Los mercados de València languidecen: “Soy tendera de cuarta generación y detrás no hay relevo”

El ayuntamiento adjudica solo 14 puestos de los 318 vacantes en la última subasta, convocada el 13 de febrero

Los comerciantes trabajan en una nueva ordenanza para flexibilizar las condiciones

El concejal Santiago Ballester se reúne con los integrantes de Confemercats para evaluar sus necesidades

Puestos sin actividad en el Mercado del Grao de València

Puestos sin actividad en el Mercado del Grao de València / JM López

Claudio Moreno

Claudio Moreno

Los mercados municipales de València llevan años de travesía en el desierto. Las subastas de paradas vacantes destapan cada pocos meses un problema endémico y cada vez más separado de la política: gobierne quien gobierne, cada subasta de puestos se salda con un batacazo. La venta de proximidad ha perdido parte de su atractivo. 

Así, en la última subasta del 13 de febrero el Ayuntamiento de València ha logrado adjudicar solo 14 puestos de los 318 que se ofertaban. El resultado sigue la tendencia de una crisis agudizada, pues en diciembre se colocaron apenas 10 paradas de las 299 puestas a disposición del público

Entre diciembre y febrero el concejal Santiago Ballester anunció una campaña de publicidad con la idea de darle más visibilidad a la convocatoria, así como posibles incentivos a los nuevos vendedores. Además adelantó la subasta de febrero para esquivar las Fallas, que absorben toda iniciativa institucional. 

Pero el resultado no ha sido el esperado. De las 318 paradas subastadas en diez mercados municipales el consistorio únicamente ha podido colocar cuatro puestos en el Cabanyal, dos en Algirós, tres en la zona de pescadería del Mercat Central, uno en Torrefiel, otro en Russafa, un tercero en el mercado de Castilla y un almacén en esta misma plaza. 

Quedan libres muchos lotes en Benicalap, Russafa o el Mercado Central, con tiendas -en algunos casos- cuyo precio de salida no supera los 200 euros y la cuota bimensual ronda el mismo coste. Los comerciantes de mercados municipales reconocen que el precio de sus locales es asumible y explican el pinchazo de las subastas con un testimonio generacional.

«Yo soy tendera de cuarta generación y conmigo se acaba la tradición. Detrás no hay relevo, mi hija está estudiando dos carreras», explica Alicia García, presidenta del Mercat de Russafa. «Este trabajo es muy sacrificado y no todo el mundo está dispuesto. Abrimos a las 6 am pero si tienes una frutería, como es mi caso, tienes que ir antes a Mercavalencia» continúa, y apunta una segunda razón sobre la falta de interés en los puestos vacantes: «Cuando el mercado es grande se repiten mucho los negocios y es difícil que alguien quiera montar una charcutería cuando ya hay tres». 

"Falta oferta formativa que enseñe a trabajar en los puestos de un mercado"

En el Mercat de Benicalap, su presidente Óscar Torres, también sugiere la pérdida de vocación entre los chavales -«con mi generación se acabó esto, yo tengo 46»- y recomienda profesionalidad a los pocos que aún se atreven. «En los mercados somos unos cuantos fijos y luego hay muchísima rotación. El que se mete en un mercado tiene que saber que esto no es la gallina de los huevos de oro. Para tener éxito hay que ser perseverante». Pero no solo de profesionalidad vive el tendero, así que Torres propone dos ideas para revitalizar el sector: ofrecer los puestos vacíos a las asociaciones gremiales y señalizar intensamente el entorno de los mercados. Que no sea por falta de publicidad. 

Varios clientes del mercado del Grao observan el cartel de un cierre por jubilación

Varios clientes del mercado del Grao observan el cartel de un cierre por jubilación / JM López

Y un enfoque distinto introduce Cristina Oliete, gerente del Mercat Central, al hablar de la mala prensa que rodea al tendero de mercado. «De nosotros se dice que madrugamos mucho y tenemos competencia en los supermercados, pero la realidad es que escasea la oferta formativa para los profesionales que trabajan en un mercado porque, entre otras cosas, jamás se habla de la parte bonita de esta profesión, la parte humana. Tenemos que enorgullecernos de nuestro trabajo», reivindica Oliete.

«También se nos critica la falta de diversidad, pero no es cierto. En nuestros mercados puedes encontrar yuzu -un cítrico japonés- o unto gallego de cerdo, para elaborar cocidos, eso no lo encuentras en ningún otro sitio», defiende la responsable de un mercado con clientela estable y abundante, algo de lo que carecen en los pequeños bazares de barrio: "Hay que decirle a la gente que no solo compre en el Mercat Central o el Mercat de Russafa. También deben apoyar a los tenderos de sus vecindarios", reclama.

Pero no basta con exponer sus virtudes y pedir más cariño. La federación Confemercat trabaja además en una nueva ordenanza para flexibilizar las condiciones de los mercados, por ejemplo los horarios, y adaptarlos a las necesidades de sus barrios. Donde a priori no se pondrá el énfasis es en la obligatoriedad de vender mínimo un 80% de productos alimenticios. Modificar esa condición les abocaría a dejar de ser, señalan en el Central, el mayor mercado de productos frescos de Europa.

Rifirrafe político por las subastas

Vistos los datos de la última subasta, el concejal socialista Javier Mateo instó ayer al actual titular de Mercados, Santiago Ballester, «a que se ponga a trabajar de una vez por el sector», ofreciendo la creación de una mesa de trabajo para abordar conjuntamente los problemas de estos comercios tan importantes para el tejido vecinal de los barrios. 

«Es la segunda vez que reclamamos al concejal de Mercados que se siente con los socialistas para llegar a consensos», dijo Mateo, pero el equipo de gobierno municipal, lejos de recoger el guante, recurrió al comodín de la herencia recibida: «Es vergonzoso que el PSOE critique lo que ya pasaba en la anterior legislatura y ahora plantee soluciones que no han adoptado durante dos legislaturas, ¿por qué no lo hicieron entonces? ¿Por qué no dejaron una nueva legislación?¿Por qué no hicieron obras de mantenimiento?», se preguntaron en el consistorio.

Reunión entre el edil Santiago Ballester y los miembros de Confemercat

Reunión entre el edil Santiago Ballester y los miembros de Confemercat / L-EMV

A cambio, arguyen, el edil Santiago Ballester avanza en su hoja de ruta y precisamente ayer se reunió con los integrantes de la federación Confemercat para conocer sus necesidades. Entre otras cosas el encuentro sirvió para repasar las inversiones previstas en Mercado del Cabanyal, Mercado de Rojas Clemente, Mercat de Russafa, Mercat De Algiros, Mercat Central de València, Mercado Municipal De Castilla, Mercado de Benicalap y los mercados del Grao y Mossen Sorell. También programaron las próximas actividades de promoción y publicidad de los mercados municipales, estudiaron cómo mejorar las gestiones administrativas y abordaron la redacción de la citada nueva ordenanza adaptada a la realidad de los mercados.

En todo caso, por aportar algo de perspectiva histórica, una búsqueda en la hemeroteca de este periódico arroja el siguiente titular: «Mercados solo adjudica 18 de los 181 puestos y almacenes subastados». Fue en 2018 y la concejalía dijo entonces que el resultado era mejor del habitual. Han pasado seis años y el vaciado de los mercados sigue su curso, de lo que se deduce que la crisis, pese a formar parte del rutinario rifirrafe político, está más ligada al espíritu de una época que a los avatares de la gestión municipal.