragón, en la notaría de Juan Casanova.

El encargado de dirigir la construcción fue Próspero Cataneo, él se encargaría de gestionar las compras de piedra y ladrillos, así como de la obtención de donativos económicos para su financiación. Dos días después del acuerdo entre los ligures y la comunidad franciscana, el "rajoler" valenciano Joan de Baeça prometió entregar a Cataneo 31.000 "rajolas", a 25 "sous el millar". En 1488, el propio genovés pagó al carreter Gonçal de Pontones 16 "lliures" con 11 "sous" por un reble o conjunto de piedras que compró. Y todavía en 1489 nombró procurador al notario Bemat Berart para recaudar el dinero que hiciera falta para la construcción de la capilla.

Hasta el siglo XVI se identificará esta capilla como la sede de una casa, compañía o cofradía de genoveses, a partir del siglo XVI en adelante, como Archicofradía de Nuestra Señora de la Consolación San Juan Bautista y San Carlos Borromeo de los genoveses. La capilla la podríamos ubicar en la actualidad en la esquina que forma el edificio del Ayuntamiento con la calle Periodista Azzati y no en la calle de la Sangre como durante muchos años se creyó.

Registros notariales

Las pocas noticias que se tienen de la Archicofradía de los Genoveses nos vienen dadas desde los registros notariales. De este modo, en 1578 se interpuso una demanda contra Baptista Aprile, "mestre obrer de vila" por la mala ejecución de varias obras realizadas en la capilla y que no habían sido ejecutadas de manera adecuada. El 06 de marzo de 1695, el prior de la Archicofradía, Agostino Grandona, y once genoveses más se reunieron con el prior del convento de San Francisco, Bartolomé Mantero, con el fin de convencerle de que el inmueble presentaba un estado de ruina total, impidiendo la celebración de cualquier acto religioso en el mismo y ante la imposibilidad de hacerse cargo de la reparación por falta de fondos, acordaron imponer una tacha (impuesto) sobre todas las mercancías que los genoveses entraran o sacaran de los puertos valencianos. En 1735 el prior del monasterio de San Francisco, instó a la archicofradía al abandono de la capilla con el fin de utilizar esos terrenos para la ampliación de la enfermería, amparándose en algunos de los artículos del contrato y previa indemnización. La resolución de este pleito se demoró más de seis años, después de que los genoveses presentaran varios recursos ante lo que ellos consideraban una vulnerabilidad de sus derechos.

El abandono de la capilla se realiza en 1804, en el que se dio en permuta a los genoveses la casa e iglesia de los PP. Agonizantes en la calle del Fumeral, actual calle Quevedo. Esta Iglesia está construida sobre el solar de la casa de los Padres Agonizantes, después solar de la casa de los Agramunt, familia que según Orellana y el Marqués de Cruilles, dio nombre a la plaza que se abriría ante la Iglesia. Se construyó a instancias del arzobispo Mayoral en el año 1760, por una Real orden otorgada. En 1777 se mandó al Superior Provincial de los Padres Agonizantes que retirase los frailes que existían en la casa, quedando cerrada durante años hasta que se instalaron en ella los miembros de la archicofradía de los Genoveses de San Carlos Borromeo, en 1804.

Iglesia de San Carlos Borromeo

La fachada de esta iglesia consta de dos cuerpos: el primero de orden dórico, con columnas voladas en sus dos tercios; y el segundo cuerpo de orden jónico, pero enteras las cañas. Tiene un nicho sobre la puerta, cuyo cascarón es de forma de concha y dos cartelas a los lados: sobre la cornisa de este segundo cuerpo, bajo de un arco rebajado, está el escudo con la cruz llana que usaban los clérigos de San Camilo de Lelis ó agonizantes; y termina este frontispicio con una ventana ovalada.

La forma de la iglesia es rectangular, sosteniendo su bóveda diez arcos correspondientes a otras tantas pilastras de orden compuesto; y en los arcos que se forman en los intercolumnios están recaladas las capillas, que son seis en la nave y dos bajo del coro.

Las dimensiones son: 27 metros 42 centímetros de longitud, por 7 metros 20 centímetros de latitud, y la elevación hasta la cornisa 8 metros 70 centímetros que, unido al estilo arquitectónico, la hacen muy semejante a la de Santa Rosa de la Enseñanza, como construcciones dispuestas ambas por el señor arzobispo Mayoral, y ejecutadas por los mismos artífices.

La bóveda es de medio punto con lunetos; y las ventanas de estos, rectangulares con adornos platerescos que también hay en los arcos y otros resaltes del resto. Al presbiterio se sube por dos gradas.

El altar mayor de orden corintio; consta de dos cuerpos; el primero tiene columnas, el nicho principal es de medio punto y en su tímpano hay un grupo de ángeles sosteniendo el escudo de los hijos de San Camilo. El segundo cuerpo es de orden compuesto y también tiene columnas, terminando con una imagen y dos ángeles.

Los altares de las capillas, a excepción de uno de orden compuesto del estilo del renacimiento, incompleto sin duda por resultar grande para el sitio, son de varios órdenes, dominando el gusto churrigueresco y malos adornos.

Una imagen de San Camilo de Lelis en sus principios presidía el altar mayor, pasando posteriormente a una de las capillas laterales. También un busto del beato Simón de Rojas, procedente del convento de Remedio y dos tablas del siglo XV de la Virgen de la Estrella y de la Virgen de Dolores.

Con la desamortización de Mendizábal en 1835, el templo fue abandonado durante unos años y parte de los genoveses de la Archicofradía regresaron a Italia. Las primeras noticias que tenemos después de esta inactividad, son de 1879, según una nota en el periódico El Católico en el que se anunciaba que 1 de noviembre de ese año, empezaba el jubileo de las Cuarenta Horas promovido por los escasos cofrades de la Archicofradía de los Genoveses. Hay constancia de nuevos jubileos y celebraciones en honor a San Carlos Borromeo en años posteriores y hasta 1908, celebrados por su capellán y celoso cura ecónomo que fue de la parroquial de Santo Tomás, don Ricardo Gareli, oriundo de la ciudad de Génova.

En la actualidad la Iglesia pertenece al Arzobispado, su interior se encuentra en estado de semi abandono, con importantes desperfectos en su techo y con el hundimiento de parte de la cripta. Tal vez a corto plazo, este invisible edificio para muchos, vuelva a recuperar su esplendor si sale adelante un bonito y solidario proyecto…