CANDIDATAS A FALLERA MAYOR DE VALÈNCIA 2024
El regreso de una fallera con acento en la fiesta... y en la «A»
Mireia Pisá Corredor. Mercat de Russafa. 26 años.
Mireia Pisá está de vuelta. Quince años han pasado desde que formaba, con Lucía Brenes, la última fila de la corte infantil de 2008, la de Victoria Blázquez. Sigue siendo muy alta y ahora falta por saber si seguirá creciendo en lo más alto de la fiesta. Si sale elegida, aplíquense los locutores varios. Mireia es Pisá. Con acento. «Con acento en la «A». Lo contrario a la Torre (de Pisa). Podría contar con los dedos de una mano las veces que me lo han dicho bien. Eso si, además de Pisa, de pisar, me han dicho «Pizza», «Pisada»...»
Y casi lo mismo que el nombre de pila. «Con los dedos de la otra mano me ponen Mireia con «i» latina los dos. Y no se pronuncia igual con una letra que con otra». La única fallera de aquella corte infantil que ha repetido en mayores también era de tutorial de pronunciación: Anna Duggan, que era «Ana Dagan». Otras dos falleritas de aquella quinta, Ana Villanueva y Patricia Cobacho, han llegado a la Fonteta. «Varias vinieron a verme, otras dos, Laura Pascual y Paula Carrero, estaban justamente presentando el sector del otro lado, Olivereta y luego el grupo de wasap... echaba fuego». Fuego amigo, claro.
Todos los caminos conducen a Parra
La parte profesional también la acerca al mundo cortesano. «Me dedico al mundo de la publicidad y el marketing en una empresa que tiene varios locales de ocio de València, en el que hago la publicidad y difusión y soy asesora de imagen y maquilladora en un salón de belleza». Que no es otro que el de Marta Parra, ese en el que han redoblado esfuerzos porque una especialistas del gabinete, Diana Parra, forma parte de la corte de Laura Mengó. Falleras mayores y cortesanas forman parte de su día a día.
El Mercat de Russafa no tiene cortesanas en el periodo democrático. Ella lo puede hacer porque cruzó la avenida desde Zapadores, a la que pertenecía de infantil. «Durante unos años fui de las dos, pero al final acabas por decantarte, es algo natural. Me han tratado muy bien desde que llegué y, de hecho, fui fallera mayor ya por antigüedad».
En un "¡ay!" por la plaza
Ahora es vicepresidenta de protocolo, cargo que está pendiente de lo que diga el acta de la Fonteta. En su año de fallera mayor no le faltaron peripecias. «Hasta el último mes no sabíamos si nos iban a quitar la farola de la reforma de la plaza, que no nos permitía plantar la falla grande. Estuvimos llorándole al ayuntamiento hasta el último día. Menos mal que sí que la quitaron».
Ahora están a la espera de que a la comisión le «quiten» una fallera durante un año, pero eso no duele, sino que de desea. Para pisar fuerte.
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