Los albergues en València: una plaza libre por cada 40 personas sin hogar

Algunos colectivos observan con malestar los desalojos sin acompañamiento ni alternativa habitacional

El alojamiento para las personas sin hogar a partir de las dos semanas corresponde a la Generalitat

En paralelo, el ayuntamiento dispone de 160 camas para atender urgencias sobrevenidas tras un desahucio

Una mujer con su perro y sus enseres en los jardines del Turia

Una mujer con su perro y sus enseres en los jardines del Turia / Eduardo Ripoll

Claudio Moreno

Claudio Moreno

La foto es cambiante pero el saldo siempre es negativo. A día 22 de abril, lunes, la Conselleria de Servicios Sociales contaba en València con 12 plazas disponibles en albergues y viviendas de media y larga estancia, un 2% de las 594 camas concertadas por la Generalitat en toda la provincia. Por contra, el último censo nocturno realizado el pasado mes de octubre por el ayuntamiento y quince colectivos sociales determinó de manera comedida que en València duermen al raso 470 personas. Es decir, aunque hay rotación y el número va oscilando, se puede determinar que la cantidad de personas sin hogar en la ciudad supera con creces la disponibilidad de plazas habilitadas por el organismo autonómico.

En este sentido, cabe señalar que la conselleria asume la competencia de la acogida cuando esta se solicita dos semanas después de una situación sobrevenida. La urgencia por un desahucio, por ejemplo, la gestiona el Ayuntamiento de València, y para tal extremo la concejalía de Servicios Sociales cuenta con 160 plazas en dotaciones propias, ampliables durante las sucesivas olas de frío y calor. Además, el servicio SAUS financia habitaciones en hostales en casos como el incendio de Campanar o el desalojo por las grietas en una finca de Orriols. Y de cara a evitar que más gente acabe en la calle el concede 1.444 ayudas de alquiler por valor de 3,1 millones de euros. 

Sin embargo, el problema del sinhogarismo va mucho más allá de la emergencia puntual y está atravesado por múltiples factores. Tiene que ver con la dificultad de cualquier persona para acceder a una vivienda, especialmente en una escalada de precios como la actual. O con la imposibilidad para determinadas personas de encontrar un trabajo que les permita costear cualquier habitación –hay cientos de temporeros durmiendo en los jardines del Turia–. Tiene que ver con el racismo inmobiliario. O con una riña familiar. Con adicciones, problemas de salud mental o malas rachas que se enquistan y cuesta dejar atrás. 

Son muchos los perfiles que habitan un asentamiento y varios los asentamientos que pueblan València. Aunque en las últimas semanas se han desalojado tres. La concejala Lucía Beamud, de Compromís, explicaba en la última Comisión de Bienestar Social que había tenido conocimiento de tres emplazamientos donde existían asentamientos de tiendas de campaña y en los que recientemente habían dejado de estar. Estos estaban ubicados alrededor del CAI y el CAST entre la calle Sogueros y la calle de los Jardines (Ciutat Vella), en la calle Beato Gaspar Bono (Botánico) y en el solar de Gran Vía de Fernando el Católico, 82 (también en el Botánico). Tras exponer los casos preguntaba cuáles habían sido las actuaciones de desalojo. 

Actuaciones sin Servicios Sociales

Al respecto, el consistorio respondía que Servicios Sociales únicamente había actuado en los alrededores del CAI, puesto que se alertó al Servicio de Atención a Urgencias Sociales y Colaboración ante Emergencias a fin de valorar las diferentes situaciones de las personas que en ese momento pernoctaban en esta zona y ofrecer alternativas de alojamiento, en su caso. En los otros dos supuestos no hubo intervención desde el ámbito de los Servicios Sociales, en el momento del desalojo, ni por parte de profesionales del sistema de Atención Primaria Básica, ni por parte de la unidad de Policía Local adscrita X-4, especialistas en atender a las personas sin hogar. 

Algunas entidades sociales que suministraban semanalmente alimento y conversación a quienes pernoctaban en estos emplazamientos han mostrado malestar con las actuaciones realizadas sin el apoyo de los Servicios Sociales ni del X-4, y llevan varias semanas trabajando para coordinar un posicionamiento frente a las medidas antiasentamientos o los desalojos sin mayor alternativa habitacional –habida cuenta de la escasez de plazas–. Lo que pretenden, con independiencia de quién gobierne, es que se dé un trato digno a las personas que hoy duermen en la calle contra su propia voluntad.