OPINIÓN

Y ahora, ¿qué tenéis que decir?

Ciro Palmer Pascual

La noticia salta a los medios y redes sociales: la Audiencia condena a tres años y medio de prisión al exalcalde Gandia.

Es momento de recordar lo ocurrido en aquellos complicados días en que Torró pierde su mayoría absoluta quedando en manos mías, como representante de Cs, la capacidad de decidir la persona que debería regir los destinos de Gandia.

Decidí que no debería seguir gobernado mi ciudad alguien movido siempre por intereses personales y corporativos y desprovisto de ética.

La legislatura en la que obtuvo mayoría absoluta (la única en Gandia) había sido desastrosa para la ciudad, sin impulso económico (quienes pensaban que el alcalde era el empresario que iba a salvar a la ciudad salieron escaldados), con fuerte déficit social, reparto de prebendas entre amigos y rechazo a la comarca.

Estuve presionado por todas partes, incluso frente a la verja de mi casa. Entré y salí protegido al Pleno Municipal en el que ratifiqué mi posición y seguí mucho tiempo sórdidamente amenazado.

Me llovieron críticas de los sectores conservadores de la ciudad. Y esperé en la puerta de mi tienda solo, completamente solo a que ese juez inescrutable que es el tiempo ponga a cada uno en su sitio

Y ahora les pregunto a todos: ¿Y ahora que tenéis que decir? ¿Quién tenía razón? ¿Acaso tenía que dar continuidad al mal gobierno y a la corrupción?

Los principios, amigos, han de estar por encima de la ideología. Así pensamos los demócratas, así pensamos los hombres de honor. Así me lo enseñó mi padre y a él mi abuelo, el alcalde, y en base a ello decidí.

Ni que decir tiene que me enorgullece haber acertado, pese a que me duela en el alma que el alcalde de mi ciudad, Gandia, esté condenado a prisión por malversación. Eso no lo merece Gandia.

Con ello no defiendo la actitud ni la política desarrollada por las personas a las que di el gobierno. Fueron injustas con mi persona pese a mi lealtad con el gobierno que yo mismo había aupado al poder. No tuvieron la humildad suficiente para reconocer que la ciudad no les votó mayoritariamente. No fue Diana Morant quien apartó a Torró de la Alcaldía, por mucho que lo diga, ni tampoco la que tuvo que aguantar las calumnias de los populares sobre mi honorabilidad, ni siquiera es capaz de reconocer a quien le debe su carrera política.

Se acercan las elecciones municipales. La sombra de la sentencia sobrevolará la campaña como la de un pájaro de mal agüero. Pues si los populares han mantenido en sus listas a un importante número de acompañantes de la era del alcalde condenado, cual si de una herencia se tratase, haciendo poco creíble su regeneración, los socialistas, que actualmente detentan el poder local, han aprendido la lección adoptando posturas conservadoras y acercamientos a ciudadanos concretos, mediante deferencias, honores y ayudas pese a que nunca coincidieron ideológicamente con ellos, y todo gracias a una tupida red de control político elaborada eficazmente en los últimos años.

En fin, la política seguirá su juego de poder, con un hastío creciente de los ciudadanos que ven el baile desde las rendijas de sus vidas siempre manejadas por quienes lo detentan.

Mientras escribo estas líneas Gandia no ha encontrado su sitio y quizás no lo acaba de encontrar por su politización creciente. Líneas que sirven para afirmarme en la decisión que tomé en su día, pues por encima de todo,está el amor a mi ciudad cuyo gobierno debiera estar regido por la ética y la nobleza de las actitudes de quienes lo dirigen.

Pero, ¿qué quieren que les diga? Esa nobleza y esa ética suelen estar castigadas por la miseria de la política. Recuerden sino lo que pasó no hace tanto.